La fe de Melvin Calvin en el Ciclo de Calvin

 

En un apartado denominado dogmas, en la p. 762 de su libro titulado «Discoveries in Photosynthesis», Govindjee nos explica:

 

Antes de la segunda guerra mundial se había hecho poco trabajo productivo en la bioquímica del metabolismo del carbono en organismos autótrofos. El descubrimiento del 14C por Martin Kamen (Ruben and Kamen, 1941) fue el acontecimiento que transformó la situación. Después de la guerra, en la estela de este descubrimiento, el equipo dirigido por Calvin resolvió la compleja ruta de fijación del CO2 en algas y plantas en un tiempo relativamente corto (Bassham et al, 1954). La adopción de la técnica de cromatografía en papel inventada por Consden et al. (1940), fue esencial para el éxito de esta historia.

 

Poco después, se obtuvo la evidencia de un ciclo reductor de las pentosas fosfato (RPPC) en bacterias púrpura (Stoppani et al., 1955) y en bacterias quimioautótrofas (Trudinger 1955, 1956). Esto encajaba muy bien con la idea filosófica dominante en el tiempo conocida como de la “unidad de la bioquímica”. Se desarrolló el dogma de que la RPPC (El Ciclo de Calvin) era la ruta de fijación del CO2 universal en autótrofos. Sid Elsden lo denominó el “mecanismo autotrófico” (1962) y la idea dominaría el pensamiento en el campo de la fijación del CO2 durante años. Mi colega Reidun Sirevag recuerda que en un congreso celebrado en 1980 en Trondheim se encontraba sentada en una cena al lado de Melvin Calvin.  Calvin le preguntó sobre qué estaba trabajando. “Dudo si decirlo” contestó ella, “”estoy trabajando con una bacteria autotrófica,  fotosintética, que fija el CO2 , pero no por el Ciclo de Calvin”. “No lo creo”. Respondió Calvin sonriendo.

La vía de fijación del Carbono a la que se refería Reidun Sirevaag es el Ciclo Reductor del Ácido Carboxílico (Reductive Carboxilic Acid Cycle), que procede en dirección inversa al Ciclo de Krebs o de los Ácidos tricarboxílicos.

 

Imagen tomada de Research Review 1997.

 

 

 

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