¡La investigación está desnuda!

“Un día decidió que su pueblo merecía también disfrutar la hermosura de su traje y sale del palacio para recorrer su reino. El pueblo lo ve desnudo, pero por temor a contradecirlo, no dice nada. Hasta que un inocente niño lo descubre y grita:
“¡El Rey está desnudo!”

Extracto resumido de “El traje nuevo del Emperador” (Hans Christian Ardersen)

Siempre me he tenido por un inocente intrépido –o un intrépido inocente, para el caso…- con más sinapsis en la lengua que en el cerebro. Por ello, desde este mismo momento aseguro que no pretendo ofender, culpar, ni siquiera denunciar. Las cosas son como son. Los hechos, como los sueños, hechos son…

 

Hace poco hice algunas reflexiones sobre lo que consideraba eran puntos confusos en la selección de proyectos en difusión científica. Algunos de los comentarios dejaron claro que se trata de un tema polémico. En aquella ocasión, grité que “el rey estaba desnudo” más porque necesitaba escucharlo que por informar sobre esa obviedad. La selección de proyectos de divulgación científica, a mi parecer, adolecía de las garantías básicas.

 

Hoy, vuelvo a ver al “rey desnudo”. En esta ocasión, referente a la investigación básica y, nuevamente, al reparto de las pocas migajas presupuestarias para llevarla a cabo. Estamos en España muy acostumbrados a que premios al mejor investigador, grupo o línea joven, emergente se lo lleven investigadores que ya de lejos han pasado las cuarenta primaveras. Hasta ese momento, al parecer, se arrastra la etiqueta de becario o… “en formación”. Así están las cosas en un país que aspiramos al 2% del PIB para investigación (excluida la militar, quiero entender…).

 

Además, si has “crecido” científicamente en la rueda de un departamento universitario, la investigación no te pertenece. La productividad científica no te pertenece. Estás en un laboratorio, si hay suerte, haces la tesis, si hay suerte, sigues investigando para alguien, si hay mucha suerte. Siempre dependiendo de si, el “Group leader” de turno te apoya en mayor o menor medida…

 

Soy un afortunado; es cierto. Obtuve una plaza estable en 2001. Sin embargo, y a pesar de que, tal y como indican las siglas PDI (Personal Docente e Investigador), se presupone cierta obligación a la enseñanza (que me apasiona) y a la investigación (que me apasiona), no he conseguido un sitio físico mínimo donde tratar de llevar a cabo mis proyectos hasta principios del presente año (y no me pregunten la edad…). Durante estos largos años del nuevo milenio, nómada, con colaboraciones puntuales de gente que me aprecia (siempre hay un roto para un descosido, solía decir mi abuela…) he podido seguir adelante. Sin prisa y con las menores pausas posibles. Un artículo aquí, otro allá…

 

Ahora, la pescadilla debe dejar de morderse la colita (con perdón) y, por ello, con un pequeño espacio cedido, con un artículo recién publicado –varios en preparación, como mandan los cánones-; con una tesis recién leída; con varias tesis de máster, proyectos fin de carrera y colaboraciones en marcha, vuelvo a pedir un Proyecto del ansiado Plan Nacional. ¿En plena crisis pertinaz? ¡Debo estar loco! Pero bueno, tengo un as en la manga. El ministerio ya ha “bendecido” positivamente mi investigación. Me han concedido una beca FPI (Formación del Personal Investigador). Esto es, dinero para que un becario de buen ver –curricularmente hablando, claro…- investigue en mi laboratorio durante 4 años. Esta confianza en mi gestión investigadora me honra. ¡Vaya que si!

 

Sin embargo, no ha habido suerte. Tengo un continente, un contenido, una valoración positiva, pero no proyecto. Aquí está el dilema: “se me concede la confianza de un investigador en formación para cuatro años pero ni un duro para llevarla a cabo”… Son cosas que pasan. ¿Alguien necesita un becario “casi nuevo”?

