Hoy las ciencias adelantan… Ricardo de la Vega

Enlace a Hoy las ciencias adelantan … de Ricardo de la Vega en poesía y ciencia

En el siglo XIX la presencia de la ciencia y la tecnología en la poesía deja de un hecho ser raro y aislado y se convierte en algo, ciertamente, no habitual, pero sí relativamente frecuente. Lo que resulta coherente con el hecho de que la ciencia y la tecnología – y su terminología y agentes – pasan a tomar una importancia creciente en la sociedad occidental. Por ello no es extraño que imágenes de la ciencia y la tecnología comiencen a aparecer en el género lírico nacional por excelencia, la zarzuela, que nos ofrece algunos ejemplos de ello.

Tengo que confesar que la idea de incluir en poesía y ciencia – y en La alegría de las musas – alguna muestra de zarzuela y ciencia, surgió de la asistencia en noviembre de 2014 en el Auditorio Nacional a la versión de concierto de la zarzuela La flor del agua, compuesta por  Conrado del Campo y con libreto de Federico Said Armesto, que conmemoraba el centenario de su estreno; en el que se incluye un número en el que un coro de “físicos” trata de curar los males de la gentil princesa Frosilda. (Ver Nota 1).

Sin embargo, al revisar mínimamente la presencia de la ciencia en la zarzuela, surge, imponente el cuadro inicial de La verbena de la paloma en que Don Hilarión, el boticario, y su amigo Don Sebastián proclaman, en estribillo, el lema – que se ha convertido en frase hecha en el idioma castellano – del “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, y me pareció que la primera presencia de la zarzuela en poesía y ciencia debía de ser ese cuadro inicial.

Ricardo de la Vega

El sainete lírico La verbena de la paloma o El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos, que así es su título completo, con libreto de Ricardo de la Vega y música compuesta por Tomás Bretón, se estrenó el 17 de febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid, con un éxito extraordinario. (Ver Nota 2). El cuadro inicial se describe en el libreto – escenario y personajes – de la forma siguiente:

» Don Hilarión y Don Sebastián aparecen sentados a la puerta de la botica. Los porteros de la casa también toman el fresco sentados. La portera tiene en la falda un niño pequeño dormido. La Buñolería está llena de gente y hay mucha animación. A la puerta de la taberna juegan al tute, en una mesa pequeña y  sentados en banquetas, el tabernero y dos amigos suyos mozos de chapa. La tabernera les sirve de cuando en cuando unas medias copas. Julián, sentado en una silla baja y arrimado a la pared de la taberna suspira y se lamenta.”

Así pues, la primera escena de La verbena de la paloma nos presenta a Don Hilarión y a su amigo Don Sebastián en animada tertulia, reflexionando a su manera sobre los avances de la ciencia, (a saber lo que tendrían en el caletre como concepto de ciencia), llegando a la famosa conclusión de la barbaridad, (y la brutalidad y la bestialidad), con que las ciencias avanzaban en aquel 1894.

¿En que se basan para llegar a tal conclusión? Dada la edad de los tertulianos, y más siendo uno de ellos boticario, de lo que se habla y lo que se comenta son temas relacionados con la salud, medicamentos y remedios. El diálogo cantado gira alrededor de tres temas que no han dejado de estar presentes en el ámbito de las noticias científicas a lo largo de los más de 120 años transcurridos desde el estreno de La Verbena de la paloma.

En primer lugar, se trata del asunto de las nuevas presentaciones de los medicamentos. Inyecciones que pasan a ser bebibles o supositorios, comprimidos que pasan a ser efervescentes, etc. Rara es la semana que hoy en día no produce una o varias noticias de este tipo. Y así tenemos el comienzo de la escena, en que se indica el cambio de forma galénica del aceite de ricino que se pasa de la forma oral líquida a comprimidos.

El aceite de ricino
ya no es malo de tomar….
Se administra en pildoritas
y el efecto es siempre igual.

