La malaria de Carlos V y de otros españolitos…

Quién iba a suponer que las técnicas de biología molecular se convertirían en herramientas para uso y abuso de historiadores. Ahora le toca el turno a la malaria que sufrió, en sus últimos días, Carlos V y de la cual dicen que murió en el monasterio de Yuste; no fue el único…

 

La técnica es verdaderamente sencilla de realizar (si tienes la muestra), bien con anticuerpos que reconocen ciertas proteínas de Plasmodium (el parásito que causa la enfermedad), que se ha mostrado muy resistente a la degradación a lo largo del tiempo (una de estas proteínas se denomina HRP-II, siglas en inglés de proteína rica en histidinas-2), y aplicado con éxito a momias de faraones egipcios; o bien, con sondas específicas de DNA, que reconocerían DNA del parásito, si estuviera en la muestra a analizar, y ya sabemos que el material DNA aguanta bastante tiempo sin degradarse totalmente… Por lo tanto, si se encuentra alguno de estos materiales específicos de Plasmodium en los restos (creo que de un dedo meñique) de nuestro rey Carlos I, podremos confirmar si tuvo la enfermedad e incluso si, posiblemente, murió de ello.

Pero de lo que quiero hablar aquí no es de lo «listos» que somos aplicando kits de detección de DNA o proteínas a muestras fósiles, o no tanto, y determinar su identidad; sino más bien, y en unas pocas líneas, lo relevante, lo presente que ha estado la malaria en la historia de España y de otros imperios que se dieron en otras épocas. No hace falta decir que a lo que realmente nos conducen todas estas notas es a preguntarnos por el futuro de esta enfermedad en nuestro mundo (el nuestro y el tercer mundo). Y, como es un tema a considerar con todo el conocimiento posible, sólo digo en este momento que es importante conocer su historia. La malaria ya estuvo en España, conoce el terreno, de que vuelva en un futuro más o menos próximo dependerá de que concurran varios factores. Uno de ellos, nuestro potencial para luchar contra cualquier brote es, creo yo, infinitamente superior al que tuvimos en otros momentos, pero hay otros que son nuevos, como la inmigración desde países endémicos, que ocurren en nuestros días y, en conjunto, no sabemos cómo influirían en el potencial establecimiento de la malaria en España. Pero este es otro tema que no toca ahora.

La malaria ha estado presente en Europa hasta buena parte del siglo XX, incluyendo los países nórdicos. En España, la OMS certificó erradicada la malaria en 1964 (no hace mucho, ciertamente). En épocas anteriores, esta enfermedad ha sido causa de elevada mortalidad: la Cuenca del Llobregat, delta del Ebro, región levantina, Andalucía, ambas Castillas, Murcia, Extremadura, las áridas llanuras manchegas (en la mayor parte del territorio nacional, exceptuando la parte norte) no pudieron substraerse a la influencia de dicha enfermedad. De tan importante efecto no se han podido librar ni los más poderosos: Reyes, Grandes de España, Títulos y personalidades, así como, pobres gentes. Todos ricos y pobres la contraían. Carlos V muerto en Yuste de malaria perniciosa, Felipe II, Felipe IV, Felipe V, Fernando VI, Carlos II y tantos familiares reales y nobles palatinos enfermos de tercianas y cuartanas, nos confirman este hecho. Y si esto pasaba entre los poderosos, pensemos en la posición de los desvalidos, de la población indigente del medio rural español, expuesta al constante peligro que la minaba y en el más completo desconcierto e incultura: «que venga el arroz, aunque nos muramos todos…», decían los labradores levantinos; «no sé que tienen los higos que dan fiebre….» repetía la mujer extremeña, que asociaba la malaria endémica con alguna higuera en cuya sombra buscaba frescor durante el día el mosquito vector.

De este enfoque histórico (junto con el presente y futuro) preparamos un libro basado en los estudios de: Rico Avello C. y Rico. Aportación española a la historia del paludismo. Revista de Sanidad e Higiene Publica (Madrid) 1947; 21: 483-733. De la tesina titulada «El paludismo como enfermedad profesional» de Eduardo Rué Plaza, Escuela Medicina del Trabajo. Madrid 1987. Intentaremos resaltar algunas de las posibilidades y retos con los que nos enfrentaremos y se especulará con lo que deberíamos esperar en el futuro en la lucha contra la malaria.

 

Antonio Alcina Madueño

Instituto de Parasitología y Biomedicina López Neyra, CSIC, Granada

Compartir:

Deja un comentario