 

Pero no acaba aquí la cosa –que hasta ahora no he pasado a valorar y solo a describir, con su dosis de ironía, eso sí; pero descripción pura y dura-. Lo que realmente me ha “descolocado” ha sido la justificación principal de la denegación del proyecto. El evaluador/a, en su perfecto derecho, sentenció:

El IP tiene experiencia en Virología pero sus contribuciones científicas en el campo y sus publicaciones son limitadas, habiendo realizado una gran labor de difusión científica a lo largo de los últimos años. Ello ha ido en detrimento del desarrollo de una actividad investigadora relevante

 

         Sobre el primer punto, “contribuciones limitadas”, va en criterios, todos respetables, of course.

         Sobre el segundo, “publicaciones limitadas”, nada que objetar. El no tener laboratorio, ni gente, ni proyectos no ayudan mucho a lo contrario.

         Sobre el tercero: “gran labor de difusión científica… detrimento en actividad investigadora relevante”. ¡Éste sí que es un problema!

 

Como director de varias oficinas de cultura científica llevo muchos años intentando despertar inquietudes, vocaciones divulgativas entre mis compañeros científicos. Sin embargo, ahora, quizá, deba advertirles, como en las cajetillas de tabaco de que “el uso apasionado de dicha actividad puede dañar seriamente su salud productiva, su evaluación como investigador”. Es una pena, pues yo pensaba que, además de ser mi obligación, como científico, el hecho de manejar datos de un gran número de disciplinas, me abría la mente para abordar problemas específicos en proyectos concretos. ¿Con qué ánimo voy a soltar el discurso de “difundir es una obligación de todos los científicos” o “la sociedad tiene derecho a estar informado y el científico a ser evaluado por su capacidad como divulgador”… En fin… la pasión es la pasión…

 

Por supuesto alegué. Aclaré que mi bache en producción no se debía a mis éxitos como divulgador. Que tenía una FPI, tesis, artículos. En fin… de todo un poco, como en botica. Tampoco solicité ser más guapo que ningún otro evaluado –los milagros los suelo pedir los viernes por la noche…-, sino solo lo que se denomina un proyecto puente; es decir, cuatro duros que dan la oportunidad de demostrar, espartanamente, si eres merecedor de un verdadero proyecto. Nada. No hubo suerte. A lo mejor, debo hacer caso a los augurios y seguir por la vía de la divulgación. Ahí soy fuerte… ¡Ah, no, que tampoco consigo proyectos!

 

¡El Rey está desnudo! Andersen lo tenía claro…

JAL (CBMSOUAM)

Compartir:

18 comentarios

  1. Seremos un país científicamente mediocre mientras no nos demos cuenta y valoremos positivamente las tareas en favor de la Cultura Científica y trabajemos por aumentar la cultura científica de los ciudadanos.

    Los planes de difusión de los resultado de los proyectos financiado con dinero público deberían llevar la obligatoriedad de dar a conocer a los ciudadanos (los que la pagan a través de los impuestos) los resultados de la investigación.

    "Un científico no ha entendido su propio trabajo hasta que no es capaz de explicarselo a su vecino y que este lo entienda".

    Basta ya de científicos en la torre de marfil.

  2. "Siempre pidiendo. Pareces un científico". Esa frase, emitida en tono jocoso, la escuché hace casi una década subiendo desde la cafetería que hay en la parte trasera del edificio Central del CSIC (Campus de Serrano), desde la Residencia de Estudiantes, cuando iba a entregar uno de tantos sobres repletos de formularios que nos exigían a los felices y afortunados postdoctorales contratados. Tan hilarante muestra de fino humor provenía de uno de los abogados que dirigían por aquel entonces el cotarro en la mayor institución dedicada a la ciencia en España. No recuerdo su nombre, entonces lo sabía pero he olvidado a toda esa gente y soy feliz por haberlo hecho. Ah, la destinataria del cachondeo era su secretaria, que rió abiertamente, no sé si para hacerle la pelota o porque la broma le resultó lo suficientemente graciosa. Por cierto, ¿sigue todo aquello de las altas esferas de la política científica tan repleto de abogados sin puñetera idea de ciencia? Bueno, eso era en el CSIC, no en el Ministerio. Supongo que en el Ministerio todo el mundo sabe lo que es una célula madre o un transgénico. Y eso nadie se lo ha explicado, claro. Aquí la duivulgación científica le entra a la peña por difusión osmótica, por eso no es necesario que los científicos pierdan el tiempo con una labor tan estúpida e innecesaria.

