El pasado mes de Agosto la organización ecologista WWF/Adena, en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía y la Universidad de Cádiz, lanzó la campaña «Tras la pista del atún rojo del Mediterráneo», que buscará, durante los próximos tres años, investigar las pautas migratorias y de comportamiento de los adultos y juveniles de atún rojo en el Mediterráneo. Recientemente unos científicos americanos de los Estados Unidos de Norteamerica han publicado que los atúnes “rojos” americanos y los del Mediterráneo son los mismos pero de vacaciones.


Según una decisión de la Comisión Europea la flota española de cerco no puede pescar atún rojo en el Mediterráneo desde el 23 de junio. La Comisión optó por adelantar una semana la prohibición de capturas. Las flotas de cerco de Francia, Italia, Chipre, Malta y Grecia no pueden pescar desde el 16 de junio, pero los españoles han contado con una semana más por no exceder las cuotas asignadas. España tiene derecho a pescar 5.428 toneladas de atún rojo este año, y a los cerqueros les corresponden 1.524 toneladas.

Ya el año pasado 2007 comentabamos los problemas de esta especie. Pueden leer picando aquí.

Y leer sobre la almadraba aquí y aquí.

Este arte se emplea desde tiempos remotos como se puede consultare en este interesante artículo.

El atún rojo cuenta con un plan de recuperación y, cada año, el número total de capturas se rebaja en un 10%, con el objetivo de proteger las pesquerías y que el año que viene también se puedan echar las redes.

Durante su etapa de juventud, el atún rojo del Mediterráneo (Thunnus thynnus) decide lanzarse a conocer mundo. Claro que ahora que se va el que se atragantaba con la galletita y viene  Obama, su viaje se dirige hacia América y, de la misma forma, sus parientes del Golfo de México inician su viaje hacia Europa. Ambos se encuentran en el Atlántico, a medio camino. Esta migración ha sido descrita por primera vez por investigadores de las universidades de Maryland y Texas (EEUU) y ahora publican los resultados en Science.

Estas escapadas del atún rojo, hasta ahora desconocidas, tienen una gran importancia, ya que se realizan en el momento preciso del apareamiento. Los ejemplares juveniles se mezclan, pero cada uno regresa luego a su lugar de origen para generar una nueva generación.

Para determinar las rutas migratorias de los atunes y comprobar que, tras su encuentro en el centro del océano, cada ejemplar vuelve a su lugar de nacimiento, el equipo de investigadores, dirigido por Jay Rooker y David Secor, midió los otolitos, una pieza con aspecto de piedrecita localizada en el oído del pez que permite identificar a cada individuo. «Son como la firma química de cada atún, ya que estas partículas de carbonato cálcico suponen un certificado de nacimiento y así podemos conocer su lugar exacto de origen», explica Rooker, de la Universidad de Texas.

La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT, en sus siglas en inglés) se reunirá en Marruecos el 17 de noviembre para evaluar las cuotas de pesca. La ICCAT considera que hay dos poblaciones separadas de atún, sin contacto, pero los recientes resultados apuntan que  existe mezcla entre los ejemplares mediterráneos y del Golfo de México, por lo que la reducción de las poblaciones en uno de los núcleos tendrá consecuencias en el otro. Las pesquerías de EEUU son subsidiarias de los peces mediterráneos. Si los juveniles del Atlántico norte se dirigen al Mediterráneo y allí se realiza una elevada explotación, pocos podrán regresar a su lugar de origen. Los científicos advierten de que las poblaciones de ambos atunes están en situación vulnerable y piden una revisión de las reglas de conservación, porque no están dando resultado.

El atún rojo del Atlántico Oriental y Mediterráneo mantiene una de las pesquerías más importantes del mundo, pero su situación es crítica tras décadas de sobreexplotación y pesca ilegal.

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