FORGES / HUMORISTA GRÁFICO

“¡País!”

Si les digo que ayer le dieron el Premio Quevedos a Antonio Fraguas, lo más probable es que ustedes se queden indiferentes, ahora bien, si además añado que es ese humorista que firma con la traducción de su apellido al francés, “Forges”, lo más probable es que suelten un ¡Ah, coño!.

Porque Forges es el fenómeno social de mayor repercusión que ha dado el humor gráfico en España durante toda la Historia; cierto es que ha habido otros como Padró en la Barcelona de la Primera República, Bagaría en el Madrid de la Segunda, K-Hito y su personaje Gutiérrez poco antes o Perich e Ivá, durante tiempos recientes, pero ninguno como Forges ha llegado a alcanzar las mismas cotas de éxito. No podemos olvidar aquí a un segundo Antonio, Antonio Mingote, curiosamente nacido el mismo día que Forges, otro fenómeno casi comparable a él, pero que moviéndose en distintos círculos, no ha llegado a calar tanto en el hombre de la calle como lo ha hecho Forges. La popularidad de Forges es tal, que sus chistes se recortan y se exhiben en despachos y oficinas, en clínicas y hospitales y, como dice Madrigal (el tercer Antonio del humorismo español), hasta en los talleres mecánicos junto a las gachises en pelota viva. Sus viñetas se comentan entre amigos, en tertulias radiofónicas, en los informativos de radio y televisión, e incluso ya va siendo habitual que cuando un internauta abre el correo electrónico, se encuentre con las viñetas de este autor que alguien le envía.

 

Forges es el innovador del dibujo y del lenguaje; sus tipos con cabeza de bombilla, nariz de perro, gafotas y, si acaso, con tres pelos ondulados emergiendo inhiestos de una cabeza lironda; sus “forgendros”, “blasillos”, “romerales”, “focas” y otras muchas invenciones, personajes, y dichos -“jopé”, “leñes”, “pues vale”, “sasto”, “ya empezamos”, “maldición”…-  del universo de Forges, han llenado las páginas y portadas de las principales publicaciones de las últimas cuatro décadas.

 

Forges afirma que tal manera de hablar la tomó prestada de aquellos compañeros de Televisión Española en donde entró con catorce años de chico de los recados, y con los que compartió bocata de calamares y porrón durante dieciséis más. Dice además que no sabe dibujar, a lo que habremos de responderle con una de sus frases preferidas y, precisamente, título de su primera película: “¡País!”.

Artículo remitido por José Orcajo.

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