    En fin, el caso es que desde entonces me imagino a toda la pléyade de evaluadores de proyectos, entre los que incluyo a los del Plan Nacional (aunque en este caso sí sean científicos), como unos tipos orondos que están en una amplia habitación, sentados en un mullido sillón al fondo de ésta, mirando hacia la puerta. Unos enormes sacos de dinero cumplen la función de reposabrazos, uno a cada lado del cómodo asiento. Con el símbolo $ bien marcado en cada saco, por supuesto, y bien visible.
    Un investigador científico entra en la habitación, se aproxima, se postra ante el evaluador, hinca una rodilla en tierra y, humildemente, en voz muy muy baja, pide dinero para poder seguir trabajando. Ni siquiera la suficiente financiación, tan solo una parte, que complementará con otros planes, autonómicos, de empresas… Puede que el evaluador, entonces, piense "otro investigador que viene a pedir. Qué pesadez" y, con un gracioso aunque monótono gesto cargado de condescendencia, introduzca la mano en uno de los sacos y de él extraiga unas monedas que arrojará al suelo delante del agradecido y tembloroso investigador… o puede que en lugar de eso se limite a despedirlo, con un gesto igualmente gracioso, antes de proceder a recibir al siguiente científico que ya estará entrando, humillado, casi de rodillas, a pedirle algo de financiación (porque más vale de pedir que tener que de robar).

    Qué te voy a decir, JAL. Hace ya casi cinco años que dejé todo esto de la ciencia por varias razones. Una de ellas era que no me quería convertir en un maldito burócrata aburrido de su trabajo, cosa que ocurriría inevitablemente en breve. Porque un investigador no depende sólo de sus méritos sino del tiempo que esté dispuesto a perder (perdón, invertir) entre solicitudes, informes, memorias, formularios y toda esa parafernalia de papeles mostrando resultados que se le exigen por adelantado (esto es genial; si nos detenemos a pensarlo un momento, para demostrar la viabilidad de un proyecto lo que debe un investigador es demostrar por adelantado los resultados y lo que éstos pueden representar. Toma ya espíritu del método científico). Y luego, si es afortunado, también a intervalos (muy) regulares y a proyecto vencido. Aunque, si quieres, otro día hablamos de lo conveniente que es tener relaciones influyentes. O manejar con acierto el "hoy por mí, mañana por ti". Más que haberte convertido en un experto que en su día emigró a la cuna del área científica en cuestión, estuviera ésta en el país que estuviera. Mucho más que haber conseguido otros proyectos o, como en tu caso, becarios. Muchísimo más que tener publicaciones o patentes. Y, no digamos ya, infinitamente más que eso que llamamos vocación científica. Por encima de todo hay que ser un buen burócrata, un diligente y fiel rellena-formularios, un hábil gestor de la Propaganda (en el sentido alemán) y un vendedor que no cuente con demasiados prejuicios a la hora de arrodillarse al ofrecer su producto e incluso (de)mostrar, suficientemente fundamentados, unos resultados que todavía no existen. Escrúpulos, los mínimos.
    Al menos en aquella época era así.
    Lo de la dedicación a la ciencia es casi anecdótico.
    Y si has dedicado parte de tu tiempo al ocioso arte de la divulgaciíon científica… apaga y vámonos. Es culpa tuya, colega. Para qué va a querer saber nadie en la calle qué es una célula madre o un transgénico, si lo único que hay que hacer con ellos es prohibirlos para que no nos conviertan a todos en clones, mutantes o zombies.

