Que una disciplina tenga dos o tres mil años de antigüedad no significa, ni mucho menos, que quienes se dedican a ella sean unos ignorantes, ociosos o renegados.

La Retórica, análisis del discurso practicado desde los presocráticos, es hoy disciplina de la máxima actualidad puesto que nos permite sacudir los textos hablados y escritos y cribar, seleccionar lo que en ellos hay de grano y lo que hay de paja descubriendo que, lamentablemente, esta última es muy abundante en los tiempos que corren.

Sacudido, el discurso de nuestros políticos y gobernantes deja caer un montón de falacias de todo tipo. Exprimido, sometido a las herramientas de la retórica, es fuente de contradicciones, confusiones, y giros verbales demostrando que donde no hay ideas no tienen por qué escasear las palabras, sino todo lo contrario. El exceso verbal, detallamiento, es prueba a menudo de otros muchos errores.

Así, mediante las herramientas de la Retórica, hemos analizado el libro de Darwin, titulado “Sobre el Origen de las Especies por medio de la Selección Natural o la supervivencia de las Razas Favorecidas en la lucha por la vida”, y más concretamente su capítulo IV en el que se expone la parte central: la Selección Natural. Una idea abstrusa que parte de un error: Al describir las actividades de los ganaderos, Darwin confunde el todo con la parte y llama al proceso de Mejora genética (Breeding en inglés), selección. Grave error que, para disimularlo, se ve obligado a cubrir con otro y otro, y así sucesivamente.

Acuñando el concepto Selección Natural, necesario pues no podría hablar de “Mejora Natural”, tropieza de nuevo y construye un oxímoron, expresión viciada en la que una mitad contradice a la otra: Es imposible que la naturaleza seleccione. Para salvarse de este segundo error acude a un tercero y así se contesta a sí mismo a la pregunta ¿Qué es la selección natural? Mediante un Pleonasmo: La supervivencia de los más aptos. Claro, ¿Y de quién si no? ¿Cómo va a sobrevivir alguien o algo que no sea el o lo más apto? Larga cadena de errores y disparates que no acaba ahí, pues para mantenerse necesita crear un cuarto error, este bien sonoro: Otorgar un conjunto de actividades a sus construcciones verbales carentes de significado.

Así veremos también como la selección natural, que no es nada, cobra vida y hace, crea, modifica. La lucha por la supervivencia que tampoco es nada, actúa, efectúa, impone. La supervivencia de los más aptos, expresión sin significado alguno es hipótesis, causa y teoría, explicación.

La retórica darwiniana fluye libre y alcanza su cénit mediante ese recurso formal que se llama Prosopopeya, personificación, y que tan bien detectó su contemporáneo, el científico francés Pierre Flourens.

Analizando hoy la retórica darwiniana se explica uno por qué les cuesta a los darwinistas responder preguntas tan sencillas como ¿Qué es la selección natural? ¿Es una magnitud? ¿En qué unidades puede medirse?

Nuestros lectores se ahorrarán muchos esfuerzos vanos dedicados a entender páginas y páginas impresas con textos incomprensibles, verdaderos trabalenguas. El problema no se limita al darwinismo, ni se restringe dentro de los límites de la ciencia. En la sociedad contemporánea, muchos de los textos producidos a diario tienen como principal objetivo generar confusión. Las personas confusas son más manipulables. Así funciona el binomio Con-Con desde Darwin y aún antes, desde los presocráticos. Quien genera confusión aumentará el control.

 

 

¿Está usted de broma Mr Darwin? La Retórica en el corazón del darwinismo. Emilio Cervantes y Guillermo Pérez Galicia. OIACDI. 2015. 306 pp.

 

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2 comentarios

  1. Estimado Emilio FELICIDADES, por este reciente «exorcismo», que tanta falta le hace al conocimiento humano.
    Un abrazo trasatlántico.
    Régulo

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