Supongo que como a muchos lo del cambio climático no me deja indiferente. Que si la temperatura es más alta, que si llueve menos. Que si el nivel del mar sube (¿o no?) por diversas causas.


Si la Tierra se calienta, el mar también. Por ejemplo en Galicia, la temperatura del aire se está elevando a un ritmo de casi 0,5 grados por década desde los años setenta, a la temperatura de las aguas del mar próximas les pasa lo mismo. Una investigación realizada por investigadores del Grupo de Oceanología del Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo, dependiente del CSIC, y en el que se analizaron series históricas ha constatado que la temperatura superficial del agua oceánica próxima a Galicia -menos de 50 millas- ha experimentado un incremento de un grado en los últimos cuarenta años (1960-2006). Frente a las Rías Baixas, a menos de 50 millas mar adentro, la temperatura media anual del agua aumentó desde los 15,22 grados en 1950 hasta los 16,16 del 2006. Un calentamiento similar no se había observado desde el denominado Período Cálido Medieval, un lapso de tiempo transcurrido entre el 850 y el 1250 que dejó un tiempo cálido poco común en Europa y que coincidió con un período de gran actividad solar. Sin embargo, existe una importante diferencia que da un mayor valor a la medida obtenida ahora: entre el año 0 y el 1.000, el máximo cálido, la temperatura del agua se elevó en torno a un grado y medio, cuando en la actualidad, en poco más de cuarenta años, el incremento registrado ya es de un grado.

¿Qué consecuencias tendrá este fenómeno?. Un océano más cálido tiene una consecuencia directa en los patrones del clima. El primer aviso ya se dio hace más de un año con la irrupción de la tormenta tropical Delta en Canarias, donde tradicionalmente las aguas frías de la zona no tienen capacidad para provocar efectos meteorológicos de estas características. Un agua más caliente altera el régimen de precipitaciones, ya que las tormentas se retroalimentan y refuerzan cuando se encuentran con este caldo de cultivo propicio. Según los científicos existe el riesgo, de que Galicia experimente en el futuro borrascas más fuertes o incluso tempestades ciclónicas es mayor.

Otra consecuencia de la mayor calidez del mar será una pérdida de productividad de las aguas. Las más calientes son menos propicias que las frías para la generación de fitoplancton, el alimento esencial para el funcionamiento de la cadena trófica.

Además desde hace 40 años, la intensidad de los vientos de componente norte que azotan este punto del planeta ha descendido sin razón aparente, un cambio que provoca importantes consecuencias en la vida de las rías.

El cambio en los vientos ha puesto en peligro una de las características del litoral gallego que explica la producción de marisco: los afloramientos. Este proceso consiste en que, cuando soplan los vientos del Norte, es decir, en primavera y verano, entran en las rías aguas profundas, más frías y ricas en nutrientes, que reemplazan a las superficiales.

Según los datos manejados por los investigadores gallegos, el periodo en el que se produce este afloramiento se ha recortado un 30% desde la década de los sesenta y su intensidad ha disminuido un 45%. Hace 40 años esta entrada masiva de nutrientes en las rías comenzaba el 10 de marzo y acababa el 17 de noviembre, mientras que en la actualidad el inicio se ha retrasado hasta el 5 de abril y su finalización se ha adelantado al 20 de septiembre.

Otra amenaza para el sector vendrá también de la mano del calentamiento del planeta. Las riadas provocadas por las olas de calor que se auguran en las próximas décadas reducirán la salinidad del mar y propagarán las enfermedades que sufren los bivalvos, un panorama negro para los bancos de almeja y berberecho. Los investigadores también vaticinan que la menor renovación de las aguas en las rías recortarán la presencia de sardina y anchoa, dado que ambas especies precisan una concentración alta de plancton.

Los incendios en Galicia serán más intensos e incontrolables, más numerosos, se iniciarán con mayor facilidad y su programación será más rápida. A ello hay que añadir que la temporada de fuegos irá en aumento y se prolongará desde marzo hasta octubre, con marzo y junio como dos meses especialmente críticos, con lo que el índice de mayor peligrosidad ya no se circunscribirá al verano.

Sería muy de agradecer que además de vaticinar desgracias también se nos informase de como se puede evitar o paliar los efectos de estos cambios. Y no quiero pecar de pesimista pero si parte del problema está en la actividad humana a ver quién le dice a los habitantes de las economías emergentes como China e India que de coche nada que sigan con la bici. Es sano y no influye en el cambio global…

De todas formas no se consuela el que no quiere. Con lo del calentamiento los vinos gallegos van cada vez mejor. Y si no que se lo pregunten a los de la Ribeira Sacra. Algunos vinos de Amandi han conseguido puntuaciones altísimas por parte del gurú del vino, Robert Parker.

¡¡¡Tiembla California!!!!

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