La Síntesis y la vocación de ruptura en la obra de Calarcá

Por: Carlos Alberto Villegas Uribe*

Se aproximala conmemoración de la muerte de JaimeGarzón en Colombia, a quien está dedicada la exposición Rastreando Rostros. Ymientras esa fecha se acerca –13 de agosto fatídico– , continuamos con laquinta entrega sobre esta exposición de Fisonomía caricatográfica. En esta oportunidad, dedicada a interpretar la vida y la obra del Maestro deMaestros: Arles Herrera, Calarcá. Esperamos que los seguidores del blog deJuan García, Director del Departamento de Humor Gráfico de la Universidad deAlcalá de Henares, la disfruten.

Nacido enArmenia, capital del Quindío, corazón verde de Colombia y con el apelativo delrebelde y orgulloso cacique pijao por seudónimo; Arlés Herrera, Calarcá,es el más importante cultor de la fisonomía caricatográfica en Colombia.

Y no porquela historia del arte colombiano no registre nombres tan representativos comolos de Jorge Franklin, renovador por excelencia; Ricardo Rendón, figuraparadigmática;  Omar Rayo artista queinició su carrera en las artes plásticas cultivando el género de la caricaturagráfica (caricatografía)– o Ismael Roldan quien desde Estados Unidospone en alto la bandera colombiana. Ni porque no existan trabajossignificativos de figuras como Harold Ortiz –Tayrona– o Jorge RestrepoHernández entre la miríada de jóvenes colombianos que empujan con propiedad.No. Su importancia radica en que, ninguno como él tiene una presencia integralen el arte de la caricatura desde las primeras décadas del Siglo XX yprincipios del XXI.

Los cincuentaaños de caricatografía política de la más férrea oposición a un Estado deDerecha cada vez más consolidado o la dirección de las cuatro versiones del FestivalLatinoamericano de Humor Gráfico (1987-1990), le valdrían para conquistarun escaño en la historia de la caricatura colombiana. Sin embargo, hay motivosmás poderosos.

 

La calidad desu obra, la vocación de ruptura y la permanente reinvención de su trabajo, sonotros de los argumentos que lo consagran. Acompañado de la complicidad de losintegrantes del Taller de Humor y El Cartel del Humor, impulsó lafisonomía caricatográfica en el Pabellón del Humor de la Feria Internacional deBogotá y les enseñó a los colombianos de finales del siglo XX, a mirarse en elespejo cómico. Con este aporte colectivo, que involucró decididamente al otrosignificante, la fisonomía caricatográfica dejó de ser un motivo de burlapor parte del oficiante, para convertirse en motivo de gozo para la personacaricatografiada.

 

Calarcá es unartista que se reinventa cotidianamente y que siempre tiene un horizonte poralcanzar. Sus incursiones en la caricatura tridimensional (caricatopía)le valió que Cuba le concediera el primer premio, por la fisonomía en broncedel poeta cubano Nicolás Guillen; uno de los muchos premios cosechados en sudilatada trayectoria. Desde la exposición Veintitrés IlustradoresColombianos (1991), hasta la actual exposición de Rastreando Rostros(2009), se aprecia una voluntad de evolución que varía  del manejo formal de la figuracaricatográfica a una obra que encuentra en el color festivo, en la síntesisy en el material plástico la riqueza de su nuevo fruto. Y en todo esterecorrido, la ruptura con los formatos y la transformación de la mirada, pararetar a sus colegas a arriesgar, pero también para retarse a si mismo a lapropia superación.

 

Pero quizás,el motivo de mayor trascendencia es su condición de Maestro de Maestros. Parano ir lejos, quienes integran esta versión de Rastreando Rostros hanabrevado en su saber. También centenares de colombianos han apropiado susenseñanzas; bien en los 20 años de docencia en la  Escuela Nacional de Caricatura quefundaran en Bogotá los caricatógrafos Jairo Álvarez y  Diego Toro, en compañía del gestor culturalMario García; bien en el Taller2, la nueva aventura misionera de MarioGarcía en el Quindío,  o a través de losmiles de talleres–relámpago en los diversos festivales, concursos yeventos a los que lo invitan. A lo largo y ancho de la geografía nacional,Calarcá ha enseñado, con generosidad de verdadero maestro, los rudimentos delarte de rastrear el rostro humano con voluntad humorística.

 

Y a pesar desu grandeza y su presencia efectiva, Calarcá sigue siendo un artista que nogoza del reconocimiento mediático. Tal vez, porque a diferencia de otros, suconcepción de sencillez le impide pasearse como vedette en las frívolaspasarelas capitalinas; pero, con mayor seguridad, porque sus inquebrantablesprincipios ideológicos le motivan a militar en la izquierda colombiana y a  publicar en el semanario Voz; opositorpor excelencia en el obsecuente País del Sagrado Corazón (representado ahorapor el logosímbolo de Colombia es pasión) ¡Que Alá nos proteja aunqueBalaguer nos presida y Jorge nos destripe!

 

No obstanteel ninguneo oficial y mediático, que es igual aunque independiente, latrayectoria de Calarcá tiene un reconocimiento alternativo y es admirado tantoen su propio país como en el exterior.

 

El Festivalde Historieta de México le tributó un homenaje como Invitado de Honor; La PlumaSonriente hizo otro tanto desde Costa Rica; Cuba lo ha invitado en diversasoportunidades como jurado de sus concursos, los franceses lo convocaron, encompañía de Vladdo y Rabanal, al Festival de Humor Gráfico que lidera DominiqueHervé, y España lo enalteció con una exposición en Alcalá de Henares. En estatierra se realiza uno de los festivales más consolidados del mundo del HumorGráfico y  se ofrece el mayor de losgalardones a los caricaturistas: El premio Quevedos, equivalente alpremio Cervantes en Literatura.

