La mayor parte de nuestras mayores autoridades están convencidas en el párrafo septingentésimo sexagésimo sexto de El Origen de las Especies

Hay aquí una expresión muy sospechosa. Cuando dice:

 

La mayor parte de nuestras mayores autoridades están convencidas…

 

Uno inmediatamente lo lee y tiende a pensar que hay gato encerrado en este párrafo.

 

Que si es cierto (que La mayor parte de nuestras mayores autoridades están convencidas de algo), entonces ese algo será seguramente falso; pero por otra parte si fuese falso lo que dice, es decir si no estuviesen La mayor parte de nuestras mayores autoridades convencidas de algo, entonces ese algo sería cierto, con lo cual como de costumbre, el autor consigue dos fines: 1) Generar Confusión 2) Levantar sospechas.

 

Cita a continuación el autor a Favre, célebre entomólogo francés que había indicado:

 

Le Transformisme en particulier qui croyait expliquer, par l’intervention de l’intelligence,un grand nombre d’actions accomplies par les insectes, ne semble avoir justifié en rien ses prétentions.

 

Le domaine de l’Instinct est régi par des lois qui échappent a toutes nos théories. C’est donc avec les mêmes convictions inébranlables que je maintiens les idées que je n’ai cessé de soutenir et de défendre.

 

 

El Transformismo en particular que creía explicar, por la intervención de la inteligencia, un gran número de acciones cumplidas por los insectos, no parece haber justificado en nada sus pretensiones. El dominio del Instinto es regido por leyes que escapan a todas nuestras teorías. Es pues con las mismas convicciones inquebrantables que mantengo las ideas que nunca dejé de sostener y de defender.

 

Favre.  Préface aux Souvenirs entomologiques
Read more: https://www.madrimasd.org/blogs/biologia_pensamiento/2013/10/17/137606#ixzz3RSSfh1bp

 

 

 

766.

 

From the remarks just made we can see how by changes of structure in the young, in conformity with changed habits of life, together with inheritance at corresponding ages, animals might come to pass through stages of development, perfectly distinct from the primordial condition of their adult progenitors. Most of our best authorities are now convinced that the various larval and pupal stages of insects have thus been acquired through adaptation, and not through inheritance from some ancient form. The curious case of Sitaris—a beetle which passes through certain unusual stages of development—will illustrate how this might occur. The first larval form is described by M. Fabre, as an active, minute insect, furnished with six legs, two long antennae, and four eyes. These larvae are hatched in the nests of bees; and when the male bees emerge from their burrows, in the spring, which they do before the females, the larvae spring on them, and afterwards crawl on to the females while paired with the males. As soon as the female bee deposits her eggs on the surface of the honey stored in the cells, the larvae of the Sitaris leap on the eggs and devour them. Afterwards they undergo a complete change; their eyes disappear; their legs and antennae become rudimentary, and they feed on honey; so that they now more closely resemble the ordinary larvae of insects; ultimately they undergo a further transformation, and finally emerge as the perfect beetle. Now, if an insect, undergoing transformations like those of the Sitaris, were to become the progenitor of a whole new class of insects, the course of development of the new class would be widely different from that of our existing insects; and the first larval stage certainly would not represent the former condition of any adult and ancient form.

 

Por las observaciones que se acaban de hacer podemos comprender cómo por cambios de estructura en el joven, acordes con los cambios de costumbres, junto con la herencia a las edades correspondientes, pueden los animales llegar a pasar por fases de desarrollo completamente diferentes de la condición primitiva de sus antepasados adultos. La mayor parte de nuestras mayores autoridades están convencidas de que los diferentes estados de larva y ninfa de los insectos han sido adquiridos por adaptación y no por herencia de alguna forma antigua. El curioso caso de Sitaris -coleóptero que pasa por ciertos estados extraordinarios de desarrollo- servirá de ejemplo de cómo pudo ocurrir esto. Fabre describe la primera forma larva como un pequeño insecto activo, provisto de seis patas, dos largas antenas y cuatro ojos. Estas larvas salen del huevo en los nidos de abejas y cuando las abejas machos salen en primavera de sus agujeros, lo que hacen antes que las hembras, las larvas saltan sobre aquéllos y después pasan a las hembras cuando éstas están apareadas con los machos. En cuanto la abeja hembra deposita sus huevos en la superficie de la miel almacenada en las cavidades, las larvas del Sitaris se lanzan sobre los huevos y los devoran. Después sufren un cambio completo: sus ojos desaparecen, sus patas y antenas se vuelven rudimentarias; de manera que entonces se asemejan más a las larvas ordinarias de los insectos; luego, sufren una nueva transformación, y finalmente salen en estado de coleópteros perfectos. Ahora bien; si un insecto que experimentase transformaciones como las de Sitaris llegase a ser el progenitor de toda una nueva clase de insectos, el curso del desarrollo de la nueva clase sería muy diferente de la de nuestros insectos actuales, y el primer estado larval ciertamente no representaría la condición primitiva de ninguna antigua forma adulta.

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