En el párrafo centésimo trigésimo séptimo de El Origen de las Especies se aplica indebidamente la ley general de la naturaleza que fuera expuesta en el párrafo centésimo trigésimo sexto de El Origen de las Especies

 

El autor acostumbra en su obra a llamar ley a cualquier recopilación de hechos. Así, las leyes son algo que puede alterarse con facilidad si los hechos cambian o interpretarse con toda libertad. En éste párrafo vemos que lo que antes fue ley de la naturaleza hoy es creencia o pensamiento que explica algunos hechos. Hemos realizado así un camino completamente circular: Los hechos son la ley que los explica.

La ley decía que ningún individuo se fecunda a sí mismo durante generaciones. Evidentemente, al cambiar de generación, hemos cambiado de individuo.  Pero sutilmente y de manera confusa en éste párrafo sugiere que lo mismo que ocurre con los individuos podría ocurrir con las variedades (o con las especies, ya que el autor no distingue variedades de especies).

La intención del autor no es otra sino crear la confusión y en particular, confundir variedad con especie. No se entiende de otro modo qué pretende el autor al indicar en este párrafo que  si se colocan en la misma planta pólenes de dos especies diferentes, prevalecerá el propio.

 

 

137.

On the belief that this is a law of nature, we can, I think, understand several large classes of facts, such as the following, which on any other view are inexplicable. Every hybridizer knows how unfavourable exposure to wet is to the fertilisation of a flower, yet what a multitude of flowers have their anthers and stigmas fully exposed to the weather! If an occasional cross be indispensable, notwithstanding that the plant’s own anthers and pistil stand so near each other as almost to ensure self-fertilisation, the fullest freedom for the entrance of pollen from another individual will explain the above state of exposure of the organs. Many flowers, on the other hand, have their organs of fructification closely enclosed, as in the great papilionaceous or pea-family; but these almost invariably present beautiful and curious adaptations in relation to the visits of insects. So necessary are the visits of bees to many papilionaceous flowers, that their fertility is greatly diminished if these visits be prevented. Now, it is scarcely possible for insects to fly from flower to flower, and not to carry pollen from one to the other, to the great good of the plant. Insects act like a camel-hair pencil, and it is sufficient, to ensure fertilisation, just to touch with the same brush the anthers of one flower and then the stigma of another; but it must not be supposed that bees would thus produce a multitude of hybrids between distinct species; for if a plant’s own pollen and that from another species are placed on the same stigma, the former is so prepotent that it invariably and completely destroys, as has been shown by Gartner, the influence of the foreign pollen.

 

Creyendo que esto es una ley de la naturaleza, podremos, creo yo, explicar varias clases de hechos muy numerosos, como los siguientes, que son inexplicables desde cualquier otro punto de vista. Todo horticultor que se ocupa de cruzamientos sabe lo desfavorable que es para la fecundación de una flor el que esté expuesta a mojarse, y, sin embargo, ¡qué multitud de flores tienen sus anteras y estigmas completamente expuestos a la intemperie! Pero si es indispensable de vez en cuando algún cruzamiento, aun a pesar de que las anteras y pistilos de la propia planta están tan próximos que casi aseguran la autofecundación o fecundación por sí misma, la completa libertad para la entrada de polen de otros individuos explicará lo que se acaba de decir sobre la exposición de los órganos. Muchas flores, por el contrario, tienen sus órganos de fructificación completamente encerrados, como ocurre en la gran familia de las papilionáceas, o familia de los guisantes; pero estas flores presentan casi siempre bellas y curiosas adaptaciones a las visitas de los insectos. Tan necesarias son las visitas de los himenópteros para muchas flores papilionáceas, que su fecundidad disminuye mucho si se impiden estas visitas. Ahora bien: apenas es posible a los insectos que van de flor en flor dejar de llevar polen de una a otra, con gran beneficio para la planta. Los insectos obran como un pincel de acuarela, y para asegurar la fecundación es suficiente tocar nada más con el mismo pincel las anteras de una flor y luego el estigma de otra; pero no hay que suponer que los himenópteros produzcan de este modo una multitud de híbridos entre distintas especies, pues si se colocan en el mismo estigma el propio polen de una planta y el de otra especie, el primero es tan prepotente, que, invariablemente, destruye por completo la influencia del polen extraño, según ha sido demostrado por Gärtner.

 

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