Paisaje urbano. Concha Méndez.

Enlace a Paisaje urbano de Concha Méndez en poesía y ciencia

La verdad es que me encantan las escritoras y poetas de la generación del 27, esas desconocidas que, salvo contadas excepciones, no llegaron a figurar ni en las listas canónicas ni en las antologías definitivas. Esas “sin sombrero”  que fueron el asombro de la sociedad literaria española de la época, protagonizando uno de los momentos más extraordinarios de la cultura española, y que fueron, a la vez, testigos y protagonistas del gran cambio de su tiempo y sin las cuales la historia de las letras contemporáneas no estaría completa:  Ernestina Champourcin, María Teresa León, Lucía Sánchez Saornil, María Cegarra, Concha Méndez…

 

Metrópoli de Georges Grosz (1916-1917)
Museo Thyssen – Bornesmiza. Madrid.

Característico de este grupo de autoras es la dedicación en los inicios de sus carreras literarias a plasmar la modernidad y el cambio de las ciudades y las innovaciones tecnológicas en bastantes de sus poemas. Hemos traído a estas páginas en los últimos tiempos a María Cegarra, la secreta e íntima poeta de La Unión y sus poemas incluidos en el bellísimo libro  Cristales míos  de 1935; también a Ernestina de Champourcin de la que incluimos  dos poemas: Volante y Accidente que ilustraban los inicios de la nueva era del motor y del automóvil.

Hoy le toca el turno a Concha Méndez con este  Paisaje urbano,  de su poemario Surtidor de 1928, que es,  quizás, el poema en castellano más relevante sobre el vertiginoso desarrollo urbanístico de las ciudades en los años veinte, donde se asume la ciudad como espacio privilegiado de la modernidad y como espacio innovador de las artes y del desarrollo tecnológico.

Paisaje urbano

Los estudiosos de la obra de Concha Méndez estructuran fundamentalmente su primera etapa poética – entre 1926 y 1934 – en tres ejes temáticos: el mar, los viajes y la modernidad.

Respecto de este último punto, Begoña Martínez Trufero en la su tesis doctoral sobre  Concha Méndez,  (Ver Nota 1), indica los siguiente:

«La modernidad del primer tercio del siglo XX implicaba una nueva forma de afrontar la vida, en la que el descubrimiento científico y tecnológico serviría para la transformación del pensamiento y de la sociedad. La poeta asume desde sus comienzos estas innovaciones y además aplaude el cambio en las normas sociales, éticas y culturales que regían la vida cotidiana. La irrupción de inventos y nuevas tecnologías (cinema, avión, automóvil…) completó este panorama de modernidad que tanto admiró, utilizó y evocó en sus poemas; representaba una ruptura con formas anteriores y anticuadas, privilegiando el cambio en detrimento de lo tradicional, castizo y lugareño de la sociedad por una sociedad urbana, cambiante y cosmopolita…. Este concepto de vida civilizada, siempre connotado por sensaciones de velocidad y dinamismo, se completaba con las nuevas formas de comportamiento y cambios en los patrones de conducta que conllevaban una cierta transgresión de los tradicionales. Para la poeta la modernidad atraía ambientes que ofrecían aventura, poder, alegría, desarrollo, transformación de la persona y del mundo….. ; ambientes que provocaban, en la sociedad, sorpresa y desconcierto o se interpretaban como amenaza de destrucción de las tradiciones. Aparece la ciudad moderna, la civitas hominum, muy alejada de la tradicional civitas Dei, espacio urbano donde el hombre se podía servir de todos los avances de la vida moderna. Esta modernidad se refiere a un concepto de renovación histórica, social, científica y tecnológica de la sociedad burguesa que Concha Méndez va completar con la modernidad como concepto estético.»

 

Para situar históricamente el poema – en cuanto a los cambios urbanos que se estaban produciendo en esos momentos – daremos sólo tres apuntes. En 1928, año de edición del poema, el Metropolitano de Madrid estaba en plena fase de expansión. La línea inicial Sol-Cuatro Caminos, (Línea 1), inaugurada en 1919; en 1928 había llegado ya a Puente de Vallecas. En 1924 se había puesto en Marcha el tramo Sol-Ventas y en 1925 se abrió el Tramo que unía Ópera con la Estación de Ferrocarril de  Príncipe Pío.

Por otro lado, en 1928, se habían acabado de realizar sólo 2 tramos de la Gran Vía, estando el tercero, entre Callao y Plaza de España pendiente de entregar por los constructores, (lo que ocurrió finalmente en 1932), resultando que se encontraban en construcción la mayoría de los grandes edificios y algunas de las parcela del tercer tramo eran aún huertas.

Finalmente, el primer rascacielos erigido en España: el edificio Telefónica de Gran Vía 28 – obra del arquitecto Cárdenas Pastor – fue diseñado y construido entre 1926 y 1929. Fue hasta 1953 el rascacielos más alto de Madrid desde esa fecha hasta 1953, pero cuando se escribió Poema urbano, aún no se había finalizado.

