Hay dos clases de lapsus: el verbal y el freudiano stricto sensu. El primero es fruto de la contaminación verbal; decimos así «sobra» por «obra», «invasión» por «evasión», etc. El investigador italiano Sebastiano Timpanaro tiene páginas decisivas al respecto (Editorial Crítica, 1976).Y hay otro lapsus, que obedece a «contaminaciones» de la conciencia. A esta clase parece obedecer el muy reciente del presidente del Gobierno al calificar de “trágico «accidente», y por tres veces, el atentado de Barajas.
El señor presidente tiene grabada a sangre y fuego, se diría, la intención de negociar con la banda terrorista (y descerebrada) convencido, sin duda con toda la buena fe posible, de que no hay otra solución al conflicto, a pesar de los pesares, sangrientos pesares. De modo que su lapsus no fue inocente. En absoluto.
MIGUEL GARCÍA-POSADA
Hay un tipo tipo de lapsus que consiste en hacer o decir lo contrario de lo que deseamos.Verbigracia, echarse a reir en el momento de dar el pésame;quedarse en blanco en unas oposiciones; no tener erecciòn frente a la persona que màs deseamos;llamar racistas a a los judìos cuando uno se està refiriendo a los nazis.
Estos lapsusno deben confundirse,por supuesto, con largarse un cuesco en un entierro y echarle la culpa al difunto.
No sé, Miguel, si piensas que también el Vicepresidente de la Comunidad de Madrid al cometer el mismo lapsus que el Presidente del Gobierno delataba un afán inmoderado de negociar con ETA.
Bien sabes que para entender un texto, una intervención o una persona cabalmente es preciso y conveniente tener en cuenta todo el conjunto y no valorar frases aisladas. Además no es lo mismo incurrir en un lapsus y dejarlo pasar, que corregirlo inmediatamente.
¿Para qué ocasiones dejaremos la caridad hermenéutica? ¿No estamos ahora, más que nunca, necesitados de ejercitar la tolerancia en el sentido más prístino del término? ¿Por qué no buscar en el otro las coindicencias y no las desavenencias, cuando además el otro las corrige inmediatamente?
Luis Felipe Casado, Cco. Titular, CSIC
Lo que creo, aún admitiendo la caridad hermenéutica, que cuando se tienen determinadas y altísimas responsabilidades debe cuidarse mucho cada palabra pronunciada: hablar poco, claro y con muchísima precisión para no dar lugar a dudas e interpretaciones no deseadas. Ni a esperar interpretaciones deseadas cuando se ha dicho lo que no se ha querido decir. Un político debe dar seguridad y confianza, no inspirar fe.
‘Tiempos’, ¿por qué no aplicas, ‘tiempos’, el mismo cuento a todos? En lógica aprendí que la fuerza de los argumentos están en su capacidad de argumentación. Algo así también expresaba Kant con su noción del ‘imperativo categórico’.
Da la casualidad que el mismo lapsus lo tuvo la víspera el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González (PP), en una conferencia de prensa en la que también llamó "accidente" al atentado de Barajas.
Insisto no se trata de inspirar fe, que para eso ya hay especialistas, sino de no ejercirtar la ‘mala fe’.
Cada cual en su nivel de incompetencia.Eso no lo enseña la lògica? No tiene la misma responsabilidad un vicepresidente de una comunidad autònoma,ni siquiera històrica, que el Presidente de la novena potencia del mundo, aunque por poco tiempo.
Ademàs, el lapsus se produjo cuatro veces.En tres ocasiones el Adolescente y una la Anciana.
Hablé en general. No me refería concretamente a nadie. Tal vez a todos. Pensaba en la necesidad de verdad, de claridad, que necesitamos no sólo en España sino en nuestro tiempo. Estamos sobrados de confusión. ¿Por qué asegurar que esto es mala fe? ¿Es que ya las palabras no sirven para nada? Y al parecer no sirven porque te has irritado al leer lo que dije.
A lapsus como los del Adolescente y la Anciana,Freud los denominaba "objetivizaciòn de las relaciones contrastantes".
Digo, y por tres veces, como Pedro el traidor, "accidente" sabiendo que es "atentado" porque para mì, inconscientemente, se trata de un "accidente".