  3. Queridos Bernardo y Fede,
    muchas gracias por vuestro apoyo. Fede, la verdad es que, aunque novelado (que lo ha hecho más dinámico), no has podido describir con más precisión el ánimo de los investigadores de a pié, ayer, hoy y, seguramente, mañana…

    Ya le comenté a uno de los evaluadores de la llamada productividad científica (los que se encargan de los famosos sexenios) que mientras no se valore la divulgación como parte inherente de la producción… pocas vocaciones encontraremos. La respuesta es que una cosa era la ciencia… y otra su difusión, y punto pelota. Y, claro, con comentarios como los lanzados para justificar el rechazo a mi proyecto, pa qué!
    Un abrazo

  4. Hola JAL,

    País, que diría Forges. Y pensar que lo que comentas es exactamente lo que opinan la mayoría de los que nos evalúan, que por otro lado son científicos como nosotros.

    ¿Qué sería del fútbol sin los comentaristas deportivos y sin las retransmisiones de los partidos? Luego se rasgarán las vestiduras cuando los presupuestos de investigación sean lo primero que se reduzca y que la gente no solo no proteste sino que ponga a bajar de un burro a los que somos funcionarios.

    ¿Cuántos investigadores se quejaron de la suspensión de la Feria Madrid es Ciencia? ¿No se ha probado ahora que "cuando las barbas de tu vecino veas pelar…"? Hoy ya se habla de suprimir organismos oficiales (ver EL PAÍS), ¿apostamos algo a por cuál empiezan?

    ¿Y dónde queda eso de la utilidad social de la investigación? ¿no debería ser prioritario el transmitir los conocimientos a la sociedad?

    ¿Tú crees que en la evaluación que EMBO nos hizo al CNB hace cinco años comentaron algo sobre la labor de difusión que hice? Y eso es más grave, porque en teoría al menos EMBO sí que dice promocionar la difusión.

    Y para qué contarte los desabridos comentarios que hicieron los evaluadores de la Comunidad de Madrid a las actividades de difusión del programa COMBACT.

    En muchos sitios he defendido que para llegar a Profesor de Investigación debería ser un requisito el tener una probada actividad en difusión científica, pero, mientras la cosa siga como está, divulgar es de útil como irse de vacaciones al Caribe. Si te divierte al menos tanto como las playas, bien está, pero mucho más no se puede esperar.

    Un abrazo

    Miguel

  5. Efectivamente, querido Miguel. De hecho, ahí tenemos a los políticos como al expresidente de Extremadura, mi tierra, afirmando que para qué investigación "básica". Que ya volveremos a investigar cuando la economía vuelva a ser boyante. Que en época de crisis, lo importante es "asegurar" los puestos de trabajos… Y la ciencia? y su difusión? quién la hace, robots?

    También tienes razón con lo de la Feria de la Ciencia. Mandamos algunas cartas, escribí algún blog, pero nada, más de 150.000 visitantes en la última edición, y nadie alzó la voz. Seguro que se ponen los futbolista un día de huelga por lo de la subida merecida de impuestos y se paralizan hasta las panaderías…

    En fin… como bien comentas… País!
    Un abrazo

  6. Estimado José Antonio:
    Ayer no pude finalmente argumentar lo que comentaba sobre este asunto así que me permito la libertad de hacerlo ahora.
    Creo que pecas de ingenuo, los evaluadores españoles no funcionan en general evaluando méritos. En general, digamos que por "ciencia infusa" (en esto entran muchos parámetros no necesariamente justos), deciden si evalúan positivamente o no a un investigador. Si es que no, entonces buscan las excusas para el rechazo. El hecho de dedicarse a la divulgación les proporcionó el blanco perfecto.
    En tiempos de recortes la situación es incluso peor de los habitual y sólo se favorecen a ciertos grupos e individuos (a veces justamente). Además, el Efecto Mateo se hace notar mucho en ciencia, sobre todo en ciencia experimental en la que se necesitan más recursos.
    Mi consejo es que te pases a un sector más barato de financiar. A veces con un ordenador y poco más se pueden hacer cosas interesantes, incluso en bioquímica.
    Por lo demás te adjunto un texto que escribí hace unos días sobre política científica España:

