Todos somos iguales ¿o no?

La declaración universal de los derechos humanos consagra la igualdad como uno de los pilares básicos sobre los que se cimientan (o deberían) nuestras sociedades. Sin embargo, parece que eso no está tan claro en el caso de la diversidad biológica.

Todo viene a colación por un artículo reciente publicado en Science con varias réplicas en semanas posteriores, sobre la extinción o no de un pájaro carpintero de los bosques pantanosos del sudeste de Estados Unidos. El tema ha merecido incluso un artículo muy detallado en la revista National Geographic. De forma muy sintética se trata del redescubrimiento, o no, de dicho pájaro carpintero. Es una especie que se daba por extinguida desde 1940. Eminentes investigadores del grupo de ornitología de la Universidad de Cornell evaluaron de forma sistemática todas las referencias que se habían acumulado a lo largo de estas décadas de avistamientos de la especie y desarrollaron de forma paralela trabajos detallados gracias a una importante financiación, concluyendo que al menos siete de ellos deberían ser consideradas como probables y en consecuencia la especie debería ser considerada como no extinguida. Los investigadores llegaron incluso a ser recibidos por el secretario de Interior que es el responsable de estos temas en el país (la verdad es que esto lo incluyo sólo para establecer un paralelismo mordaz con lo que vivimos no hace mucho en Madrid en relación con el “redescubrimiento” del lince ibérico). Sin embargo la cosa no acabó allí, sino que derivó en un animado e incluso agrio debate sobre la cuestión.  Muchos autores consideran que las pruebas documentales aportadas no son concluyentes y que en muchos casos los avistamientos podrían ser determinaciones inexactas dado el parecido con alguna especie próxima. Bueno, el debate es divertido y la verdad es que uno puede apuntarse al bando de los creyentes o de los agnósticos en función de sus preferencias.

 

Traigo esto a colación en relación con un trabajo relativamente parecido que llevamos a cabo desde nuestro grupo. Clypeola eriocarpa es una pequeña crucífera anual de ambientes semiáridos exclusiva de la Península Ibérica. En una evaluación preliminar de su estado de conservación fue catalogada como una especie vulnerable en función de los relativamente abundantes testimonios que aparecían recogidos en diferentes herbarios nacionales. Sin embargo, un estudio detallado de toda esta documentación pintaba una situación extraordinariamente diferente. Prácticamente la totalidad de los testimonios habían sido recogidos en el siglo XIX y sólo dos de ellos correspondían al siglo XX, uno de 1925 y el último de 1971. Si tenemos en cuenta que el esfuerzo de recolección de material silvestre es muchísimo mayor a lo largo del siglo XX la conclusión es demoledora: la planta debía ser relativamente abundante en las zonas más áridas de la cuenca del Tajo, así como en las andaluzas de Guadix-Baza, pero desgraciadamente un fuerte declive determinó su extinción antes de final del siglo pasado. La prospección sistemática de las localidades donde se había citado terminó de confirmar nuestra sospecha: la planta se había extinguido. Las conclusiones, con toda la tristeza de lo que eso implicaba, máxime si tenemos en cuenta que ni tan siquiera una pequeña muestra de germoplasma había quedado recogida en alguna institución de conservación ex situ, fueron publicadas en Anales del Jardín Botánico de Madrid (Giménez-Benavides et al. 2000). En fin, la extinción de una especie de planta tan discreta no importa a prácticamente nadie.

 

Un par de años después tuvimos la suerte de “redescubrir” la especie. Evidentemente no se había abandonado el empeño de localizar la especie y recorríamos de forma sistemática (especialmente Luis Giménez Benavides) localidades con condiciones similares a las que se habían descrito para la especie. Relativamente cerca de donde existía el último testimonio de herbario, en la Hoya de Guadix, finalmente se detectaron dos pequeñas poblaciones. Obviamente, aparte de la alegría de todos nosotros, la cosa no dio para que nos recibiera la ministra ni para que saliéramos en los títulos de National Geographic ni Science, ni tan siquiera para un pequeño hueco en el telediario de La 2 que es el que tiene un poco más de sensibilidad con estos temas.