Las «pildoritas» de Don Hilarión que provocan, a consuno, el entusiasmo de la pareja, dando lugar a la lapidaria sentencia: «¡Hoy las ciencias adelantan/ que es una barbaridad», que se convierte en el inefable estribillo que todos conocemos.

Tras del estribillo, surge el segundo tema que trata de prácticas y medicamentos que considerados, desde la ciencia, como correctos y saludables hasta ese momento, dejan de considerarse como tales, también por motivos científicos. Tema al que, también,también seguimos asistiendo casi a diario. Por este motivo, se proscribe la limonada purgante:

La limonada purgante
no la pide nadie ya….
Como que esa limonada
ya no sirve para na.
Es lo mismo que un refresco
de naranja o de cebá.

que, finalmente, » …no es ni chicha/ ni limoná”, y …. también, sorprendentemente, el agua de Loeches, defendida por Don Sebastián, es proscrita por la ciencia según Don Hilarión:

Pero el agua de Loeches
es un bálsamo eficaz….
Hoy la ciencia lo registra
como muy perjudicial.

En oposición a lo anterior, el último tema de conversación que aparece en la escena es el de las nuevas nuevas prácticas y usos que emergen como saludables, también, según la ciencia. Al hilo del calor bochornoso de la noche de agosto, aparece en el horizonte, una práctica nueva que la ciencia aconseja: ¡sudar!

¡Y yo tengo a todas horas
la cabeza tan sudá!…
Eso es bueno y conveniente,
mi señor Don Sebastián.

Don Sebastián no da crédito, pero Don Hilarión canta:

… he leído que el que suda
vence toda enfermedad.

A saber en qué revista científica lo habría leído Don Hilarión. A lo que sigue un convencional diálogo hablado – que bien podría haberse grabado en la barra de un bar actual, en que alguien alabara, por ejemplo, las bondades dietéticas de la última dieta aparecida a base de pepino.

¿Qué me dice usted?/… No hay cosa mejor./ ¡Pues no lo sabía!/ Sí, lo acaban de descubrir.

¡Ah, la frase: “Sí, lo acaban de descubrir”!; ejemplo de forma impersonal, que con la generalización o el empleo de «la ciencia» como sujeto sintáctico, caracterizan el diálogo, dentro de la brillantez y genialidad que caracteriza el libreto de La verbena de la paloma. Se trata de una visión confiada, risueña y bienintencionada de la ciencia, banal en parte pero, también, bastante entusiasta. Una ciencia que, por esas fechas, vemos que ya ha pasado a formar parte, para quedarse, en la vida cotidiana de la gente.

No nos queda más que ver la escena y escucharla pinchando en este enlace.

Nota 1

Como pueden leer en el programa de mano, el argumento de La flor del agua, que transcurre en la Edad Media, está basado en la interpretación y reescritura de leyendas populares relativas a los poderes curativos y mágicos de las aguas, (que se concentran, como no,alrededor de dos fechas: el año nuevo y, sobre todo, el solsticio de verano), realizado por Said Armesto, lingüista experto en literatura gallega y portuguesa. La parte del numero, que aludimos,en la que los físico que elucubran sobre cómo curar a la princesa, dice:

Gentil princesita – tened la evidencia
de que está el eléboro – filtrado a conciencia
y es remedio empírico – de tan buena casta
que aunque no se beba – con olerlo basta.
Probad y veréis
como la poción
frigoriza el calor lancinante causado en las células
por la insolación.

Nota 2.

En el artículo La verbena de la paloma: la modernidad de su libreto, la profesora Ballesteros Dorado realiza un interesante estudio en el que resalta la perfecta incardinación de la obra en su género, con una notable perfección el lo relativo a la presentación de los personajes y su caracterización; de lo que resulta un perfecto equilibrio de valores e inspiración en la música y la letra de la obra.

En el artículo Emperador del sainete de José Luis Campal en la revista La ratonera, se ofrece un buen acercamiento a la biografía, obra y recepción crítica de Ricardo de la Vega.

 

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