¿Empujados o atraídos? Movilidad del personal altamente cualificado

Por Ana M. González Ramos

Investigadora postdoctoral. Programa Género y TIC, Universidad Oberta de Catalunya, España.

A menudo, explicaciones que parecen debates académicos superados aún perduran en algunos discursos, en las medidas políticas propuestas, en los mensajes de los medios de comunicación o en la opinión pública en general.

Esto ocurre con la movilidad de los profesionales altamente cualificados quienes, según la mayoría, no emigran sino que se desplazan de unos países a otros; no son expulsados sino atraídos por las instituciones científicas o académicas extranjeras; no causan problemas de socialización sino enriquecimiento. Estos mensajes positivos se multiplican evitando el angustioso debate sobre la pérdida de capital humano y la responsabilidad internacional de todos los países involucrados en los flujos de entrada y salida. Es un discurso interesado pues predica sus beneficios mientras limita las entradas y los permisos de residencia a colectivos similares con nacionalidades diferentes, o que presuntamente no son tan necesarios para las economías locales. Además, las cuotas no son estables en el tiempo sino que cambian de manera discrecional según cada equipo de gobierno, tal como ahora mismo está ocurriendo en Reino Unido (ver enlace).

Es posible que el reemplazo de la equación brain drain-brain gain por la de brain circulation no tuviese inicialmente esa connotación sino la de enfatizar que el conocimiento progresa mediante el intercambio de ideas a través de la movilidad de los profesionales altamente cualificados: Pero es que en la actualidad las ideas se mueven con gran facilidad a pesar de que las personas no se muevan geográficamente.

Además, las personas se mueven por motivos muy diversos, incluso alterando sus planes iniciales y dándoles un nuevo significado cada vez. Algunos estudiantes, científicos o profesionales altamente cualificados deciden prolongar indefinidamente sus estancias debido a que sus vidas y sus profesiones empiezan a cobrar sentido en los países que fueron a visitar. Si para algunos de estos profesionales cambiar de país supone mejorar sus condiciones de vida, para otros la motivación fundamental consiste en perseguir sus propios retos profesionales. Casi nunca está claro si se tratará de una estancia definitiva, si será parte de una estrategia de movilidad de ida-y-vuelta de la que sólo se está presenciando la primera parte, o si su decisión será seguir cambiando de destino sucesivamente buscando nuevos retos profesionales o vivenciales en diferentes países. Cuando se les pregunta directamente, muchas personas responden: “¿que si tengo previsto quedarme o irme? Nunca se sabe, de momento estoy aquí, pero el día de mañana… Nunca se sabe”.

Entonces, ¿cuál es el papel real que las instituciones pueden acometer para fomentar la movilidad internacional? Basándonos en la experiencia actual puede determinarse que las acciones dirigidas a promover la atracción del talento son claras: estímulos económicos, proponer nuevos retos profesionales, y proporcionar mayores cotas de bienestar para los profesionales y sus familiares. Además de una justa remuneración, los profesionales aceptan cambiar de país por razones laborales cuando se les ofrecen atractivas propuestas para montar laboratorios o trabajar en departamentos nuevos con personal propio y líneas de trabajo novedosas que permitan su máximo desarrollo profesional. Y se animan aún más cuando estas medidas están acompañadas además de expectativas favorables para sus familiares relacionadas, por ejemplo, con la salud de sus familiares o la educación de los hijos.

La literatura de divulgación habla de una guerra por el talento (ver enlace) que liderarían las empresas e instituciones científicas con el objetivo de contratar a los profesionales más competentes. Las más célebres y poderosas instituciones están preparadas para elaborar políticas específicas de atracción y de retención de talento, pero sin duda es un cometido muy difícil para las pequeñas y medianas empresas así como para las universidades con escasos recursos.

Sin embargo, también a ellas acceden personas de otros países que llevan consigo su capital intelectual como mejor pasaporte. Algunas empresas medianas de sectores altamente competitivos achacan a los factores de oferta del mercado laboral la contratación de los profesionales altamente cualificado extranjeros. Según los empleadores, su propósito es seleccionar al mejor candidato; el hecho de que sea un profesional extranjero no se debe a ninguna política particular de atracción de talento sino a que hay más profesionales extranjeros con altas competencias y que responden a sus objetivos empresariales. Ello sugiere un efecto mucho menos importante de las acciones emprendidas por las instituciones y más debidas a la movilidad decidida por los propios profesionales, quienes se desplazarían de un país a otro seguido por sus propias motivaciones más que por políticas científicas o empresariales de atracción del talento. Probablemente, porque todas estas acciones positivas tan sólo sumarían una pequeña proporción de la totalidad de los flujos de los profesionales altamente cualificados. También quizá porque ello supone una nueva conceptualización de la deslocalización de la fuerza de trabajo altamente cualificada que alimenta las nuevas economías del conocimiento.

Las infraestructuras y los medios de comunicación y de transporte también han modificado las pautas de movilidad y las razones para cambiar de destino. La rapidez y abaratamiento de los transportes permite seguir en contacto con colegas, familiares y amigos a pesar de estar viviendo en otro país. De acuerdo con las opiniones de los profesionales altamente cualificados, la elección del lugar de destino depende de la cercanía lingüística o cultural, o también de otras razones que llamaríamos de de distancia-temporal-identitarias: “Si escogía Barcelona… Milán está a hora y media. Si cruzas el charco hasta Estados Unidos ya sabes que es para quedarte”. Para este científico italiano, la atracción que ejerce Estados Unidos no compensa el hecho de vivir en un lugar que le permita desarrollar su trabajo profesional cerca de sus ciudades de origen y de sus vínculos familiares y de amistad. De hecho, las estadísticas internacionales muestran un descenso de las migraciones intercontinentales frente al aumento de las intracontinentales, lo cual favorece mayor densidad de los flujos entre las áreas geográficas más próximas o que comparten raíces históricas comunes (ver, por ejemplo, págs. 8 y 9 de este enlace).

Por tanto, parece que la movilidad de los profesionales altamente cualificados ni se corresponden completamente con situaciones de empuje, ni son totalmente causadas por la atracción promovida desde las instituciones y los países de acogida. Posiblemente hay muchas más motivaciones involucradas, y hasta parecen sobreestimadas las causas económicas sobre otras que pertenecen al campo de la creatividad, el conocimiento y la curiosidad, así como los estilos de vida y la idea subjetiva de bienestar. Por tanto, el debate sobre la fuga y la circulación de cerebros pierde importancia en favor de una idea mucho más abierta acerca de las motivaciones que inspiran los flujos de ideas y de personas. De acuerdo con ello, las políticas migratorias deberían tomar un nuevo rumbo ya que la tendencia creciente y positiva de desplazarse de un lugar a otro es muchísimo más rica, no está inspirada únicamente por intereses económicos y no debería estar asociada a alarmas sociales que pretenden evitar la afluencia masiva de extranjeros. Por el contrario, debería aceptarse que es un derecho humano que los estados deberían proteger, tanto desde el punto de vista del libre movimiento de las personas como desde el punto de vista del acogimiento, punto clave de la integración social.


Los discursos a los que se hace referencia provienen de una investigación en curso (MCINN CSO2009-09003).

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Un comentario

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