Ramón y Cajal, tenure track y contrato de acceso

En el notiweb de ayer, miércoles 20 de octubre, aparecía destacada la «Pregunta sobre la valoración de la eficacia del Programa Ramón y Cajal».

La pregunta fue formulada por Gabriel Elorriaga y contestada por Felipe Pétriz, Secretario de Estado de Investigación (páginas 9 a 11 de este documento).

El sentido de la pregunta es evidente: ¿Cuántos de los beneficiarios de Ramón y Cajal consiguen estabilizar su puesto después de haber expirado el propio contrato RyC?

Es además una pregunta oportuna. En realidad se trata de la reformulación de una consulta en la primavera pasada, el momento en que el borrador 1 de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación pasaba a ser un proyecto de Ley que sería debatido en el Congreso; además se cumplen 10 años desde la primera convocatoria del programa. Es buen momento para recapitular.

En abril no había elementos claros de juicio para responder; pero por fortuna ahora contamos con una encuesta de la Asociación Nacional de Investigadores Ramón y Cajal. Hemos subido la encuesta a los documentos de interés del Portal de Empleo i+D+i, podéis acceder aquí.

Dos tercios de la encuesta están dedicados a los problemas del marco y a las sugerencias de los propios investigadores para mejorar el programa. Dominan las demandas para que aumenten las herramientas de seguimiento de los beneficiarios, y para que se incremente el nivel de implicación de las instituciones de acogida.

Además de la respuesta que supone el documento, Pétriz afirmó que el contrato de acceso al Sistema Español de Ciencia y Tecnología no va a sustituir a las convocatorias Ramón y Cajal, que son un instrumento con vocación de permanencia. La idea es, precisamente, que sean el complemento para los investigadores que han terminado el contrato y han superado la evaluación correctamente, de manera que la articulación de los tres elementos (contrato RyC, evaluación y contrato de acceso al SECT) permita la implementación real de un sistema y eficiente de tenure track.

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