…Eso, ¿por qué deberíamos querer que Madrid sea Zona Libre de Transgénicos?

Después de una tarde-noche productiva hablando con amigos relajadamente sobre ciencia, el método científico y la convocatoria de la plataforma Ahora Madrid para explicar por qué quieren que Madrid sea Zona Libre de Transgénicos, querría, desde el respeto y el sosiego que me caracterizan –no os riáis que os estoy viendo…- y antes de acostarme –el reloj de mi ordenador marca las 4:50am, pero no hay que hacer caso a esta máquina infernal- lanzar un par de consideraciones al viento.

Después de una tarde-noche productiva hablando con amigos relajadamente sobre ciencia, el método científico y la convocatoria de la plataforma Ahora Madrid para explicar por qué quieren que Madrid sea Zona Libre de Transgénicos, querría, desde el respeto y el sosiego que me caracterizan –no os riáis que os estoy viendo…- y antes de acostarme –el reloj de mi ordenador marca las 4:50am, pero no hay que hacer caso a esta máquina infernal- lanzar un par de consideraciones al viento.

En primer lugar, debo reconocer que salvo un par de comentarios fruto más de la pasión que de la falta de educación, el foro transcurrió con normalidad y casi cordialidad. Eso sí, me sorprendió gratamente el gran número de asistentes al acto con alta formación científica que dejaron clara su postura. Curiosamente, desde la organización se nos dijo que se había invitado al acto, sin éxito, a otros científicos –algo que como director de cultura científica de un Centro de Biología Molecular, vecino de otro Centro de Biotecnología no me consta-.

También me llamó la atención varios aspectos. Por una parte, que la mesa estuviera representada por un nutrido número de organizaciones ecologistas, que en ningún caso hablaron sobre ciencia en sí –y lo digo desde el cariño y amistad que pueda sentir por algunos miembros de estos grupos-. ¿No hay científicos, en activo, ingenieros agrónomos que trabajen en el sector, con experiencia que puedan señalar los aspectos negativos de los transgénicos? Mal andamos entonces. Además, por si fuera poco, el primer interviniente, que creo que sí se presentó como investigador –aunque no recuerdo que dijera de qué ni dónde ni cuánto tiempo llevaba en dicho menester-, el único dato científico que aportó antes de entrar de lleno en lo malas que son las multinacionales, careció de exactitud. Concretamente dijo que “los híbridos se componen de mezclas de plantas de la misma especie mientras que los OMG lo hacen de especies que suelen estar muy alejadas entre sí”. Falso. Aparte de la mula, que seguro que todos sabemos de qué dos especies es híbrida, tenemos, ya en plantas, al Triticale, híbrido entre el trigo y el centeno. Por otra parte, este primer interviniente seguramente desconoce lo que son los knock out, knock down, knock in, tan utilizados en los laboratorios y donde, en casi todos ellos, no hace falta insertar fragmentos génicos foráneos para obtener un OMG.

El resto de las intervenciones de los contertulios contrarios a la tecnología de los transgénicos –o recombinantes- básicamente se centró en lo malo malísimo de la muerte que es el “agrotóxico” glifosato, que se vende en cualquier tienda para cultivos caseros y jardines y que no interviene en cultivos transgénicos en Europa, puesto que están prohibidos –prácticamente solo el evento MON810, resistente a la plaga del taladro, está permitido- o en lo malas malísimas que son las empresas monopolizadoras de semillas transgénicas. Dicho esto, quería mostrar mi perplejidad al procedimiento de la Plataforma organizadora, plataforma que tiene todo mi apoyo pero que ha mostrado un desconocimiento absoluto del tema, haciendo las cosas al revés: si realmente hubiera querido lo mejor para el ciudadano, democrática y con el afán de servicio público que se le presupone a un partido o plataforma política –aunque estoy convencido de que así es y se trata de un mal asesoramiento puntual-, habría consultado previamente a un comité de científicos –que no muerden, eso solo lo hace algún futbolista-, asesores expertos en el campo o habría promovido debates como el de ayer antes de lanzar el comunicado de la convocatoria, plagado de imprecisiones, sesgos, e información incorrecta –si no directamente falsa-. Si quieren un debate científico serio, tienen que actuar en consecuencia, le pese a quien le pese, sean socios de coalición o posibles votantes. El método científico es claro y ha permitido, entre otras cosas, salir de la oscuridad clásica griega a la que estuvo sometida Europa hasta hace un par de siglos como quien dice. Primero, el debate, los asesores expertos, el comité asesor científico. Luego, el comunicado en la prensa y los medios; no al revés. Dijo no hace mucho la nueva Alcaldesa de Madrid que le gustaba rodearse de gente y asesores críticos, que así se avanza en democracia. Aplaudo, señora Carmena su buen juicio. Ahora, toca ser consecuente. En dicho empeño, tiene mi absoluta confianza y apoyo.

