Cambio global: metano, deshielo del ártico y el tiburón gris

Parece ser que millones de toneladas de metano, un gas 20 veces más influyente que el dióxido de carbono desde el punto de vista del calentamiento atmosférico, están escapando a la atmósfera desde los fondos marinos del Ártico. La gran flatulencia del Planeta. Por lo visto no solo las vacas y su incontinencia flatulera nos están llevando a la ruina… climática.


Recientemente se han descrito como depósitos masivos de metano encerrado bajo estos fondos marinos suben en forma de grandes burbujas a la superficie, fenómeno que coincide con el calentamiento del Ártico y la desaparición de los bloques de hielo de sus aguas.

Algunos investigadores creen que la liberación de metano es importantes porque su emergencia ha sido responsable en épocas pasadas de rápidos aumentos de temperaturas, cambios climáticos bruscos e incluso de la extinción de muchas especies.

Los científicos han visto la superficie marina bullendo por el efecto de las «chimeneas de metano» que subían desde los fondos marinos. Los expertos creen que ello se debe a que se han fundido las capas de permafrost (hielo permanentemente congelado) que impedían escapar el metano de los depósitos submarinos formados antes de la última glaciación. El Ártico ha registrado un incremento medio de las temperaturas de cuatro grados centígrados en las últimas décadas y una fuerte disminución del área oceánica cubierta por los hielos durante el verano.

El hielo ocupaba el pasado 12 de septiembre unos 4,52 millones de kilómetros cuadradados según un informe del centro difundido por la NASA, que dio por terminado en esa fecha el verano polar. Hay que tener en cuenta que los científicos esperan a mediados de septiembre para conocer la máxima fusión a la que llega el hielo. A partir de estas fechas, las temperaturas en el Ártico comienzan a bajar y el hielo deja de derretirse para volver a ganar terreno.

Lo que los expertos han constatado desde que en 1979 se empezaron a tomar medidas exactas de la extensión del hielo es que este se reduce cada vez y tarda más tiempo en recuperarse durante el invierno. El máximo histórico de fusión del hielo se alcanzó en 2007, cuando este llegó a 4,1 millones de kilómetros cuadrados, provocando que, por primera vez en la historia, quedara abierto al tráfico marítimo el llamado paso del Noroeste, el territorio que enlaza el norte de Canadá por Asia y por el que nunca pudieron abrirse paso los navegantes del antaño.

Los científicos de la agencia estadounidense afirman que los datos obtenidos en 2008 aunque son ligeramente mejores que los de 2007 confirman la tendencia a la baja continuada de los últimos años. Los datos de este año «reflejan principalmente derretimiento en el mar de Chukchi, frente a la costa de Alaska, y en los mares Siberianos del Este, frente a la costa oriental de Rusia», dijo el centro. El mar de Chukchi es el hogar de una de las mayores poblaciones de osos polares del mundo, y también incluye una vasta área en la que Estados Unidos vendió el año pasado derechos del petróleo y el gas de la zona, por un valor de 2.660 millones de dólares (1.800 millones de euros).

El hielo Ártico ocupaba ocho millones de kilómetros cuadrados en septiembre de 1980. Se redujo a siete millones de kilómetros cuadrados en 1990. Bajó a 5, 7 millones de kilómetros cuadrados en 2005 y llegó al peor récord en 2007, con 4, 1 millones de kilómetros cuadrados. Todavía hoy, esos 4,5 millones de kilómetros cuadrados son una superficie equivalente a nueve veces España, pero es sólo la mitad que en 1980.

Los científicos advierten, además, que la fusión del Polo Norte es un proceso que se retroalimenta. El hielo de color blanco refleja hasta el 90% de la luz que recibe, mientras que el agua sólo el 20%, por lo que, a medida que aumenta el deshielo, el Ártico absorbe más luz y se calienta más deprisa. El frío invernal permite a la masa helada recuperar parte de su extensión y grosor, pero no lo suficiente como para que al siguiente verano cada vez sea mayor el deshielo generado.
Consecuencias sobre el clima.

Algunos estudios auguran que para 2050 el Ártico se quedará sin hielo en verano. Otros aventuran que ocurrirá hacia 2030. El Ártico funciona como una especie de termostato del planeta, activando la circulación de las corrientes oceánicas y contribuyendo a la distribución del calor por el globo, por lo que los expertos temen que el deshielo del Polo Norte contribuya aún más a empeorar el cambio climático y a aumentar la temperatura terrestre.

No todo lo relacionado con el cambio climático, calentamiento global o como le quieran llamar va a ser malo. Aunque muchos científicos coinciden en señalar los efectos destructivos del cambio climático, este fenómeno también beneficia a algunas especies como el tiburón gris de Australia, al que puede salvar de la extinción. Se creía que iba a desaparecer en el 2050.

El tiburón gris australiano o Carcharias taurus, cuyo hábitat se encuentra en las áreas costeras, llega a medir hasta tres metros de largo, presenta dos aletas dorsales y es de color blanco en la parte inferior y gris en la superior.

El tiburón gris australiano ha vivido en dos áreas localizadas al este y oeste del país, dos grupos aislados entre sí durante más de 100.000 años y ahora en peligro de extinción. El tiburón sensible a la temperatura, por lo que raramente atraviesa las frías aguas meridionales de Australia, pero el cambio climático permitirá a los dos grupos unirse por el sur al calentar aquellos mares y mejorar así sus posibilidades de supervivencia.

Aquí el que no se consuela es porque no quiere…

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