    ……………….
    Se nos olvida que la clase política de este país se asienta sobre una determinada clase social pobremente educada y escorada hacia otros intereses muy distintos a los científicos. No hay cultura científica. Por eso los programas de ciencia se colocan en días raros a horas raras en TV, porque los ve muy poca gente. Al personal le interesan los realities, el fútbol (que no el deporte) y los programas rosa de cotilleo. O mejor aún, unos famosos encerrados en una isla discutiendo de fútbol… Las combinaciones son infinitas.
    El gobierno de un país en donde la gente conoce más a una exnovia de no sé qué torero que a Newton se puede permitir el lujo de meter la tijera a la financiación científica. Además, al fin y al cabo, ahora hay menos dinero y los votantes también reclaman “gastos sociales” que traducido del “hispanistaní” al idioma español no significa proporcionar servicios, sino ayudas y subsidios.
    Los legisladores, pasados y presentes (y probablemente futuros), entre los que la ausencia de científicos es patente, creen por otra parte que metiendo un poco más de dinero en ciencia durante unos añitos se tiene un montón de empresas de alta tecnología al instante. Se sienten frustrados y sorprendidos cuando esto no ocurre.
    Además de que el empresariado español forma parte de la misma sociedad antes descrita, se necesita una masa crítica de científicos, buena financiación y un mejor sistema educativo. Y todo ello (lo siento son malas noticias) durante al menos 20 ó 30 años. Se necesita ese tiempo para cambiar una sociedad, una economía y la forma de pensar de la gente. No hay atajos. Tuvimos la oportunidad en el pasado y la perdimos.
    Recordemos que mientras se producen estos recortes se apoya con más capital al cine español (que nadie ve). La intelectualidad de este país, que se supone no forman parte de “la masa”, siempre ha apoyado el lado “humanista” y de “letras” frente al científico-tecnológico, así que también estamos más o menos perdidos por esa parte. ¡Qué inventen ellos!, decía Unamuno.
    Los recortes no supondrán un daño grave a los grupos científicos teóricos, pero sí a los experimentales que necesitan mucho capital para que sus equipos funcionen. Pero, seamos realistas, la ausencia de recorte tampoco nos sacará de la crisis económica. Sería bueno para la ciencia, pero no se obrarían milagros. El recorte no tendrá consecuencias muy graves, pero probablemente sí las tenga si se prolonga en el tiempo (y lo hará).
    La crisis económica tiene unas causas concretas que todos conocemos y que se pueden resumir en que muchos habitantes de este país (de todas las clases sociales y condición) engordaron una burbuja inmobiliaria a base de especulación, picaresca y corrupción de toda índole. Hace 8 años, mucho sensato sin voz, ya dijo que esto iba a ser como Japón y su burbuja inmobiliaria. Se equivocaban, será peor, porque aquí no tenemos Yamaha, Honda, Toyota, Sony, etc. Y ese problema estructural y esa manera de pensar no lo arregla un recorte de menos por aquí o por allá.
    La gente joven que tenga inquietudes científicas ya sabe lo que tiene que hacer: aprender inglés fluido y algún que otro idioma comunitario e irse fuera de España a vivir e investigar para el resto de su vida. Recordemos que la patria de un científico está donde está su ciencia. Muchos científicos ya lo hicieron en el pasado y no necesariamente eran españoles.
    Una vez pasé una temporada con una familia norteamericana. Sus hijos iban a una escuela pública y tenían que presentar el conocido “proyecto de ciencia” que todo niño norteamericano tiene que preparar todos los años (quizás alguno lo ha visto en las películas). La niña, de 10 años de edad, había hecho un simulador de terremotos (vivían en una zona sísmica) con un despertador mecánico de los de antes que suministraba vibraciones a la plataforma donde se simulaban los “terremotos”. También tocaba la flauta travesara y el piano. Actividades que sus padres le animaban a realizar.

    ……………….

