El observatorio de La Silla.

O por qué las instalaciones científicas  de tamaño medio deben seguir existiendo.

David Barrado y Navascués

Me encuentro en el observatorio astronómico de La Silla, a unas dos horas en coche de La Serena, capital de la IV región de Chile. Este sitio siempre ha sido mítico para mí, por diversas razones, aunque ya no es uno de los grandes  observatorios del planeta. Ahora se  habla de cerrarlo, pese a su gran productividad, siguiendo uno de los mantras de ciertos gestores científicos («si no es grande, ahorra y cierralo»).

Es la primera vez que estoy en este lugar. He de confesar que me ha costado bastante esfuerzo; varias de mis propuestas anteriores fueron rechazadas por diversas razones (para saber algo sobre el proceso de selección de proyectos en observatorios astronómicos leer la entrada del cuaderno de bitácora «¿Cómo observar en un gran telescopio?«). Diría casi que me ha sido más fácil conseguir utilizar los telescopios de ocho metros del observatorio de Paranal, o los de seis y medio de Las Campanas, también localizados en Chile.

Siempre soñe con poder venir aquí, desde que en el colegio compraba por entregas una enciclopedia dedicada a la Astronomía. Entonces La Silla representaba la cúspide en más de un sentido: uno de los mejores sitios para instalar telescopios, tecnología puntera, y un éxito de la colaboración europea, el Observatorio Austral Europeo o ESO. Representaba también el sueño de llegar a ser un europeo de pleno derecho, pues España no pertenecía entonces a esta organización, como a tantas otras. Sí, ha sido emocionante llegar hoy aquí.

Vista aerea del observatorio de La Silla, localizado en el extremo Sur del desierto de Atacama(Créditos ESO)

El observatorio de La Silla posee dos telescopios de clase cuatro metros. Ya hay bastantes en el mundo, y ciertamente uno de ellos no es muy moderno. En la era de los telescopios de ocho y diez metros de diámetro, rara vez los descubrimientos realizados por los de clase cuatro metros aparecen en la prensa o son las estrellas de los congresos científicos. Así que la ESO, organismo en el cual entrará España el próximo 1 de julio, se plantea cerrarlo. El objetivo es optimizar esfuerzos, centrarse en lo que importa. O eso dicen. La misma estrategia estan siguiendo los britanicos a raíz de su adhesión a ESO, hace un par de años o poco más. Se quiere ahorrar costes para invertir en “lo último”. Ahora se piensa en un telescopio de clase 50 metros.

Grave error, pienso yo. En primer lugar porque al cerrar instalaciones científicas pequeñas o de tamaño medio (mi reflexión es válida para cualquier tipo de instalación, sea un acelerador de particulas, un centro de supercomputación o un laboratorio de biología) se impide realizar una gran cantidad de Ciencia. Son proyectos que nunca se realizarán en instalaciones más grandes, donde la competición es mucho más dura. Además, el ahorro no es tan importante. Por otra parte, se cierra el paso a la realización de proyectos piloto que permitirían un uso más racional de telescopios de tamaño superior. O, sencillamente, se impide su uso de manera complementaria, realizando las observaciones más sencillas con los telescopios de cuatro metros, y dejando las más complejas y exigentes para los gigantes.

Finalmente, hay un elemento democratico, si se puede aplicar este término a las actividades científicas. Las grandes instalaciones concentran gran cantidad de recursos en unos pocos sitios, en unos pocos equipos, fuertes y grandes, dejando fuera en muchos casos a grupos más independientes o reducidos, o con ideas fuera del consenso aceptado. De alguna manera esta estrategia induciendo la formación de aristocracias (¿o tal vez oligarquías?) en cada área del conocimiento. La disponibilidad de instalaciones menos potentes facilita que esos grupos independientes sigan realizando su labor, fomentando la diversidad en el avance científico y evitando el exceso de inversión de esfuerzos en una sola via y la concentración de poder.

El cielo nocturno desde La Silla, reflejado en el telescopio submilimétrico, localizado en primer término (crédito ESO).

Tal vez escriba estas líneas afectado por la belleza del lugar, por cierto romanticismo. Contemplar, como hacía yo hace unos minutos, el cielo austral desde uno de los lugares más obscuros del planeta es una visión que difícilmente puede dejar indiferente. No hay Luna, y se ven cientos, miles de estrellas cuando dejo que mis ojos se acostumbren a la obscuridad. La Via Lactea se revela en pocos instantes. Algo después aparecen las nubes de Magallanes. Y a retazos la estructura la Galaxia se nos muestra, con sus zonas casi negras debido al polvo y gas interestelar que acumulan. Creo que no me cansaré nunca de mirar. El espectáculo, siempre el mismo, se muestra cada vez de una forma diferente. O así lo siento yo.

La Gran Nube de Magallanes (crédito Loke Kun Tan, starryscapes

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10 comentarios

  1. Fin de la campaña de observación. Todo ha ido estupendamente, desde hacía un par de años no habia tenido una campaña similar, sin problemas, con el 100% del tiempo limpio, sin problemas técnicos. Ahora que recuerdo, fue también en Chile, cerca deauí, en el observatorio de Las Campanas, a pocos kilómetros en línea recta (de hecho, se ve a simple vista).

    Amelia y yo hemos tomado fotos muy interesantes. Creemos que hemos avistado el rayo verde. Las pondremos en el blog al regresar a Madrid, y comentaré extensivamente sobre este fenómeno.

    Hasta entonces

    D.

  2. Me entere que se descubrio un planeta parecido a la Tierra y es el 581c a 20 anos de luz de aqui que gira alrededor de una estrella enana llmada Glais 581Quisiera por favor saber mas detalles de es acontecimiento. gracias

  3. Estoy vínculada a un Proyecto en Colombia, investigo la Constelación de la Crux del Sur. Agradesería ver imagenes de la Constelación mencionada.

    Agradezco las investigaciones realizadas por los Astrónomos del observatorio de la Silla.

  4. Don’t worry; these berries won’t cause an oompa-loompa-like reaction. In fact, they’re nutritional superstars, filled with fiber, vitamin C, and cancer-fighting compounds. And studies suggest blueberries may even improve memory !

  5. Ch-ch-ch-chia! Yep, this little seed is the same as those adorable little ceramic animal planters of the 90s! But don’t worry, the nutritious part is not the clay pot. Chia seeds are actually loaded with the most essential fatty acids of any known plant! Plus, one serving of the stuff is loaded with magnesium, iron, calcium, and potassium.

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