Una colaboración internacional liderada por astrofísicos de la Universidad de Tucson descubre un planeta en un sistema que contiene tres estrellas. El hallazgo ha sido posible por el uso de un nuevo instrumento perteneciente a un telescopio de 8 metros del Observatorio Austral Europeo.

El sistema estelar, conocido como HD 131399, se compone de un estrella más masiva y caliente que el Sol, y un sistema binario con componentes más rojas y débiles. La estrella dominante, identificada por la letra A, tiene una temperatura superficial de 9000 grados C y una masa casi dos veces la del Sol. Las otras dos estrellas, denominadas B y C y separadas entre sí por 10 veces la distancia entre la Tierra y el Sol (unidades astronómicas), tienen temperaturas de 5400 y 4100 grados centígrados. La primera sería muy semejante al Sol mientras que la segunda tendría una masa algo superior a la mitad de nuestra estrella. Ambas estarían separadas de la componente principal A por una distancia de 300 unidades astronómicas. Esto es, unas siete veces la distancia que ha recorrido la sonda Voyager I desde que se lanzó en 1977 y que se encuentra en los confines del Sistema Solar.

Ilustración que muestra el nuevo planeta en primer plano, junto a tres estrellas con sus distintos colores. Crédito ESO/L. Calçada.

 

El planeta, ya conocido como HD 131399Ab, está girando alrededor de la estrella primaria, en una configuración única hasta momento, al ser su órbita muy amplia y encontrarse muy alejada de su estrella. Su año sería de entre 400 y 700 años terrestres y la distancia que los separa es de 80 unidades astronómicas. Esto es, aproximadamente un tercio de la distancia de la estrella A hasta el sistema binario B-C. Aun así, el doble de la que dista desde el Sol a Neptuno, su planeta más alejado.

 

Imagen compuesta que muestra las tres estrellas y el nuevo planeta, y que identifica cada uno de ellos. Crédito ESO/K. Wagner et al.

El descubrimiento, anunciado por el Observatorio Austral Europeo (ESO por sus siglas en ingles) se ha publicado en un artículo de la prestigiosa revista Science y ha sido posible por el uso de uno de los nuevos instrumentos de Observatorio Austral Europeo, en Chile. SPHERE, acrónimo de “Spectro-Polarimetric High-contrast Exoplanet Research”, es un instrumento que trabaja en el rango infrarrojo del espectro electromagnético, similar a la luz pero que los seres humanos no podemos detectar. Usa una técnica denominada óptica adaptativa extrema que le permite corregir las perturbaciones introducidas por la atmósfera terrestre y además se beneficia de una técnica denominada coronografía que permite atenuar la luz del objeto central, mucho más intenso, de manera análoga a cuando usamos la mano para ocultar el Sol cuando queremos ver un objeto mucho más débil que está en las proximidades.

Figura 3: Este diagrama ilustra cómo son los desplazamientos de cada uno de los componentes del complejo sistema estelar y planetario HD131399. Crédito ESO.

Las imágenes de SPHERE permiten derivar una masa planetaria de unas cuatro veces la del planeta Júpiter y muestran la complejidad del sistema. También han permitido la caracterización de las propiedades de la atmósfera del planeta, que es mucho más frío que objetos análogos descubiertos por otras técnicas como la de los tránsitos planetarios (análoga a los eclipses de Sol).  Su temperatura superficial es de unos 550 grados centígrados, en cualquier caso mucho más alta que los planetas más cálidos del Sistema Solar, Mercurio (por su proximidad al Sol) y Venus (por su infernal efecto invernadero), La temperatura de  HD 131399Ab es debida a su extraordinaria juventud, un bebé a escala estelar, lo que además posibilita su detección al ser mucho más brillante que planetas análogos pero más viejos. Además, el tirón gravitatorio que ejercen las dos estrellas secundarias es tan intenso que el equipo descubridor, liderado por Kevin Wagner y su director de tesis Daniel Apai, piensa que el sistema es inestable y que el planeta pudiera haber nacido de los restos de la formación de las estrellas más débiles y incluso que eventualmente el planeta pueda ser expulsado. Así, su destino sería vagar por las oscuridades del espacio sin estrella que lo ilumine. Mientras tanto, el planeta disfruta de tres amaneceres y atardeceres cada día, en un despliegue multicolor, dentro de un ambiente exótico.

David Barrado

CAB (INTA-CSIC)

 

 

 

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11 comentarios

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