Leyendo el comunicado de la convocatoria “¿por qué queremos un Madrid sin transgénicos?”, pensé, por momentos, que habíamos retrocedido en el tiempo unos años, concretamente, 40. Cuando se dice que no se tiene nada en contra de la insulina transgénica -¡faltaría más!-, pero siempre que pueda demostrar su inocuidad y seguridad para la salud humana o la naturaleza, no puedo más que pensar que el autor de dicha perla no se debió enterar de que ese debate ya tuvo lugar en Asilomar, en febrero del 75, con la asistencia de los mejores biólogos moleculares, bioquímicos, varios Premios Nobel, abogados, físicos, en fin… la creme de la creme de la época. Se establecieron las pautas para trabajar con bacterias y otros organismos recombinantes algo que, 40 años más tarde, nos ha proporcionado bacterias útiles en biorremediación, farmacología, industrias textiles, biomedicina… Lo dicho, insistir contra esa vía hace flaco favor a la cultura científica que se le debería presuponer a un grupo representante del Pueblo.

Vayamos con algunas perlas del debate…

Una de las primeras intervenciones abundó en la idea de que los transgénicos no habían demostrado su inocuidad una vez distribuidos por la sociedad. ¿Quién nos dice a nosotros que en 40 años no nacerán más niños con deformidad por la alocada afición de sus padres a la comida mejorada genéticamente? En fin… y yo digo… el melón de Villaconejos es exquisito. Lo recomendaré siempre, pero… ¿ha demostrado su inocuidad acumulativa? ¿Podemos asegurar que una de las causas del aumento de algunas neurodegeneraciones actuales no tienen algún componente ligado a este bello alimento? ¡Pues sí, yo lo puedo asegurar! El melón es seguro –bueno, hasta que nos zampamos el 5º de una sentada-. Sin embargo, no ha pasado ni la décima parte de los controles que pasa cualquier alimento modificado genéticamente que ha de salir al mercado, ni las décadas necesarias hasta que lo consiguen –si es que lo consiguen-. ¿No creen que tras más de 20 años de norteamericanos comienzo transgénicos sin que estadísticamente se les haya detectado más enfermedades –la obesidad mórbida no cuenta- que a nosotros, o tras más de 1400 millones de hectáreas acumulativamente sembradas, deberían de ser los inteligentes –no lo dudo, ojo, que no es ironía- antitransgénicos europeos, los que demuestren algún tipo de potencial peligrosidad, y no al revés? –Sarkozy no cuenta, que ya se sabe que negoció con un grupo ecologista atacar a los transgénicos a cambio de que los segundos no le pusieran muchas trabas con sus ideas nucleares…-.

¿Queremos hablar de peligrosidad? Frente al supuesto potencial no demostrado –ni demostrable- del peligro para la salud de los transgénicos, vamos a comentar algo sobre lo que los grupos ecologistas no se han pronunciado –y si lo hacen, es para negarlo- y sí supone una importante alarma social. ¿Le suena la pasada crisis del pepino español, hace un par de años? Pues bien, ni fue pepino, ni español ni, como dijo algún grupo antitransgénico, un escape de laboratorios biotecnológicos. Se trató de brotes de fenogreco ecológico al sur de Hannover. Cerca de 40 muertes y más de un millar de afectados. Algo parecido, con acelgas ecológicas, había ocurrido años atrás, en el 2007 varias víctimas en Lancanshire, UK,  en el 2012 en Estados Unidos –esto me lo ha soplado un amigo experto-, o también el caso del panadero de Chicago, vendedor de un pan “sin conservantes ni productos químicos” que mató a una veintena de personas por contaminación con bacterias virulentas. Estos son hechos, aunque pocos grupos ecologistas lo comenten. El peligro supuesto de los transgénicos es, eso, una especulación sin fundamento científico.

