Un paseo por el “lado suave” de la transferencia de conocimiento

Elena Castro Martínez. INGENIO (CSIC-UPV). Valencia, España y miembro de la Comisión de Expertos de la OEI

Este verano me llegó la invitación a un curso de verano de laUniversidad de Lisboa, dirigido a emprendedores, investigadores ytécnicos de transferencia de universidades y organismos deinvestigación con un título muy llamativo: “A walk on the wild side of knowledge transfer”. Tarareando mentalmente la canción de Lou Reed leí el programa, tancreativo como su título, y vi que en él se abordaban los aspectos másdifíciles de las negociaciones sobre licencia de títulos de propiedadindustrial y sobre la creación de empresas innovadoras. Recordéexperiencias personales en situaciones como las que allí se describíany, sin duda, varios de los adjetivos y sustantivos utilizados (oscuro,difícil, problema, obstáculo, ataque, truco sucio) habían pasado por mimente en tales momentos. El programa me pareció interesante y bienenfocado, pero parcial, pues sólo trataba sobre una parte de losconocimientos y de las formas de transferencia de conocimiento quepueden darse: las relacionadas con los conocimientos que pierden “valorde mercado” cuando son compartidos.  Este es el caso de muchos nuevosproductos y procesos industriales que si no se protegen mediante lostítulos de propiedad disponibles (patentes, variedades vegetales,propiedad intelectual) es muy probable que nunca sean utilizados. Lasempresas que estarían dispuestas a  producirlos sólo lo harán en casode disponer de un número de años suficiente para hacerlo en exclusiva,ya que su puesta en el mercado exige desembolsos cuantiosos en lasetapas de desarrollo e industrialización, y nadie haría este esfuerzosi cualquiera de sus competidores también lo puede producir. Esto pasacon los productos farmacéuticos, que han de pasar muchas etapascostosísimas y de alto riesgo antes de que las autoridades sanitariasde los países permitan su comercialización

A mi modo de ver, existe otro “lado” de la transferencia deconocimiento que he llamado el “lado suave” porque, sin estar exento dedificultades, en él no se dan las situaciones antes descritas. Merefiero aquí a los nuevos conocimientos que, al contrario de losanteriores, no pierden valor “socioeconómico” por el hecho de estar alalcance de cualquiera. En realidad, es el usuario el que les da el“valor” al incorporarlos a sus productos o servicios. Muchos de losconocimientos generados en nuestras universidades pertenecen a estegrupo: los que surgen de la investigación en ciencias sociales yhumanas, la mayoría de los obtenidos por los investigadores quetrabajan en ecología, muchos de los que resultan de la investigación enmedicina y veterinaria como los métodos de tratamiento quirúrgico oterapéutico del cuerpo humano o animal. En definitiva, gran parte delos que se obtienen en todas las áreas del saber, que no cumplen losrequisitos para ser protegidos, pero pueden tener una gran utilidadsocial o económica.

¿A qué tipo deconocimientos o formas de conocimiento me refiero? Pues a losconocimientos, específicos o generales, acumulados tras muchos años deinvestigación y experiencia que pueden ser incorporados como contenidosen diversos ámbitos, tales como productos educativos o culturales dediversa índole (edición de materiales educativos, culturales orecreativos, exposiciones, montajes audiovisuales o teatrales, etc.),en informes técnicos útiles para el diseño y evaluación de políticaspúblicas o de entidades diversas (estudios de impacto arqueológico),para sustentar decisiones políticas o para legitimarlas. También sonmuy interesantes las metodologías analíticas y técnicas instrumentalesde análisis e investigación que facilitan el manejo e interpretación dedatos y en muchas instituciones poseen bienes, tales como libros,colecciones (mapas, repertorios musicales, incunables, fotografías),instrumentos científicos,  piezas del patrimonio histórico y artísticocuya utilización o reproducción puede tener un valor socioeconómicoimportante, puesto que, en algunos casos, se trata de piezas únicas ode difícil acceso.

El “lado suave” de latransferencia de conocimientos presenta otro tipo de dificultades y,aunque no lo parezca, probablemente es más difícil de llevar a cabo queel “lado salvaje”, porque sus potenciales usuarios ni siquiera son aveces conscientes de que necesitan esos nuevos conocimientos, de formaque los beneficios son mucho más difíciles de identificar y valorar,tanto para los implicados como para quienes deben financiar lasrelaciones. 

Los retos son, por tanto, apasionantes. Quienes se ocupen de fomentar y gestionar latransferencia de conocimientos en el “lado suave” deberán dedicar susesfuerzos a impulsar y facilitar las relaciones entre los grupos deinvestigación y los potenciales usuarios de sus conocimientos, que, enmuchos casos, se ignoran o están muy lejanos o desconectados. En elproceso de concreción de las relaciones las dificultades estaránprobablemente centradas en encontrar recursos para financiar lasiniciativas conjuntas. Muchos de estos usuarios son empresasculturales, administraciones públicas de distinto nivel, comunidades,asociaciones, etc., que no siempre poseen recursos para financiar elproceso de adopción de los conocimientos. Eso significa que seránecesario invitar a participar en estos procesos a otros actores ytratar de que se impliquen y contribuyan con sus apoyos a favorecer laadopción de nuevos conocimientos por parte de estos agentes socialesque al igual que las industrias, necesitan nuevos conocimientos paradesarrollar mejor su papel social. ¡Ardua e inmensa tarea que aún está,en  gran medida, por desarrollar!

Sección Opinión del Proyecto de Divulgación y Cultura Científica de la OEI. Desarrollado con el apoyo de la AECID

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