Poemas de laboratorio. María Cegarra.

Enlace a Poemas de laboratorio de María Cegarra en poesía y ciencia

Recibí la primera noticia de la existencia de María Cegarra a principio de este verano, en una conversación con el matemático Antonio Córdoba Barba, que me habló de una poeta de la región de Murcia que había sido la primera mujer Perito Químico de España y que había escrito unos poemas de laboratorio en los que la química estaba muy presente.

Así comenzaba la entrada dedicada a la poeta María Cegarra en este blog, el 20 de septiembre de 2016, centrada en el poema He sido una sencilla profesora de química que incluimos en poesía y ciencia. (Nota 1).

Cubierta de la primera edición de
Cristales míos, 1935.

Mis comentarios, entonces, estaban escritos desde el asombro y el deslumbramiento ante la obra poética de una mujer del 27, (pionera como profesional de la química en España); una poesía original que aplica,  en palabras de Ernesto Giménez Caballero, un «sentido sincero  y profesional del formulismo químico”. Una poesía, en sus inicios, calificada como pura, de un importante nivel de abstracción, plena de precisión y escrita a base de cortos párrafos en prosa y con un gran acierto en la combinación de poesía y química.

Era una entrada escrita, también, a partir de un conocimiento incompleto de la obra de María Cegarra; a través de unos pocos poemas desperdigados por diversas páginas de internet, ya que sus libros eran inencontrables. Acababa en septiembre de 2016, con el deseo de que alguna editorial valiente que reeditara la obra de María Cegarra.

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Cristales míos. María Cegarra Salcedo. Colección Torremozas. Madrid,  2017.

Nuestro deseo se ha hecho felizmente realidad ya la editorial Torremozas, dedicada en exclusiva a la edición de textos escritos por mujeres, ha editado, en noviembre del pasado año, Cristales míos,  primer libro de poemas de María Cegarra editado en 1935 por la editorial Levante.

La edición es muy cuidada, reproduciendo el libro original, incluido el prólogo escrito en su día por Ernesto Giménez Caballero. En este prólogo, además de los comentarios y apreciaciones relativos a la obra poética; se describe el clima de la época en La Unión, el ambiente familiar sumido en el dolor por la muerte de Andrés Cegarra Salcedo, hermano mayor de María, cuya figura se agiganta y muestra como fue un condicionante persistente en la vida de toda la familia Cegarra y de la poeta.

Incluye también la edición un Anexo fotográfico bastante completo en el que aparecen fotografías de María Cegarra y su mundo hasta ahora inéditas, procedentes de archivos familiares, del archivo de María Teresa Cervantes y, bastantes de ellas, del Patronato Carmen Conde – Antonio Oliver .

Cristales míos se completa con una introducción de su editor, Fran Garcerá, que lleva como título: Yo soy quien enciende las estrellas, tomado de uno de los versos del poemario; (concretamente el número 33 «Yo soy quien enciende las estrellas. Llevo un río condensado de luz que hace de arco con la altura.»); y como subtítulo María Cegarra Salcedo: poeta de cristales, fórmulas y versos (1899-1993).

 

Fran Garcerá es investigador predoctoral en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales de CSIC en Madrid, donde realiza su tesis doctoral sobre poetas españolas de la Edad de Plata (1900-1936), habiendo recuperado, además de la obra de María Cegarra, la de las poetas Margarita Ferreras y Mercedes Pinto. (ver Nota 2).

De la introducción, en la que se aportan nuevos detalles bio-bibliográficos de María Cegarra no conocidos – o no difundidos – hasta ahora, resaltaría varios aspectos. En primer lugar, observa como la emancipación de la mujer y su incorporación a la vida social española fue alcanzando en los años veinte y treinta, no sólo a la política, la cultura y la literatura, sino también a las ciencias y a la enseñanzas técnicas. En este aspecto María Cegarra sería una pionera, pues fue la primera mujer perito químico en nuestro país con, además, laboratorio propio. (Nota 3). Sobre esta relación de la poesía con la ciencia y la química en la poeta, indica (sic), «Su voz poética no pudo hacer otra cosa que decantarse entre fórmulas y cristalizaciones lo que hizo de su verso una intuición emotiva única.»

