Sarkozy

 Puede ser discutible, y lo es; de hecho su hostilidad al Estado asistencial va a crear graves problemas –ya lo verán– en un país como Francia, generoso en ayudas y subvenciones e instituciones públicas. Pero lo que no puede discutírsele es su claridad. Así su oposición al ingreso  de Turquía en la UE. Si Turquía entrara en ella, los límites territoriales de Europa dejarían de existir y el sueño de los padres fundadores se habría convertido en un magma,  si no en una pesadilla, pues se habría creado una Unión de lo que sea, pero no de Europa.

La rectificación del espíritu de Mayo del 68 que propone es otro reto gravísimo, pues Mayo significó ante todo un corte con el autoritarismo familiar,

la llamada ética de la productividad y la necesidad de enterrar todas las mitologías de la entreguerra y la posguerra; es sintomático que los comunistas no lo vieran con buenos ojos y prestaran su apoyo rendido a De Gaulle. Sin duda ha habido excesos en la traslación de ese espíritu a las estructuras sociales  –valga con la indisciplina en las escuelas y el cuestionamiento sistemático del principio de autoridad–,  pero es imposible hacer tabla rasa de él, aunque sólo sea por lo que ha significado en el campo de la moral colectiva y, sobre todo, personal.

 

Miguel García-Posada

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