Empecemos por la esterilidad de las especies cuando se cruzan en el párrafo cuadrigentésimo sexagésimo de El Origen de las Especies

Habla el autor de unos trabajos de Kolreuter y de Gartner a los que dice admirar. Del primero indica que en diez casos ha encontrado fecundación entre especies distintas. Siguiendo su costumbre, el autor no indica ni la referencia ni a qué casos se refiere Kolreuter ni tampoco en cuántos casos lo intentó para obtener esos diez positivos.

 

Su ambigüedad no conoce límites y son frecuentes las frases retóricas que se exponen sin decir nada:

 

It is impossible to study the several memoirs and works of those two conscientious and admirable observers, Kolreuter and Gartner, who almost devoted their lives to this subject, without being deeply impressed with the high generality of some degree of sterility.

 

Es imposible estudiar las diferentes memorias y obras de aquellos dos escrupulosos y admirables observadores, Kölreuter y Gärtner, que casi consagraron su vida a este asunto, sin quedar profundamente impresionado, por lo muy general que es cierto grado de esterilidad

 

por lo muy general que es cierto grado de esterilidad

 

¿Qué manera de expresarse es esta? ¿A qué grado de esterilidad se refiere? ¿Acaso quiere decir cierto grado de fertilidad y el error ha permanecido en todas las traducciones a lo largo de décadas y miles de ediciones?

 

 

 

 

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DEGREES OF STERILITY.

 

First, for the sterility of species when crossed and of their hybrid offspring. It is impossible to study the several memoirs and works of those two conscientious and admirable observers, Kolreuter and Gartner, who almost devoted their lives to this subject, without being deeply impressed with the high generality of some degree of sterility. Kolreuter makes the rule universal; but then he cuts the knot, for in ten cases in which he found two forms, considered by most authors as distinct species, quite fertile together, he unhesitatingly ranks them as varieties. Gartner, also, makes the rule equally universal; and he disputes the entire fertility of Kolreuter’s ten cases. But in these and in many other cases, Gartner is obliged carefully to count the seeds, in order to show that there is any degree of sterility. He always compares the maximum number of seeds produced by two species when first crossed, and the maximum produced by their hybrid offspring, with the average number produced by both pure parent-species in a state of nature. But causes of serious error here intervene: a plant, to be hybridised, must be castrated, and, what is often more important, must be secluded in order to prevent pollen being brought to it by insects from other plants. Nearly all the plants experimented on by Gartner were potted, and were kept in a chamber in his house. That these processes are often injurious to the fertility of a plant cannot be doubted; for Gartner gives in his table about a score of cases of plants which he castrated, and artificially fertilised with their own pollen, and (excluding all cases such as the Leguminosae, in which there is an acknowledged difficulty in the manipulation) half of these twenty plants had their fertility in some degree impaired. Moreover, as Gartner repeatedly crossed some forms, such as the common red and blue pimpernels (Anagallis arvensis and coerulea), which the best botanists rank as varieties, and found them absolutely sterile, we may doubt whether many species are really so sterile, when intercrossed, as he believed.

 

Empecemos por la esterilidad de las especies cuando se cruzan y de su descendencia híbrida. Es imposible estudiar las diferentes memorias y obras de aquellos dos escrupulosos y admirables observadores, Kölreuter y Gärtner, que casi consagraron su vida a este asunto, sin quedar profundamente impresionado, por lo muy general que es cierto grado de esterilidad. Kölreuter hace la regla universal; pero luego corta el nudo, pues en diez casos en los cuales encuentra que dos formas, consideradas por la mayor parte de los autores como especies distintas completamente, son fecundadas entre sí, las clasifica sin titubeos como variedades. Gärtner también hace la regla igualmente universal, y discute la completa fecundidad de los diez casos de Kölreuter; pero en este y otros muchos casos Gärtner se ve obligado a contar cuidadosamente las semillas, para demostrar que hay algún grado de esterilidad. Compara Gärtner siempre el máximo de semillas producido por dos especies al cruzarse por vez primera y el máximo producido por su descendencia híbrida, con el promedio producido por las dos especies progenitores puras en estado natural; pero aquí intervienen causas de grave error: una planta, para ser hibridada, tiene que ser castrada y, lo que muchas veces es más importante, ha de ser aislada, con objeto de impedir que le sea llevado por insectos el polen de otras plantas. Casi todas las sometidas a experimento por Gärtner estaban plantadas en macetas, y las tenía en una habitación en su casa. Es indudable que estos procedimientos muchas veces son perjudiciales para la fecundidad de una planta, pues Gärtner da en su cuadro una veintena aproximadamente de casos de plantas que castró y fecundó artificialmente con su propio polen, y -exceptuando todos los casos, como el de las leguminosas, en que existe una dificultad reconocida en la manipulación- en la mitad de estas veinte plantas disminuyó en cierto grado la fecundidad. Además, como Gärtner cruzó repetidas veces algunas formas, tales como los murajes rojo y azul comunes (Anagallis arvensis y coerulea), que los mejores botánicos clasifican como variedades, y las encontró absolutamente estériles: podemos dudar de si muchas especies, cuando se cruzan, son realmente tan estériles como él creía.

 

 

Lectura aconsejada:

 

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