Seguimos, de nuevo, a Martínez Trufero, que describe el poema Paisaje urbano como sigue:

«El texto es una dinámica descripción, de claro recuerdo ultraísta, de un paisaje urbano en el comienzo de la noche. La poeta construye, a través de una proyección alegórica, otra vida que comienza cuando aparece la noche, en la que los componentes del paisaje urbano o son personas, o se personifican y se tornan en seres activos. Frente a la tranquilidad y silencio de la noche de la naturaleza, la ciudad continúa viva y despierta. Las acciones se suceden en una acumulación de imágenes yuxtapuestas, rebosantes de modernidad, bien a través de metagoges,  o bien por la evocación de rápidas impresiones simbolistas:  «Y se ven, dominando las huestes callejeras, / policías ecuestres con ondulantes capas».  Hay unos versos que evocan el cartel publicitario de alguna película de la famosísima cantante y bailarina Joséphine Baker  («Se ha tendido en lo alto, sobre las azoteas, / la etíope danzarina dulce y desmelenada»)….. La ciudad parece estar en fiesta nocturna y se respira una atmósfera de progreso y modernidad, habitual en las urbes grandes como Madrid, a la que seguramente se refiere en el poema.» (Ver  Nota 2).

Una estética tremendamente ultraísta, en que se funden imágenes diversas de forma veloz y simultáneas, escenas de la vida moderna en las que se intenta descubrir connotaciones líricas. Además, con frecuencia, no aparecen nexos, frases mediadoras o adjetivos inútiles, prevaleciendo el estilo nominal por lo que la continuidad del discurso queda interrumpida y se destaca la realidad de forma fragmentaria.

 

 Ciclista de Maruja Mallo
(Tomando a  Concha Méndez como modelo)

En paisaje urbano están los principales iconos de la modernidad de la época. Los automóviles: «Por el asfalto ruedan rehilanderas de acero / con sonoros flautines de voces esmaltadas». El alumbrado urbano:  «En el momento lívido, que hace inclinar las hojas / las farolas encienden su luz de madrugada». El metro, fantástico medio de transporte que une suburbios y centro, vertebrando la ciudad: «Por las profundas venas, el metropolitano /  veloz de puerto en puerto, acompasando escalas, / cruzando del suburbio a la gran avenida…». Los altos edificios: «Los vastos rascacielos emanan claridades / de las ruedas Catalina y luces de Bengala, …», con la surreal mención a la rueda catalina de los relojes mecánicos. Están también los anuncios publicitarios luminosos en lo alto, y la sensación del ritmo trepidante de la ciudad: “Se estremece un tic-tac de pasos epilépticos. / Se disparan a un tiempo cohetes de miradas.” Y la luz cimbreante y veloz que reflejan los escaparates en esos dos verso memorables:

Se juega a serpentinas a través de las lunas
de los escaparates – cintura cinemática –

Extraordinario poema, pienso, representativo, sin duda, de un carácter y una personalidad, la de Concha Méndez y de una época, los años veinte en el nacimiento del Madrid moderno.

Concha Méndez Cuesta

No es este el lugar para extenderse acerca de la biografía y la obra literaria de Concha Méndez, (Ver Nota 3), a la que, con muchos años de retraso, se le ha reconocido su importante papel en el panorama poético del 27. Sólo me gustaría dejar dos reflexiones:

En primer lugar, está la década prodigiosa de Concha Méndez; de 1925 a 1934 fue un ciclón; un bendito ciclón que se rebeló contra su estado; y ávida de aprender y de aprehender el mundo se fue de España, viajó y aprendió idiomas, practicó deportes: tenis, natación, esquí… y  escribió  libros de poemas y guiones de cine y literatura infantil. Algún coetáneo suyo escribió que por encima de su obra, lo mejor era la propia Concha Méndez. También se dijo que ella era la viva representación del surrealismo. Esa década y esa vida gloriosas que se disipan con dramas personales (muerte de su hija) y como con tantos otros españoles de la época con la tragedia de la guerra civil y el exilio.

En segundo lugar, me parece urgente re-estudiar la generación del 27 y poner donde corresponde la obra de las poetas de la misma, para darle la vuelta a la costumbre de comparar la obra de éstas frente a la de los poetas más consagrados de la generación; y pasar, en cambio,  a comparar la de éstos más famosos con las obras pioneras de algunas de estas poetas como Concha Méndez. O, al menos, de igual a igual. Ya que es un hecho que, por ejemplo, el Romancero gitano de García Lorca es de 1928 que es el mismo año de edición de Surtidor de Concha Méndez; y  Cal y canto de Alberti se editó un año después: en 1929.

Notas y enlaces

1La construcción identitaria de una poeta del 27: Concha Méndez Cuesta (1898-1986). Tesis doctoral de Begoña Martínez Trufero. Facultad de Filología de la Uned, 2011.

2. Se denomina metagoge a la figura retórica de pensamiento que consiste en aplicar a seres inanimados voces significativas de acciones, cualidades o sentimientos propios de los seres animados. En Paisaje urbano hay bastantes; entre otras: «Ya pasea la luna sobre las azoteas»; «Las farolas encienden su luz de madrugada»; «Un cielo, barnizado de cemento, sostiene / entre sus anchos dedos escasas luminarias»… En cuanto a  Josephine Baker, cinco años más tarde, Miguel Hernández la nombrará, también, en un poema de Perito en lunas;  «… danzarinas, si etíopes, celestes».

3. El artículo sobre Concha Méndez en Wikipedia es bastante completo. También ver, por ejemplo, Concha Méndez: una voz singular de la generación del 27 de Alfonso Sánchez o el muy interesante artículo Concha Méndez, la seducción de una escritora en la modernidad literaria del poeta Juan María Calles Moreno.  En el enlace http://arrinconarte-elrincondelarte.blogspot.com.es/2011/02/maruja-mallo-una-artista-en-libertad.html, se habla de la relación de amistad y colaboración entre Concha Méndez y la pintora Maruja Mallo.

 

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