De cómo el padre fue devorado por su hijo

El subprograma INNCORPORA, inspirado en el subprograma TORRES QUEVEDO, ha terminado por absorber a este último.

Cuando hace poco más de un año el Ministerio de Ciencia e Innovación lanzó la primera convocatoria del subprograma INNCORPORA, estaba claro que el molde con el cual se había dado forma a este instrumento era el Programa Torres Quevedo para la incorporación de doctores en empresas: el objetivo de la incorporación de talento innovador se mantenía inalterado; las tareas financiables eran las mismas (estudios de viabilidad técnica previos, proyectos de desarrollo experimental y proyectos de investigación industrial); a las entidades que podían beneficiarse del programa se añadían las asociaciones empresariales, pero los destinatarios fundamentales seguían siendo las empresas, los centros tecnológicos y los parques científico-tecnológicos.

A pesar de las semejanzas, se sustituían los cimientos: el perfil de los “contratables” fue rebajado, inicialmente a los titulados universitarios y más tarde a los graduados superiores de Formación Profesional. Además, la apetitosa subvención del programa Torres Quevedo pasaba a ser un préstamo con interés cero. Nada mal si se tiene en cuenta cómo han cortado el grifo las instituciones de crédito, pero poca cosa para una cultura empresarial habituada, desde la entrada en la UE hace ya casi 25 años, a recibir dinero sin apenas rendir cuentas.

El hijo se parecía a su padre: un Torres Quevedo para titulados universitarios y graduados en Formación Profesional de grado superior. Nació su nomenclatura (TU, FPGS) y fue echando raíces. Por decisión del MICINN, el hijo estaba listo para devorar a su padre.

El pasado 12 de mayo de 2011, el BOE contenía una voluminosa Orden Ministerial (CIN/1192/2011) en la que se convocaban, de una vez, seis líneas distintas asentadas en el diseño común de INNCORPORA. El padre digerido supone la mayor anomalía, pues el resto de líneas están diseñadas para facilitar la incorporación de TU y FPGS. Además, mantiene una cierta independencia en cuanto que la formación, obligatoria en las demás líneas, es solamente optativa. Bien harán los doctores en valorar positivamente ese tipo de formación complementaria y profesionalizante.

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