Final de la campaña de observación

Benjamín, David y Amelia

Ya estamos en casa. La última noche de observación fue del domingo al lunes 20 de febrero. Como os cuenta David en el mensaje anterior, Amelia y él tuvieron una alerta de explosión de rayos gamma al comienzo de la noche. La verdad es que fue emocionante. Paso a contaros cómo fue nuestra segunda y última «media noche»

A la 1.30 de la madrugada del día 20, Amelia y David nos cedieron el telescopio y en 40 minutos -hubo algún problema de inicialización de la electrónica al cambiar de instrumento- Carlos y yo estábamos observando. Nuestras estrellas son bastante brillantes, así es que no necesitamos normalmente comprobar el campo con una carta de identificación, de modo que el apuntado es sencillo. Sólo hay que hacer una pequeña corrección para introducir la luz de la estrella en el espectrógrafo, el instrumento que dispersa la luz.

Al contrario que en la primera media noche, 24 horas antes, la humedad era bajísima (no pasó del 20% en toda la noche) y la transparencia y calidad de la atmósfera fue muy buena. Los astrónomos usamos un término en inglés de difícil traducción, «seeing», para  describir la calidad del cielo una noche. En pocas palabras el seeing es el tamaño en que se convierte la imagen de un objeto puntual debido a las turbulencia de la atmósfera. Un seeing de menos de 1 segundo de arco es muy bueno, y eso es lo que tuvimos en la mayor parte de la noche.

No hubo ningún problema técnico, y desde las 2.15 hasta casi la hora del amanecer, las 7.30, logramos obtener espectros de 14 estrellas. Uno se va muy satisfecho a dormir y deseando que lleguen los datos para poder trabajar con ellos. Es un placer especial obtener resultados de observaciones que ha hecho uno mismo.

La bajada desde el Roque fue buena. Condujo Amelia, y gracias a su suave manejo del coche fue la primera vez que no me mareé bajando de ese observatorio en un coche que yo no conducía. Comimos en un restaurante un pescado típico canario a la plancha -alfonsiño se llama- y papas con mojo, y a las 17.30 avión y a casa. Por cierto, que cuando llegamos a Barajas, Iberia nos dejó aparcados en medio del aeropuerto cuando a 200 metros se veía la T4 con montones de «fingers» libres para aparcar los aviones, así es que nos montamos en la jardinera que nos estaba esperando, y nos marchamos a casa.

Supongo que la impresión que hebréis sacado los que hayáis seguido el diario de la campaña de observación es que nos apasiona lo que hacemos… pues es totalmente cierto. Esperamos haberoslo trasmitido bien.

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