Que Madrid sea el punto de partida para que la matemática sea una asignatura apasionante

Dentro de tres semanas la ciudad de Madrid (del 10 al 14 de julio) va a ser sede del Congreso Iberoamericano de Educación Matemática (VIII CIBEM) que acogerá a cientos de docentes de todos los países y que va a convertir a la capital en España en la Capital Iberoamericana de la Matemática.

Esta celebración creo que puede ser una ocasión muy pertinente para que todos los actores educativos trabajemos en solventar uno de los problemas más importantes que tiene la educación de todos los países del mundo. Los organismos internacionales venimos trabajando desde hace muchos años con unas agendas en las que los términos alfabetización y calidad de la educación siempre están presentes. Lo mismo ocurre con los gobiernos que siempre deben enfrentarse a un problema permanente: el fracaso escolar.

Pero nunca hemos sido capaces de abordar un espacio en el que confluyen muchos de los temas anteriores: la matemática. Para nadie es nuevo el decir que la matemática es la causa de muchos de los fracasos escolares o de la reticencia de muchos de nuestros adolescentes a seguir estudios científicos por miedo a la matemática.

Hace unos años la OEI hizo un estudio (Percepción de los jóvenes sobre la ciencia y la profesión científica – Encuesta de Buenos Aires) desde el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires sobre la percepción de los jóvenes sobre la ciencia y la profesión científica. El resultado que más me llama la atención es que la asignatura que fue elegida por más jóvenes como la más atractiva era la matemática (un 16%) casi duplicando a la segunda que era la educación física. Al mismo tiempo, y en una aparente contradicción, era la que más veces se elegía como la que menos gustaba (un 24,3%), también a gran distancia de la segunda que en este caso era el inglés.

Para cualquier estadístico la distribución nunca se podría considerar “normal”. Y sin duda ese es el reto: normalizar el gusto por la matemática.

La tarea no es sencilla y son muchos los frentes que hay que abrir para que dentro de unos años se logre un cambio en esta realidad.

En primer lugar afrontar la formación inicial y la permanente de nuestros maestros que trabajan en la educación primaria. Estos maestros debe ser capaces de trasmitir el gusto hacia las matemáticas y para eso lo primero es amarlas y saberlas. La matemática inicial puede ser muy entretenida y debe fomentar el gusto por la manipulación y por el descubrimiento. Hace unas semanas la calle Fuencarral se desbordó, por segunda vez en el año, de familias completas que disfrutaron de “las Matemáticas en la Calle” y se podía ver a tantas niñas como niños “asaltar” las mesas de los profesores madrileños para hacer matemática manipulando objetos. También se veía a padres con los ojos como platos con lo que pudieron ver. Y, quizás lo más importante, profesores ávidos de aprendizajes que llevar al aula. Por ello creo que lo que es necesario para que un docente pueda apasionar a sus estudiantes en el aula es cambiar la formación inicial para que tengan los conocimientos necesarios que les faculten a realizar este tipo de actividades. Hace muchos años uno de los grandes referentes mundiales en educación matemática, Miguel de Guzmán, nos señalaba los tres puntos que la formación inicial debía concretar:

  • Una buena formación matemática
  • Dominio de estrategias didácticas para trasmitir actitudes y conocimientos de la matemática
  • Un buen conocimiento del uso en la vida cotidiana de la matemática.

Este último punto enlaza con un tema que también debe ser abordado: la alfabetización matemática, componente básico de la alfabetización científica, para toda la ciudadanía. Un ciudadano alfabetizado en el año 2017 debe ser capaz de leer y de comprender lo que lee. Muchas de las informaciones que leemos tienen números, porcentajes, … en general datos que debemos ser capaces de comprender para tomar las decisiones de una forma racional.

Las encuestas de percepción y cultura científica no ahondan en este tema. Nos parece que para poder ver la dimensión del problema es hora de que los estudios demoscópicos de la población pierdan el miedo a medir la cultura matemática.

España cuenta con dos organizaciones que deben y seguro que quieren ayudar a las autoridades educativas en este largo camino que hay que transitar: la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemática que agrupa a más de 6.000 profesores y que siempre está activa tanto en el ámbito de todo el Estado como en cada Comunidad Autónoma y la Fundación Española de Ciencia y Tecnología, cuya labor tanto en estudios demoscópicos como en sus acciones de divulgación la acreditan como uno de los socios principales en la tarea de alfabetizar matemáticamente a la población. También en Iberoamérica tenemos a la Federación Iberoamericana de Sociedades de Educación Matemática (FISEM), la entidad que tiene la antorcha de los CIBEM, que integra a miles de profesores.

No hay que olvidar que la nueva economía digital ofrece grandes oportunidades para los jóvenes que logran un pensamiento matemático y computacional en sus estudios básicos. Para ello es necesario que hagamos de la matemática una asignatura apasionante, profesores con esa hoja de ruta tiene Iberoamérica de sobra.

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