La peste aviar

 Antes se decía aviar, ahora se dice aviaria, pero lo que más llama la atención son las señales de alerta medievales que nos lanzan, como si nos fuéramos a condenar todos primero en el frío de la muerte y después en las eternas llamas del infierno. No negamos la gravedad del problema, sí su tratamiento informativo.

Es como en aquella anécdota de la redacción de un periódico en el verano: sesteaban los redactores cuando llegó un periodista, jubiloso, blandiendo la noticia del descarrilamiento de un tren. Ya había noticia y comenzaron todos a afanarse laboralmente. Pero media hora más tarde el mismo heraldo jubiloso llegaba con el rostro descompuesto: «Ni un muerto, señores, ni un solo muerto». Aquí llega el periodista esgrimiendo, alegre, un pollo muerto y contaminado, y todos temen que el heraldo vuelva diciendo que no se trataba de la peste aviar.

 

MIGUEL GARCÍA-POSADA

 

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3 comentarios

  1. Se orienta demasiado el problema hacia la enfermedad humana, cuando lo verdaderamente grave del caso es el problema económico sobre la industria avícola: inmensa.

    Ya pasamos la gripe española, sin medicina ni hospitales, ¿podremos prescindir de la carne de pollo?

  2. ES MENTIRA LO QUE DICE POR QUE YO TENGO LA RAZON …JJAJAJAJAJAJAJJA¡¡¡¡¡¡¡¡

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