Sobre evolución y cientifismo: Julio Garrido en la introducción al libro Azar y Certeza de G Salet

 

Dice Julio Garrido en su introducción al libro Azar y Certeza de G Salet:

 

 

La evolución biológica es actualmente admitida sin discusión por la mayoría de los hombres de ciencia. Los libros de texto de las ciencias naturales, los escritos de los vulgarizadores y de los publicistas consideran la evolución como uno de los principios fundamentales de la biología, a veces como un dogma indiscutible. Se presenta la evolución como la única explicación posible para comprender el origen de los seres vivos. En general, no se distingue entre la microevolución (variaciones en el interior de una especie o género, lo cual es un hecho indiscutible) y la macroevolución o transformismo, que admite la descendencia de todos los seres vivos por filiación continua desde formas primitivas prebióticas hasta formas superiores, incluido el hombre. Algunos científicos llegan a afirmar que este transformismo absoluto es algo más que una hipótesis; sería, para ellos, un hecho científico comprobado o una ley biológica fundamental.

A pesar de esta casi unanimidad evolucionista, resulta evidentemente anticientífico desechar a priori toda crítica y toda discusión sobre el valor de este dogma. En primer lugar, difícilmente se puede admitir la afirmación de que se trata de un hecho científico. Lo propio de los hechos científicos es estar definidos por observaciones y experiencias que se pueden repetir y que presentan caracteres constantes cuando las condiciones de partida son iguales. Nadie ha observado nunca la formación de una célula nueva a partir de un medio no biológico. Nadie ha visto nunca la formación por descendencia de seres vivos a partir de otros de complejidad inferior y que tienen un plan de organización distinto.

Solamente se puede admitir que el transformismo es una hipótesis basada en un conjunto de argumentos más o menos discutibles. Pero toda teoría científica constituye un sistema explicativo de una serie de fenómenos, establecido a partir de postulados y suposiciones sobre las cuales se edifican los razonamientos que constituyen la teoría.

El transformismo adolece de la dificultad de carecer de base fáctica, y, por tratarse de una teoría de los orígenes, de aventurarse sobre postulados o suposiciones más de carácter filosófico que científico. Esta particularidad de la teoría evolucionista ha sido analizada recientemente en detalle por Wing Meng Ho en una Tesis doctoral presentada en 1965 ante la Universidad de Oxford con el título Methodological Issues in Evolutionary Theory. En este trabajo se demuestra como los problemas de los orígenes están centrados sobre discusiones de filosofía de la ciencia o más bien sobre la filosofía o visión del mundo de los científicos.

La teoría de la evolución tiene como base una visión materialista y científista del mundo, la cual es producida por una posición filosófica determinada. Esta no es la única posible, ni la más lógica para todos, ni quizás la más fructífera desde el punto de vista científico, sobre todo cuando se le quiere dar un carácter absoluto y definitivo. Una cosa es el espíritu científico que estudia con detalle y precisión la realidad y busca interpretar los fenómenos teniendo en cuenta sus causas y sus leyes y otra cosa el cientifismo. Este rechaza por principio todo misterio y admite que todo puede ser explicado racionalmente. En su forma extrema se expresa por la afirmación gratuita y panlogística de Hegel: Todo lo real es racional y todo lo racional es real.

El verdadero espíritu científico debe admitir, delimitar y analizar el misterio allí donde lo encuentra después de un detallado examen. La experiencia enseña que, a medida que profundizamos la realidad, se llega por un lado a dar más explicaciones a algunos de sus aspectos, pero siempre surgen nuevos misterios no reducibles a simples problemas racionales. No es prudente en la ciencia, con el pretexto de buscar soluciones racionales, adoptar explicaciones simplistas que impiden un estudio objetivo de los límites de nuestro conocimiento.

Con estas consideraciones queda desvirtuada la objeción mayor que se hace a los críticos del evolucionismo: no existiendo otra explicación racional del origen de los seres vivos, debemos admitir el transformismo.

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Julio Garrido. Académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales. En la Introducción al libro Azar y Certeza de G Salet. Alhambra 1975, Madrid.

 

 

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3 comentarios

  1. Un ejemplo del tipo de alternativa que existe frente a abandonar el transformismo en favor de no sé que otra opción o de la del misterio inescrutable: The phylogenetic distribution of microARNs: Insights into evolutionary complexity and constraint, Mol Dev Evol 306B:575-588 ( 2006). Tengo al menos otro par donde se analiza la explosión cámbrica y la aparición de los plabes corporales en términos similares. Por ejemplo. Si da pereza leer la intro y el último apartado de los resultados y lavdiscusión da idea

  2. Cuando leí el libro de Salet me causó una pésima impresión. Con la excusa de criticar el evolucionismo lo que criticaba era el neodarwinismo, aunque la verdad es que no le faltaban razones. Ahora el prólogo de Garrido, que no recordaba, me provoca la misma sensación. La ciencia no puede admitir hechos no comprobados, pero ¿debe admitir misterios? ¿Ayudan los «misterios» a ampliar nuestros conocimientos más que las explicaciones simplistas? ¿No son reducibles los misterios a «simples problemas racionales»? ¿No será que lo realmente simples son los misterios?

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