Otra curiosidad. En un momento en el que un científico asistente al debate elevó su argumentación y, quizás, su tono de voz, fue inmediatamente replicado por otro presente en la sala, a todas luces ecologista antitransgénico, quejándose de los “malos modos” que nos gastábamos los científicos en las redes sociales, en los debates con contrarios a esta tecnología. ¡Llegamos hasta la agresividad verbal!, llegó a decir. Vaya. Una declaración sorprendente. Yo pensaba que agresión, agresión, lo que se dice agresión, podría considerarse que, poco tiempo después de que algún grupo ecologista hiciera pública la situación por GPS de las granjas experimentales de transgénicos, curiosamente –seguramente fuera coincidencia temporal- llegaran unos biovándalos para destruirlos –y de paso algún sembrado no transgénico, por error-. Como ya puede suponer, algunos grupos ecologistas justificaron estas acciones. También me pareció entre tristona y patética la visión de cinco científicos, en una mesa, en el laboratorio de investigación de Rothamsted suplicando, como el que suplica a un grupo terrorista para que no maten a un familiar secuestrado, que no destrozaran más los campos experimentales de cultivos transgénicos. Se supone que los grupos ecologistas piden seguridad para la naturaleza y población antes de poner un alimento transgénico en el mercado. Mientras tanto, van y arrasan cuanto cultivo transgénico experimental encuentran a su paso. ¿Lo entiende? Pues esto sí es agresividad o, ya puestos, que te amenacen de muerte cuando vas a presentar tu último libro. Tener un cruce de frases en twitter más o menos acalorado, comparado con esto otro…, en fin… ¿sigue pensando que es agresividad? ¡Pues eso!

Finalmente, puesto que tampoco quiero desfogarme en mi primera cita, otro tema recurrente fue el del glifosato. Al parecer, todos los anti-transgénicos coinciden en su odio al glifosato, esa molécula del demonio. Seguramente resulta inútil comentar que, al menos en Europa, el glifosato no se usa en transgénicos puesto que no se permite el cultivo de variedades resistentes al mismo. Incidir en que la toxicidad del glifosato es más que discutible –con dosis necesarias muy por encima de, por ejemplo, la que se utiliza de sulfato de cobre, tóxico, en la agricultura ecológica- parece bizantino. En cualquier caso, ¿es motivo suficiente, aunque fuera cierta la supertoxicidad del glifosato, para declarar Madrid libre de transgénicos? –declaración que no tendría validez, pues la política de aceptar o rechazar una variante transgénica es nacional, y no regional-. Desde organismos públicos, como la Universidad de Córdoba o la de Valencia, se están desarrollando trigo transgénico sin gliadinas, apto para celíacos o tomates con más antioxidante. La falta de apoyo en Europa lleva a estos investigadores, insisto, de organismos públicos, a vender la patente de estas maravillas a grandes compañías americanas. Cuando dentro de unos años tengamos que comprarles a estas compañías el pan para celíacos a precio de oro, nos acordaremos de que la investigación comenzó en una universidad pública. Recuerde estos productos: maíz con vitaminas, plátano con betacarotenos, trigo sin gluten, tomate morado, patata “innate” sin acrilamida.

Como decía Clive James, director y fundador del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA) “Más que preguntarnos por el precio del uso de transgénicos, deberíamos preguntarnos por el precio de No hacerlo…”. Desde el respeto y mi obediencia a los representantes del Pueblo, pido cordura, debate y la generación de un comité de y por científicos. Es básico para el desarrollo de un país.

JAL

RECOMIENDO encarecidamente la lectura de la crónica realizada por el experto entre los expertos, el profesor José Miguel Mulet

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NOTA: SIRVA ESTE ENLACE AL VÍDEO COORDINADO POR LA REVISTA DEL CAMPUS DE EXCELENCIA DE LA UAM SOBRE EL HOMENAJE A MI COMPAÑERO Y AMIGO ALFREDO VILLASANTE COMO UN PROFUNDO Y SENTIDO RECUERDO…

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DIVULGACIÓN CIENTÍFICA DEL 18 DE JULIO DE 2015

Esta semana mi+dtv trata sobre la localización de galaxias enanas; la posibilidad de que unavacuna contra una bacteria pudiera proteger contra algún tipo de cáncer infantil y la negativa de la Unión Europea a detener la experimentación con modelos animales.

La esclerosis múltiple es una enfermedad neurológica que se suele presentar en adultos jóvenes. Su origen y su cura son desconocidos, pero la investigación no cesa. Factores genéticos y ambientales, incluyendo posibles infecciones virales, podrían estar detrás de su origen y desarrollo.
Charlamos con el Dr. Alfredo Rodríguez-Antigüedad Zarrantz, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Basurto (Bizkaia) y presidente de la Sociedad Española de Neurología, y con Miguel Ángel Cortés, de la Asociación Esclerosis Múltiple España y afectado por dicha enfermedad.

MADRI+D TV (Divulgación científica con cara, e imágenes, en 3 minutos)

ENTRE PROBETAS (25 minutos de intensa y entretenida ciencia). Radio 5

EL LABORATORIO DE JAL (Píldoras científicas en 3 minutos). Radio 5

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5 comentarios

  1. Dijeron los de Ahora Madrid que lo colgarían, creo, puesto que lo grabaron… A ver si es verdad…

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