Rozando los límites de lo absurdo en el párrafo tricentésimo cuadragésimo de El Origen de las Especies

 

Lo dicho. La selección natural sólo actúa sobre los caracteres que son de alguna utilidad. Bien. A medida que vayamos encontrando utilidades, iremos ampliando su campo de acción hasta llegar al destino final que es el que predijo Flourens: La Selección Natural es una personificación y significa ni más ni menos que la Naturaleza.

El párrafo contiene una frase que para la antología del surrealismo científico (o mejor dicho pseudocientífico):

No puede haber sido de gran importancia para la mayor parte de los mamíferos, aves y reptiles el estar cubiertos de pelo, de pluma o de escamas, y, sin embargo, el pelo se ha transmitido a casi todos los mamíferos, las plumas a todas las aves y las escamas a todos los reptiles verdaderos.

Que continua de esta manera:

Una estructura, cualquiera que sea, común a muchas formas afines, la consideramos como de gran importancia sistemática, y, por consiguiente, con frecuencia se da por sentado que es de gran importancia vital para la especie.

Pero esto es pura elucubración.  Desde antiguo se sabe que algunos de los caracteres de mayor utilidad en taxonomía no tienen ninguna utilidad conocida y por lo tanto no se puede dar por sentado que tengan esa «importancia vital» para la especie que el autor menciona sin indicar lo que es.

 

Lo que sigue hasta el final del párrafo es buen ejemplo de confusión mental.

 

 

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From the fact of the above characters being unimportant for the welfare of the species, any slight variations which occurred in them would not have been accumulated and augmented through natural selection. A structure which has been developed through long-continued selection, when it ceases to be of service to a species, generally becomes variable, as we see with rudimentary organs; for it will no longer be regulated by this same power of selection. But when, from the nature of the organism and of the conditions, modifications have been induced which are unimportant for the welfare of the species, they may be, and apparently often have been, transmitted in nearly the same state to numerous, otherwise modified, descendants. It cannot have been of much importance to the greater number of mammals, birds, or reptiles, whether they were clothed with hair, feathers or scales; yet hair has been transmitted to almost all mammals, feathers to all birds, and scales to all true reptiles. A structure, whatever it may be, which is common to many allied forms, is ranked by us as of high systematic importance, and consequently is often assumed to be of high vital importance to the species. Thus, as I am inclined to believe, morphological differences, which we consider as important—such as the arrangement of the leaves, the divisions of the flower or of the ovarium, the position of the ovules, etc., first appeared in many cases as fluctuating variations, which sooner or later became constant through the nature of the organism and of the surrounding conditions, as well as through the intercrossing of distinct individuals, but not through natural selection; for as these morphological characters do not affect the welfare of the species, any slight deviations in them could not have been governed or accumulated through this latter agency. It is a strange result which we thus arrive at, namely, that characters of slight vital importance to the species, are the most important to the systematist; but, as we shall hereafter see when we treat of the genetic principle of classification, this is by no means so paradoxical as it may at first appear.

 

Por el hecho de ser los caracteres anteriores sin importancia para la prosperidad de las especies, las ligeras variaciones que se presentan en ellos no habrían sido acumuladas y aumentadas por selección natural. Una conformación que se ha desarrollado por selección continuada durante mucho tiempo, cuando cesa de ser útil a una especie, por lo común se hace variable, como vemos en los órganos rudimentarios, pues ya no estará, en lo sucesivo, regulada por la misma fuerza de selección. Pero, por la naturaleza del organismo y de las condiciones de vida, se han producido modificaciones que son sin importancia para la prosperidad de la especie; estas modificaciones pueden ser transmitidas -y al parecer lo han sido muchas veces- casi en el mismo estado, a numerosos descendientes diferentemente modificados. No puede haber sido de gran importancia para la mayor parte de los mamíferos, aves y reptiles el estar cubiertos de pelo, de pluma o de escamas, y, sin embargo, el pelo se ha transmitido a casi todos los mamíferos, las plumas a todas las aves y las escamas a todos los reptiles verdaderos. Una estructura, cualquiera que sea, común a muchas formas afines, la consideramos como de gran importancia sistemática, y, por consiguiente, con frecuencia se da por sentado que es de gran importancia vital para la especie. Así, según me inclino a creer, diferencias morfológicas que consideramos como importantes -tales como el modo de estar dispuestas las hojas, las divisiones de la flor o del ovario, la posición de los óvulos, etc.- aparecieron primero, en muchos casos, como variaciones fluctuantes, que, más pronto o más tarde, se hicieron constantes por la naturaleza del organismo y de las condiciones ambientes, como también por el cruzamiento de individuos distintos, pero no por selección natural, pues como estos caracteres morfológicos no influyen en la prosperidad de la especie, las pequeñas desviaciones en ellos no pudieron haber sido reguladas y acumuladas por este último medio. Es extraño el resultado a que llegamos de este modo, o sea, que caracteres de poca importancia vital para la especie son los más importantes para el sistemático; pero esto, según veremos después, cuando tratemos del fundamento genético de la clasificación, no es, en modo alguno, tan paradójico como al pronto puede parecer.

 

 

Lectura aconsejada:

 Manual para detectar la impostura científica: Examen del libro de Darwin por Flourens. Digital CSIC, 2013. 225 páginas.

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