En un momento dado escribió Javier Marías:

Porque el pasar que más interesa a Benet es el que más se asemeja al pasar de la vida, en la que nunca nadie tiene todos los datos o toda la memoria o toda la seguridad o toda la interpretación de cómo fueron o son las cosas, aun las que más nos atañen o más han condicionado nuestra existencia teñidas todas de parcialidad e incertidumbre.

 

Y en otra ocasión:

En realidad la vieja aspiración de cualquier cronista o superviviente, relatar lo ocurrido, dar cuenta de lo acaecido, dejar constancia de los hechos y delitos y hazañas, es una mera ilusión o quimera, o mejor dicho, la propia frase, ese propio concepto,  son ya metafóricos y forman parte de la ficción. “Relatar lo ocurrido” es ya inconcebible y vano, o bien es sólo posible como invención.

 

Y antes de todo eso:

A diferencia del científico o el filosófico, el pensamiento literario se caracteriza por dos privilegios que son sólo suyos: no está sujeto a argumento ni a demostración (…), no depende de un hilo conductor razonado ni necesita mostrar cada uno de sus pasos; por consiguiente le está permitida la contradicción.

 

La contradicción, la ambigüedad, son motores en toda obra literaria como también lo son en El Origen de las Especies que, recordemos, es obra que no pertenece a la Ciencia sino a la Épica.

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