    Saludos

  7. Querido compañero,
    muchas gracias por tu sabia y certera reflexión. Ya lo comenté ayer en el acto del CSIC. El problema es que a los actos de denuncia de la falta de atención por la cultura científica solemos ir, directamente, los que creemos, apoyamos y practicamos la divulgación. Nosotros nos lo comemos, nosotros nos lo guisamos (o al revés). Cuesta mucho arrastrar a estos actos a "administradores o gestores políticos", y cuando van, uno no sabe lo que es peor, pues siempre acabo con la sensación de que nos acarician la "grupa" (que yo la tengo poblada) y nos muestran una zanahoria que, luego, resulta estar atada delante de nuestro bocado…

    Efectivamente, aparte de ver al rey desnudo, peco de ser más inocente que el mecanismo de un chupete, al creer que la cordura política-social hará que vuelva la Feria de la Ciencia, que, como en cualquier país serio de nuestro entorno, apoyarán a los pequeños grupos de investigación a "arrancar" sus proyectos (y que luego, lógicamente, les pedirán cuentas…); que favorecerán, valorarán, o evaluarán, la labor de divulgación de los científicos (aunque me conformo con que no nos reste puntos…) o que, de una vez, en las Administraciones descubrirán que lo de "Que inventen ellos" era una ironía de Unamuno y que, como dijo Ángel Gabilondo, la investigación (y su divulgación) es el motor más engrasado que podrá sacar a un país de la crisis…

    Gracias por tu instructivo comentario.
    Un abrazo.

  8. Estimado José Antonio:
    Creo que este asunto de la divulgación hay que enfocarlo desde un punto especial, dado el ecosistema en el que estamos.
    Quizás nosotros nos lo guisamos y nosotros nos lo comemos, pero no hay que verlo necesariamente desde un punto de vista negativo. Como ya he mencionado la sociedad es la que es y la clase política que sale de ella es la que es. No podemos esperar cambiarla de la noche a la mañana. Además, incluso esta situación tiene sus ventajas aunque no lo parezca.
    Quizás el nicho que hemos elegido explotar es peor que otros nichos, donde hay una gran rentabilidad, pero es nuestro nicho y hay menos competitividad que en otros. No sé que sería peor si esta situación u otra en la que a todo el mundo le diera por divulgar, creando un inmenso ruido de fondo en el que fuera difícil escuchar algo digno.
    Tenemos además libertad de acción en ese campo, es nuestro. No nos vemos obligados a difundir un resultado mediocre de una determinada institución porque así nos obligan, o a divulgar algo que a "la gente" le va a gustar porque tiene gancho pero que científicamente no tiene valor. Si divulgamos es porque queremos, porque nos gusta, porque queremos compartir con los demás nuestro asombro y maravilla por los logros científicos. Esto nos debe de bastar y no necesariamente hay que buscar el reconocimiento de los demás, de nuestros compañeros o de las instituciones. Aunque si aparece será bienvenido.
    Lo importante es que el trabajo que se haga sea digno, independientemente de lo que opinen los demás o si tiene una rentabilidad económica. No hay que esperar apoyo y cooperación por parte de la comunidad científica, porque aquí y ahora no lo tendremos, seamos realistas. De otra manera nos frustraremos y lo peor que puede pasar es que nos afecte.
    Quizás las cosas cambien en el futuro, y quizás nos siente mal que los que lleguen después se aprovechen de las nuevas condiciones sociales, más favorables hacia la ciencia, que nosotros hemos creado, pero siempre podremos decir: "ahí queda eso". Además, si las cosas cambian partiremos con ventaja. Pensemos que esto es un mundo con dos caras. Por una lado está el lado del que habla (nosotros) y por otro los que escuchan. Pensemos en los miles de personas, aunque sea una minoría de la población, que nos escuchan y comparten con nosotros el asombro por la ciencia. Como me dijo un comentaristas: "Yo lo que quiero es que el científico me cuente lo que hace." Al menos podemos informar a esas personas con inquietudes.
    No podemos olvidar tampoco que esto de la divulgación es algo "artístico" y que está sujeto a los caprichos de ese mundo, aunque se hable de ciencia. Por eso, además del trabajo, tesón, vocación y demás cualidades necesarias también hace falta suerte para alcanzar cierto "éxito". La justicia tampoco está necesariamente garantizada.
    Lo importante, ante todo, es tener un modus vivendi que a uno le permita sobrevivir económicamente, algo que algunos no tenemos garantizado.