Otro aspecto destacado de la introducción es la descripción de como María Cegarra estaba perfectamente integrada en la vida cultural de su tiempo, participando y perteneciendo a diversas redes de colaboración de autores e intelectuales. Lo que facilitó que Cristales míos fuera reseñado por numerosa prensa nacional gracias a la publicación en la Editorial Levante (creada por su hermano Andrés), y a las redes citadas, lo que hizo que ejemplares del libro llegaran a las manos de los principales poetas del 27, como por ejemplo Vicente Aleixandre – de manos, probablemente de Miguel Hernández – que recibió el libro y le envió a la autora las palabras siguientes: «La ternura de su libro, como temblor contenido y transparente me llegan enseguida y me hacen participar de su emoción humana, no por recogida menos visible…»

Otra prueba de la participación de la poeta de La Unión en la vida cultural de la época es que apareció en la nómina de escritoras y artistas que la revista Noreste de Zaragoza publicó en un número monográfico bajo el epígrafe «Heroinas de vanguardia», junto con otras autoras como Carmen Conde, Ernestina de Champourcin Elena Fortún, entre otras.

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Poemas de laboratorio

En el índice de Cristales míos, Poemas de laboratorio aparece como pieza separada incluyendo los poemas numerados del 70 al 77, en una agrupación, por tanto, voluntaria por su temática muy relacionada con la química y actividades de laboratorio.

Hay que apuntar que estos poemas no son los únicos fuertemente relacionados con la ciencia. Por una parte, tras el bloque de Poemas de laboratorio, aparece también, como pieza separada el Ensayo espiritual sobre los perfumes, (poemas numerados del 79 al 81), que merecerían por su sensibilidad y por el gusto especial que María Cegarra les tenía («… las armas de amor de la química son los perfumes…»), merecerían un capítulo de comentarios aparte.

Por otro lado, en Cristales míos, hay – además de los anteriores mencionados – bastantes poemas en que aparece claramente, a traves del vocabulario e imágenes, esa preciosa conexión entrela ciencia química y la poesía. Como el número 7:

«He cerrado la puerta de mi corazón con una recia muralla de indiferencia, y a través de ella se ha filtrado – ósmosis de sentimientos – el paisaje anímico de una sonrisa.»

Volvamos a los Poemas de laboratorio. Debemos sumergirnos y empaparnos de su ternura y emoción, por su sensibilidad y concisión. Hagamos un recorrido por  la afirmación de la sílice, por los hidrocarburas que dan la vida; por la saturación, (que no existe pese a lo que la químca afirma); por ebulliciones y alambiques, transmutaciones y átomos; por las balanzas como crucifijos con su quietud y sensibilidad y por planos de ágata y cuchillos de acero.

Folleto informativo sobre la Konglutina,
cemento desarrollado por María Cegarra

Finalizo con una afirmación, sobre María Cegarra, del editor Fran Garcerá, que suscribo entusiasta:

«Devolverla de nuevo a la actualidad en pleno siglo XXI es un acto de justicia con el pasado de nuestra Historia Cultural y nuestro Patrimonio Literario.»

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Notas y enlaces

1. Les remito a la entrada  He sido una sencilla profesora de química de este blog del 20 de septiembre de 2016, sobre todo para las notas y enlaces bibliográficos, sobre la vida y obra de María Cegarra.

2. De 2015 es la tesis doctoral de María Rosa Penalba Moraga, de la universidad de Murcia, de título La obra literaria de María Cegarra en su entorno vital.

3. Una noticia curiosa que Fran Garcerá ofrece, en su introducción a Cristales míos, es que María Cegarra desarrolló un tipo de cemento para tapar los poros y grietas del hierro al que bautizó como Konglutina, figurando en el Anexo fotográfico una reproducción del folleto informativo sobre el mismo.

 

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