INTERPRETACIONES

 

Con motivo de la polémica sobre el ajuste del proyecto de nuevo Estatuto catalán–en español se dice Estatuto– a la Constitución del 78 se oye  hablar a menudo de la pluralidad de interpretaciones, que, como todo texto, el constitucional admite. Esta es una falacia introducida por las más frívolas de las corrientes hermenéuticas modernas, pero no se tiene en pie a poco que se profundice. Un texto puede ser ambiguo, pero no plural <<ad infinitum>>-El texto, cualquier texto, pose el significado que el autor le dio. Y hay solo una interpretación correcta; las otras son infundadas: no confundir con las variantes de una  misma interpretación. O dicho de otro modo: no pueden valer de un mismo texto interpretaciones contradictorias, pues una de ellas es errada. De lo contrario, los textos serían reencarnaciones del Espíritu Santo que revela las verdades en cada tiempo y para  cada tiempo en sucesión infinita. Cabe introducir, y de hecho es lo que se hace, <<mi>> sentido, lo que significa el texto para mí, en un comentario, pero no a condición de hipotecar el significado objetivo del texto, que existe, pese a lo que hayan cacareado los derridianos y << tutti quanti>>.Nadie me puede obligar a leer la <<Ilíada >> como un canto de paz; nadie me puede obligar a leer el <<Quijote>> como una declaración entusiasta a favor de la guerra, por más que que en un capítulo se valoren las virtudes de la milicia; nadie me puede obligar a decir que  la galdosiana <<Fortunata y Jacinta>> constituye una apología del amor libre, cuando de lo que se trata es de la infecundidad de la dama burguesa (Jacinta) y de la fecundidad de la mujer del pueblo (Fortunata), lo que encierra, a su vez, un diagnóstico político,  concorde con las convicciones del autor. En pro de esa fecundidad  popular Galdós no condena el adulterio, pero tampoco lo exalta: Santa Cruz, el amante donjuanesco,  marido de la dama burguesa y amante de Fortunata y padre de su hijo es expulsado de la alcoba matrimonial por su esposa. Volviendo al principio: la Constitución establece la existencia de <<una>> nación llamada España, <<patria común e indivisible de todos los españoles>>: no es esa existencia compatible con la de otras naciones, texto constitucional en mano.

MIGUEL GARCÍA-POSADA

 

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