  9. Gracias por tu optimista punto de vista, NeoFronteras. La verdad es que envídio ese espíritu todavía fresco, a pesar de tu larga experiencia, casi bucólicopastoril (como referencia a lo que dices del casi "arte", jeje) con el que abordas la divulgación y su reconocimiento social.

    Estoy contigo que es una carrera de fondo y que solo llegará a la meta el que permanezca corriendo.
    Ahora, como decía aquel… si encima nos lo reconocieran de algún modo… eso, eso sería la leche…
    Un abrazo, compañero.

  10. Estimado JAL,
    acéptame un abrazo cordial. Leo tu lamenbto y no puedo impedir que me inunde la mala uva. Todo el mundo exigiendo por ahí el 0.7 para todo, para ayuda al tercer mundo, para las ONGs, para la Iglesia… y para la Ciencia se queda en puro desideratum el alcanzar 0.2% del PIB. Cada pueblo tiene el porcentaje que se merece. Advierte que digo pueblo, no sociedad. Creo que para alcanzar el nivel de sociedad nos falta algún hervor. No puede haber sociedad destinando un miserable 0.2 para su ciencia. Ese Personal de Evaluación desconoce las elementales leyes de la lógica y construyen un circulo vicioso: te reprochan de aquello para lo que previamente te han negado los medios. La mentalidad del burócrata unidimensional aparece al considerar irreconcialiable la divulgación y la investigación…como si fuese posible la una sin la otra. La sociedad, la población, los analfabetos- yo reclamo para mí la categoría de analfabeto orteguiano- tenemos una idea del mundo gracias a la generosidad de esos "inocentes intrépidos" a los que su amor loco por la ciencia les lleva a difundir lo que saben. Por cierto, los más grandes han sido tambien los mejores divulgadores. Están en la mente de todos.
    Salud

  11. Efectivamente, querido Francisco, sirva este apunte para recordar a Stephen Jay Gould, Ernst Mayr, Carl Sagan o, por qué no, nuestro próximo José Manuel Sánchez Ron…
    Un abrazo y gracias por tu apoyo.
    JAL

  12. Estimado José Antonio:
    No se trata tanto de idealismo (que se va erosionando inevitablemente con el tiempo) sino de mantener una postura práctica que no te frustre. Sí que sería estupendo que hubiera reconocimiento, al igual que sería estupendo que existiera la vida después de la muerte, pero la situación es otra. Aun así tenemos una elección, se puede elegir vivir la vida en pos de alcanzar un supuesto premio en el paraíso futuro o tratar de vivir el presente de la manera más adecuada posible. Si estás esperando el premio instantáneo te puedes frustrar. Incluso en el mejor de los mundos posibles en donde se reconozca la ciencia puede que ese premio nunca llegue. Siempre es una apuesta con bajas probabilidades de conseguir ganar.
    Lo importante en este caso es "divertirse" con lo que se hace, que no se convierta en una carga (y aún así al final sí que es lo es un poco), tener capacidad de elección y de maniobra, cosa que no se puede tener en un trabajo normal.
    Lo sorprendente es que gente formada que sabe que la inercia de un petrolero es muy grande y que se necesitan hacer maniobras con minutos de anticipación a la hora de atracarlo en el puerto, o que la evolución de las especies se da a lo largo de millones de años, crea que la sociedad española puede cambiar su visión sobre la ciencia de la noche a la mañana. Hace falta mucho tiempo. Estamos hablando de una tradición histórica negativa en este aspecto de siglos de duración.
    Incluso dentro del conjunto de aquellos que dicen apoyar la divulgación o la ciencia hay individuos que en realidad no lo hacen, que tratan de medrar a costa de ello o que tratan de llevar el agua a su molino/a (espero que se capte la ironía). El mundo de la ciencia nunca ha sido, no es y nunca será perfecto, aunque sea mejor que otros.