 

Nada distintopasa en los circuitos alternativos y librepensadores en Colombia. En el Valledel Cauca, el Salón de Historietas y caricaturas Calicomix, le otorgó,en reconocimiento a su trayectoria, el premio en Caricatura Política (1995). LaGobernación del Quindío lo incluyó en la Antología A punta de Lápíz, elQuindío en la caricatura colombiana y le entregó el  Retablo Quimbaya, Maestro de Maestros(2000). En Antioquia, el Consejo de Rionegro, en pleno, le reconoció sucondición de  Caricaturista Ilustrey  la Universidad Católica deOriente exaltó su labor pedagógica (2002). En Boyacá, la Asociaciónde Artes Plásticas, enalteció públicamente su labor de artista de lacaricatura (2003).  Y así, la gratitudse desgrana por el territorio en una sinfonía de pueblos, asociacionessociales, sindicales, campesinas y estudiantiles innumerables. Sin embargo él,desde su sencillez, comenta:

 

El premio más bello que he recibido, sin demeritar otros, fue el querecibí cuando al terminar un taller con niños abandonados, un chico de uno diezaños, más o menos, me dijo:

 

–Espéreme profe–

 

Salió y al regresar me entregó en una bolsa de papel dos panes de 10pesos, diciéndome:

 

– Gracias por enseñarme a hacer caricaturas

 

Aún guardo las harinas de esos dos panes que encierran todo el amor del mundo de manos de un niño.

 

Nunca unartista que disfruta del anonimato ha sido tan reconocido ni tan querido. En laXX Conferencia de Investigadores sobre el Humor, realizada en Universidad deAlcalá  de Henares, en el  2008, Jesús Zulet, caricaturista gráfico de ElCorreo, compartía una anécdota al respecto. Cuando Calarcá realizó laexposición y caminaban con él por las calles Alcalaínas; en cada cuadra alguienlo paraba para saludarlo. Zulet  rematabala anécdota con la exclamación: “Jo, a ese tío lo conocían en Alcalá más que acualquiera de nosotros”.

 

En estaoportunidad, Calarcá regresa a la fisonomía caricatográfica con su fuertevoluntad renovadora. En anteriores exposiciones había abandonado los pequeñosformatos del oficio cotidiano, para aplicar los conocimientos académicosadquiridos en la Universidad Patricio Lumumba a la exigencia de la acuarela en tamaño pliego. Ya  había buceado con propiedad en la caracterizacióny el diseño como notas características de sus pasadas exposiciones. Enesta oportunidad es la síntesis la que anima la nueva incursión.

 

¿Cual es laesencia del gato que no implique pintar sus bigotes?

 

¿Cuál laaicidad de las aes?

 

Parecierapreguntarse en cada personaje abordado. Y los va despojando de sus rasgossuperfluos para brindar, con el menor número de elementos posibles la mayorinformación sobre el carácter psicológico, estético y sociológico que losquintaesencia. Proceso formal de diseño y caracterización a través delpredominio de la síntesis: recarga, exageración de lo esencial. No en vanoenseña en sus talleres que la fisonomía caricatográfica es el resultado de unamirada tendenciosa del rostro humano y del espíritu que el cuerpo alberga.

 

El extremo dela síntesis se aprecia en “Dioselina Tibana”, personaje que creara JaimeGarzón. A través de ella nos sugiere que en los tiempos aciagos del “DoptorGordito”: para lo que había que ver, con un ojo bastaba. Claro, un ojopicaresco y picante, como muchos de los cocinaos que se hacían enPalacio.

 

¿Quien nosonreiría con la síntesis de Groucho Marx, ese rostro de tabaco que fuma y alque los ojos le bailan de felicidad?

 

¿Cómo nodescubrir el revés de la seriedad en la figura parnasiana de un Borges festivo?De esta forma subraya la risa como correlato profundo de sus escritos y susasombros más íntimos. Quienes hayan reído con Pierre Menard, autor delQuijote, o con La secta del fénix y su referencia velada a lafelicidad manual, sabrán de qué hablamos.

 

¿Quién,medianamente informado no reconocería en ese Quevedo sin cuerpo nirostro, el espíritu socarrón y pendenciero que le compelía a la caricaturaescrita (caricalomía) y a los duelos esquineros?

 

Como su colegaQuevedo (ambos caricaturistas, sin duda), el maestro Calarcá sabe que,en este especial coto de caza, es preciso recargar tanto las formas que lanaturaleza dibuja en el rostro y en el cuerpo humano, como en los contextos enque esas formas se mueven. Por eso, Cortazar es acentuado por los librosque escribiera el cronopio mayor; Ronaldiño por el balón que pateacotidianamente y Dalí por las paletas que se vuelven tan blandas comosus relojes. Nótese cómo en su Quevedo, la pluma (calamus) es eleje articulador de una síntesis fisonómica que se apoya en los libros paradejarnos en la retina una abstracción de la gorguera y el volumen de su cuerpo.Y debe apreciarse también que enfatiza los quevedos como el rasgo físicocircunstancial que precisa al caricalomista madrileño.

 

La síntesis,la capacidad de transmitir la mayor información con el menor número deelementos, es, pues, el predominio, el horizonte de mirada de esta nuevaexpedición de Calarcá como rastreador de rostros.

 

 

* Escritor,artista, gestor cultural, en la actualidad realiza la tesis doctoralPsicogénesis de la Risa, en la Facultad de Comunicación de la UniversidadComplutense de Madrid.


 



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