 

Habrá quien diga que los servicios de comunicación de la universidad de Cornell son mejores que los nuestros, o que los lobbies científicos controlan “lo que es relevante”, o sencillamente que nos hubiera gustado publicarlo en Science y nos morimos de envidia, pero me temo que la respuesta tiene que ver sólo con lo que planteábamos en el título: las especies no son todas iguales. Parece que la originalidad genética de Clypeola no da para tanto como la del pájaro carpintero de marras y eso que ellos lo confunden con una especie próxima lo cual en nuestro caso no pasaba ni de casualidad… Si eso tiene sentido o no será cuestión de otro rato.

 

Adrián Escudero URJC

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6 comentarios

  1. Adrián,

    Se trata de un hecho b¡en conocido. Sir Robert May lo llamaba el chauvinosmo de lo vertebrado, Yo el sesgo de lo conspicuo. Así no se puede preservar bien la biodiversidad. Imágínate entonces un protozo o un nematodo del suelo.

    Saludod

    Cordiales

    Juanjo Ibáñez

  2. se trata de que todos somos iguales y q nadie tiene que compararnos si somos : blanco, negro,trigeños,etc

    si no por que todo ser humano tiene que compararse por ser inteligente y no por negros o blancos

  3. Todos iguales porque somos Hijos de Dios. ¿cuándo ha dicho Dios eso?. ¡¡Ah no calla!!, que lo dice la Biblia, que se supone que es la palabra de Dios, porque determinados hombres han escrito en ella, haciendonos creer, que esa era la palabra de Dios.

    Te diré una cosa jeanpoll, creo en Dios. Pero no me digas que lo que dice la Bibllia es la palabra de Dios, porque mi Fé, no me permite que me crea eso. Mi Fé no me permite creer que hubo una vez un Dios, (un Dios misericordioso y justo), que castigo a unos hombres (por el terrible "dellito"), de comer una manzana, de un árbol que era a la vez, "del bien y del mal"; más del "mal" parece ser, porque del "bien" tuvo poco o nada. Mi Fé no me permite creer en un Dios (que en su "misericordia"), le dijo a un hombre de 90 años, que construyese un arca, porque quería erradicar el mal de la tierra, cuando resulta que ese mal, no solo no se ha erradicado sino que es más grande o peor; que le pidió a Moises, que en ese arca introdujera un animal de cada especie (macho y hembra), para salvarlos. O bien no metió todas las especies o bien (como más creo), no es más que un camelo de la propagánda judia, para teledirigir a la sociedad mundial, a través de la inculcación del miedo a un Dios, que en su "infinita misericordia", (según ellos), nos pide que le temamos. ¿Temer a Dios? ¿Acaso se puede temer verdaderamente a quién es Magnanimo y Comprensivo? ¿Qué clase de dios es el que en su misericordia, nos pide que le temamos? El demonio.

    Sí Jeanpoll, el demonio. Porque fue el demonio el que haciendose pasar por "Dios", engañó a los hombres con aquello de que "Dios no quiere que comais del fruto del bien y del mal,porque sereis como él, porque tendreis los ojos abiertos" ¿Abiertos para qué satanás? Para daros cuenta de los problemas del mundo. De las penas, de las luchas. También de alegrias (es cierto), alegrías que están ahí,porque el verdadero Dios (no el del arca ni esas memeces), nos pone delante, para que Satán no lo enmascare todo de negro.

    Y seremos iguales, cuando sepamos discernir lo escrito de la realidad; cuando sepamos allanar nuestro camino para saber encontrar verdaderamente al verdadero DIOS, que nos hace libres. Libres, no para estar todo el día rezándole y teníendole en boca; no para estar todos los días preocupados, por si hacemos algo bien o mal. NO, libres para saber entender, que al verdadero Dios solamente le importa, que sepamos apreciar lo bueno de su obra. Todo lo bueno que puede ser el contemplar:

    Una puesta de sol, el comportamiento de los animales, el sentir el aire en nuestros rostros, el calor del sol, la presencia de la lluvia o el simple cantar de los pajaros.

    Solo así seremos iguales ante los ojos de Dios. Cuando sepamos entender que lo sencillo, es verdaderamente la "personalidad" del Dios verdadero.

    Hasta entónces, seguiremos siendo muy distintos.

    Un saludo

  4. no hay dos personas iguales en el mundo somos semejantes pero no iguales . tal es asi q cada uno de nosotros ,seamos unicos en el mundo no hay genes iguales sino semejantes.

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