LA GLORIA Y LA MEMORIA

Con las glorias se van las memorias, dice el refranero castellano, y la exaltación cervantina del IV Centenario no podía ser menos. La obra de Cervantes conoce, sí, la gloria universal, una de las más puras e indiscutidas de todos los tiempos. Pero tendemos a olvidar quién fue el hombre: un triste recaudador de impuestos, vejado y encarcelado en el curso de su trabajo, un ex cautivo, un ex combatiente de Lepanto, a quien el Consejo de Indias impidió ir a América, donde pensaba mejorar su suerte, un malcasado, un hermano de dos prostitutas, las Cervantes de Valladolid, en cuya puerta murió asesinado un caballero, como consecuencia de lo cual el hombre de la casa, un tal Cervantes, fue encarcelado. Es más: se le aplaudió como autor cómico, no se tuvo en cuenta la superior grandeza de su obra.  No se conserva ningún retrato auténtico de Cervantes; es que él no era nadie para merecer el honor del retrato. Cervantes fue un <<outsider>>, un marginal, un desplazado. No Cervantes de España, genio del pensamiento y de las letras, sino un pobre hombre humillado y cabreado, que desde el fondo de su desesperación construyó la grandiosa metáfora del <<Quijote>>: metáfora de la vida, de su impiedad, de su crueldad, de la irrisoria  pero temible prepotencia de los grandes de este mundo.

MIGUEL GARCÍA-POSADA

 

Portada El Quijote

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