    Mencionas a los "dioses" Gould y a Sagan y me viene a la mente la tremenda injusticia cósmica sucedida con ellos.
    El primero se pasó los últimos años de su vida enfermo de cáncer y aún así escribió una obra monumental sobre evolución sabiendo que iba a morir, tratando de dejar, contra reloj, su legado. Llegar a su nivel de cultura, de prosa, de divulgación es casi imposible.
    A Sagan le pasó casi lo mismo. En esta entrevista (la última que mantuvo) ya sabía que iba a morir y, sin embargo, defendía con su último libro la racionalidad en este mundo:

    http://www.youtube.com/watch?v=SxeN6Wf7mbU&feature=PlayList&p=6A824E9226035E5C&playnext=1&playnext_from=PL&index=59

    Para terminar de un modo más optimista dejemos cantar a Sagan:

    http://www.youtube.com/watch?v=zSgiXGELjbc&feature=player_embedded

  13. Soy la vieja bióloga que ha aterrizado en tu blog. Sigo alucinando de lo que dices, ya que la situación de los investigadores en nuestra España está igual de mal que en mi época. Es muy triste pensar en los talentos que se malogran. Así vamos. Por cierto, ¿has probado salir en La Noria, para explicarlo en forma escandalosa, y así cobrar unos no pocos miles de euros de la telebasura?

  14. Hola Ipsa,
    no sería mala idea… a lo mejor, si incluyo haberme acostado con alguna folclórica… incluso puedo prescindir de los proyectos… y hasta de la investigación!! jeje.
    Un saludo

  15. Vas por buen camino con el título del blog. Änimo! Pero por favor, no dejes la Biología, porque necesitamos tu contribución. Sería peor el remedio que la enfermedad..

  16. Bueno, no sería la primera vez que un científico se prostituye 🙂
    El último escándalo al respecto ha sido protagonizado precisamente por una bióloga norteamericana que hacía la tesis en RU.
    Como pasaba apuros económicos decidió formar parte de un servicio de "damas de compañía". Es decir, prostitución literal.
    Mantuvo el anonimato, pero publicaba un blog con sus "aventuras". Ninguno de sus compañeros de la carrera científica sabía nada al respecto.
    Al final le publicaron un libro basado en una recopilación del blog:
    http://belledejour-uk.blogspot.com/
    Luego una serie de televisión. Luego se dio a conocer y ya es famosa y gana dinero.
    La verdad es que no sé qué penar. Quizás esta chica es demasiado lista o quizás en todas partes cuecen habas y se paga mal la ciencia. No lo sé.

    Volviendo a comentar este tema de la ciencia en España (o en el resto del mundo) creo que el problema fundamental es que hay una trampa vocacional en el asunto. Es el "mercado" el que dicta el precio de un científico. Como el científico aprecia su ciencia y es un trabajo que le gusta estará dispuestos a ser sometido a toda clase de infamias y vejaciones, e incluso a hacerlas sobre los demás en una curiosa guerra intestina por los recursos escasos. Y si no está dispuesto siempre hay alguien en peor situación que sí estará dispuesto.
    Recordemos aquí que son los demás científicos los que nos evalúan y asignan recursos, aunque sean los políticos los que dictan las líneas generales. Puede que el gobierno dé menos dinero para ciencia, pero la comunidad científica española se basta ella sola para crear el infierno en la tierra. Nada del otro jueves que no se dé en muchos ámbitos. Lo malo es que el científico español no tiene casi ninguna otra salida profesional fuera del mundo académico por la que practicar una huida. No ya porque no se hace ciencia fuera de ese mundo, sino porque un científico en general, y en España, es despreciado por la clase empresarial, pese a que la hipocresía les haga decir a los empresarios algo distinto.
    La situación del científico español es que no tiene escapatoria, incluso dentro de su probablemente mezquina institución si ya tiene una plaza permanente. Es tan bien víctima de una situación similar a los participantes de "la puja del dolar", estudiada por expertos en teorías de juegos.
    La única salida real suele ser salir del país, y para siempre. Lo malo es nadie se lo dice a las nuevas generaciones de titulados.

  17. Ya sabes: !que inventen ellos¡

    Parece mentira que han pasado cien años, y ese sigue siendo el criterio de nuestros intelectuales (o lo que sean)

Deja un comentario