Por fin Linneo, y otros naturalistas, en el septingentésimo cuarto párrafo de El Origen de las Especies

 

Hace muy bien el autor en referirse a los naturalistas en tercera persona del plural: ellos. Su formación no es la de naturalista. Resulta sorprendente que, acto seguido,  se pregunte: ¿qué quiere decir este sistema?, puesto que él tampoco es la persona más adecuada para responder esta pregunta, como lo prueba el hecho de que no se la haya planteado hasta el final de su libro.

 

 

 

704.

 

Naturalists, as we have seen, try to arrange the species, genera and families in each class, on what is called the Natural System. But what is meant by this system? Some authors look at it merely as a scheme for arranging together those living objects which are most alike, and for separating those which are most unlike; or as an artificial method of enunciating, as briefly as possible, general propositions—that is, by one sentence to give the characters common, for instance, to all mammals, by another those common to all carnivora, by another those common to the dog-genus, and then, by adding a single sentence, a full description is given of each kind of dog. The ingenuity and utility of this system are indisputable. But many naturalists think that something more is meant by the Natural System; they believe that it reveals the plan of the Creator; but unless it be specified whether order in time or space, or both, or what else is meant by the plan of the Creator, it seems to me that nothing is thus added to our knowledge. Expressions such as that famous one by Linnaeus, which we often meet with in a more or less concealed form, namely, that the characters do not make the genus, but that the genus gives the characters, seem to imply that some deeper bond is included in our classifications than mere resemblance. I believe that this is the case, and that community of descent—the one known cause of close similarity in organic beings—is the bond, which, though observed by various degrees of modification, is partially revealed to us by our classifications.

 

Los naturalistas, como hemos visto, procuran ordenar las especies, géneros y familias dentro de cada clase según lo que se llama el sistema natural; pero ¿qué quiere decir este sistema? Algunos autores lo consideran simplemente como un sistema para ordenar los seres vivientes que son más parecidos y para separar los más diferentes, o como un método artificial de enunciar lo más brevemente posible proposiciones generales, esto es, con una sola frase dar los caracteres comunes, por ejemplo, a todos los mamíferos; por otra, los comunes a todos los carnívoros; por otra, los comunes al género de los perros, y entonces, añadiendo una sola frase, dar una descripción completa de cada especie de perro. La ingenuidad y utilidad de este sistema son indiscutibles. Pero muchos naturalistas creen que por sistema natural se entiende algo más: creen que revela el plan del Creador; pero, a menos que se especifique si por el plan del Creador se entiende el orden en el tiempo o en el espacio, o ambas cosas, o qué otra cosa se entiende, me parece que así no se añade nada a nuestro conocimiento. Expresiones tales como la famosa de Linneo, con la que frecuentemente nos encontramos en una forma más o menos velada, o sea que los caracteres no hacen el género, sino que el género da los caracteres, parecen implicar que en nuestras clasificaciones hay un lazo más profundo que la simple semejanza. Creo yo que así es, y que la comunidad de descendencia -única causa conocida de estrecha semejanza en los seres orgánicos- es el lazo que, si bien observado en diferentes grados de modificación, nos revelan, en parte, nuestras clasificaciones.

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