La estatua del Jardín Botánico. Santiago Auserón.

Enlace a La estatua del Jardín Botánico de Santiago Auserón en poesía y ciencia

Hay críticos y poetas que piensan que el el decaimiento actual de la poesía, en el ámbito de la cultura y de la sociedad, se debe, fundamentamente, al hecho de que ésta, en un largo proceso de varios siglos, fue dejando de ser recitada y aprendida, o cantada; hablada en definitiva, para pasar a ser escrita. Así lo expresaba Leopoldo María Panero en una entrevista realizada en 1977 en la revista El viejo topo, junto con Biel Mesquida, al poeta Jaime Gil de Biedma. (Nota 1). 

«… la poesía cantada o recitada, toda la poesía ha dejado de circular desde el momento en que se convirtió en letra muerta, en escritura muerta y dejó de ser recitada, dejó de ser hablada.»

 

Jaime Gil de Biedma no estaba muy de acuerdo y mantenía que sí había poesía que seguía circulando. En el coloquio surgieron tres tipos de poesía que seguía siendo hablada y recitada: los eslóganes, («Se siente, se siente / Carrillo está presente», que es un pareado y es poesía), la poesía didáctica («Sigüenza, Molina de Aragón, Cogolludo, Cifuentes y Sacedón», poema nemotécnico para recordar los partidos judiciales de la provincia de Guadalajara); y las letras de las canciones de la música popular.

Las letras de las canciones quizás sean el ejemplo de poesía más viva y más vivida. Muchas de ellas tarareadas, las memorizamos y las cantamos y nos acompañan – a veces sin quererlo – toda la vida. En la música popular española hay numerosos ejemplos de letristas – que son verdaderos poetas – de altísima calidad. Aquí nos vendrían a la cabeza los nombres de magníficos poetas del mundo de la copla como Rafael de León, autor de Tatuaje y Ojos verdes, entre otras muchas, ó José Antonio Ochaita, autor de Cinco farolas o de La verde palma. Asimismo cantautores como Chicho Sánchez Ferlosio, Juan Manuel Serrat ó Pablo Guerrero. Y también, por supuesto, compositores  del pop-rock nacional como, por ejemplo, Carlos Berlanga en los grupos de Alaskalos Pegamoides y Dinarama, ó Santiago Auserón, en Radio Futura.

 

La estatua del Jardín Botánico

La estatua del Jardín Botánico supuso un punto de inflexión en la carrera de Radio Futura tras la remodelación de la banda con la salida de Herminio Molero y el asentamiento en el liderazgo de Santiago Auserón junto con el papel, también nuclear, del guitarrista Enrique Sierra. A partir de La estatua del Jardín Botánico, se alejan definitivamente de los parámetros estéticos y musicales de la que se denominó como Nueva Ola, representada en el caso del grupo por el postureo epatante y muy comercial de Enamorado de la moda juvenil, para transitar a una nueva fase más comprometida con el rock experimental que les acabaría de asentar como el más destacado grupo de la Movida Madrileña con su siguiente álbum La ley del desierto La ley del mar. (Ver Nota 2).

 

Según declaracion del autor, Santiago Auserón, que, a la sazón, era en ese momento estudiante de Filosofía en Madrid, (Ver Nota 3), la inspiración del tema fueron una mezcla de la lectura de la Monadología de Leibniz, que tenía (sic) «unas imágenes muy misteriosas que hablan de que dentro de cada estanque hay nuevos estanques y nuevos jardines, en el que siempre encontraremos nuevos peces y nuevas plantas. Esa imagen de mundos dentro de mundos me impresionó mucho.»; y, también, de la escucha de Another Green Area de Brian Eno, teclista  de Roxy Music que, recién, había abandonado la glamurosa banda británica para adentrarse en otros terrenos más experimentales.

En alguna ocasión, Auserón ha definido La estatua.., (enlace a versión en directo en La edad de oro), como una canción muy especial dentro de su producción: «Fue un chispazo de inspiración, no creo que jamás me vuelva a ocurrir, ni que haga otra canción igual».

En La estatua… que, como poema, está condicionada por su carácter musical – que es el que da medida a los versos, según la entonación – nos encontramos versos de entre 9 y 14 sílabas, predominando los dodecasílabos.

El principal encanto del poema es el misterio que siempre nos deja una vez escuchado. No hay circunstancias concretas claras. Pero sí que, ciertamente, el poema lleva dentro bastantes temas procedentes de los mundos de la ciencia.

En primer lugar, el «jardín tan extraño» acaba siendo el Real Jardín Botánico de Madrid; señera institución que fundada en 1755 por el rey Fernando VI, fue trasladado a su ubicación actual por Carlos III en 1781 y que continúa alumbrando con su preciosa y cuidada flora de todo el mundo el Paseo del Prado de Madrid. En su botánica penumbra ocurre la acción, (¿o inacción, quizás?), del poema en el que se alude a varias ciencias.

 

Luis y Santiago Auserón y Enrique Sierra de Radio Futura

Así, aparece pronto la astronomía, esperando un eclipse que presenta como un enigma. También, aparece después la geometría; con el dibujo de una elipse que la estatua traza entre el sol y su corazón. Porque estamos ante una estatua con corazón; un cuerpo con ilusiones que escucha el lenguaje de las plantas, (más botánica), lo que le ayuda a esperar sin razón.

Al final, la estatua se manifiesta metálica, lo que nos lleva a pensar en un robot evolucionado que, por el pensamiento y a distancia,  sigue el movimiento de los peces en el agua. Una estatua robot que interroga, (y se interroga por), al mundo y que tiene ilusión, pensamiento y esperanza.

Pedazo de poema, ideal para este final del verano y para comenzar este nuevo curso de poesía y ciencia.

Notas

1. Gil de Biedma o la palabra sentida sufrida y gozada. Entrevista de Biel Mesquida y Leopoldo Mª Panero, El Viejo Topo, num. 7, (abril de 1977, pp 41-43. (En Jaime Gil de Biedma. Obras. Poesía y prosa. Galaxia Gutemberg, 2010, pp 1197-1206).

2. Hay un párrafo explicativo o programático de La ley del desierto La ley del mar que da idea del gran aliento poético de Santiago Auserón y, en definitiva, de Radio Futura.

<< La ley del desierto es el agua. Pero ¿la ley del mar? No es la tierra ni el barco, sino el metal, una temible vibración del espíritu: la voluntad del capitán Ahab, tendida como un arpón hacia delante, la luz del abismo que atrae a los cuerpos. Herman Meville, Moby Dick: «La locura humana es amenudo una cosa astuta y felina. Cuando se piensa que ha huido, quizá no ha hecho mas que adoptar alguna otra forma silenciosa y más sutil». ¿Por qué el sueño de aventura adolescente se transforma tan pronto en rigidez, y el amor en usura. Pero la ley del desierto es aún más implacable. Nadie puede hundirse de una vez por todas en su inmensidad, sino vagar alerta, a la espera de un ruido: la alegría del agua, en pequeñas dosis. Los desiertos son las playas del futuro. >>

3. Santiago Auserón se doctoró en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid en 2015, con la tesis: Música en los fundamentos del logos. En el dosier-entrevista de Filosofía&Co, al que enlazamos,  nos podemos asomar a su interesante trayectoria filosófica,  siempre paralela a la musical. 

 

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