Taurófobos y taurófilos

Reaparición del torero José Tomás. Los entendidos dicen  que es el más grande.  Conmovido, fascinado, el cronista escribió: “No veíamos torear así porque ese toreo no se ve, se dice; se oye”. Mientras tanto, los taurófobos llenaban de gritos y gestos de protesta el centro de Barcelona y los alrededores de la Plaza. Tienen quien los defienda, el Ayuntamiento que, en un gesto propio del despotismo ilustrado, declaró hace años “antitaurina” a la ciudad de Barcelona. Dudamos que ésta sea misión del Ayuntamiento, no porque le falte razón, sino porque los gobiernos no son quienes para regular las fiestas populares. Ese no es el ámbito de la acción gubernativa, que, en el mejor de los casos, contribuye a la gloria de lo denostado y prohibido. Se pagaron hasta 3000 euros por conseguir una entrada. Menudo capotazo el que los taurófobos le han echado a la llamada “fiesta nacional”, “bárbara y cruel” para el taurófobo Cernuda; “cultísima” para el taurófilo García Lorca.

 

MIGUEL GARCÍA-POSADA

 

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