Evolución de la transformación: Medios y profesionales deben adaptarse para sobrevivir al cambio

Casimiro García Abadillo, columnista del periódico EL MUNDO, escribe en este diario (07/10/2013) un artículo titulado “¿El fin del cuarto poder?” (el cual transcribo más abajo), en donde destaco (en negrita) algunos aspectos que trata en su artículo y que invitan a la reflexión, ya que se derivan de análisis e informes acerca del sombrío panorama que se cierne sobre el espacio mediático. Sin embargo, en otro contexto, cabe indicar las oportunidades de éxito que pueden surgir al alimón de dicha situación mediática, siempre y cuando, profesionales y medios, sepan adoptar la teoría darwiniana en sus entornos: no sobrevive las especie más fuerte, ni la más inteligente, sino sobrevive la especie que mejor se adapte al cambio. Adaptarse al cambio es el camino a seguir para la pervivencia del periodismo y los medios.

El artículo, al que me suscribo en gran parte de su contenido, es un contundente análisis sobre el estado de los periódicos que se produce a nivel global.

«Richard Brooks (Filadelfia, 1912-California, 1992) había sido periodista radiofónico antes de hacer cine. Sólo hizo una película, como guionista y director, enteramente dedicada al mundo del periodismo: El cuarto poder (Deadline USA, era su título original), que protagonizó Humphrey Bogart. Si alguna vez me dedicara a impartir clases de periodismo (cosa que no descarto, dado como está nuestro negocio), obligaría, sí, obligaría, a mis alumnos a ver dos películas: El cuarto poder y Primera Plana (magnífica comedia dirigida por Billy Wilder en 1974). A medida que pasa el tiempo aprecio más el valor de estas dos obras maestras del cine.

Pero, dejemos las peripecias del Chicago Examiner para otro día y vayamos por un momento al Nueva York de la década de los 50, cuando se editaba The Day, el periódico dirigido por Ed Hutcheson (Humprhey Bogart). Los propietarios del rotativo, herederos de su creador, deciden venderlo a la competencia (el Standard). Sus 500 empleados se enteran de ello por un teletipo y saben que quedarán en paro en unos días (¿les suena esto de algo?).

Hutcheson no se da por vencido y decide ejercer hasta el último minuto, sacando a la luz el escándalo de un capo mafioso –Rienzi–que trata de amedrentarle recurriendo a todos los medios para evitar la publicación de artículos que denuncian sus crímenes; entre ellos, el asesinato de una joven. Al final, no sabemos si The Day llega a cerrarse o se salva, pero la última toma de la película nos muestra al capo Rienzi despotricando contra Hutcheson al teléfono y a éste situando el auricular sobre la rotativa: nada podrá callar a la prensa libre.

Todos los valores del periodismo están recogidos en apenas hora y media de trepidante acción. El título en español me parece incluso mejor que el original: El cuarto poder. Esta expresión para referirse a la prensa se le atribuye al político liberal conservador británico Edmund Burke (1729-1797), un acérrimo enemigo de la Revolución Francesa.

La prensa ha sido muy poderosa durante siglos, no por la fortaleza financiera de sus magnates, sino por su capacidad para generar opinión, por haberse constituido en uno de los pilares del sistema democrático.
Sin embargo, ahora estamos en un momento crítico. La mayoría de los grupos de prensa atraviesan por una situación casi insostenible: han caído la difusión y la publicidad y todo el mundo da por hecho que el papel ha pasado a la historia (aunque seguirá existiendo todavía mucho tiempo y tal vez su reconversión dé lugar a un producto nuevo, de circulación más restringida, pero igualmente influyente).

Cuando uno ve salir, como ha ocurrido en las últimas semanas en EL MUNDO, a buenos, expertos y bien formados periodistas, con los que se han compartido más de 20 años de duro trabajo, te planteas: ¿lo estamos haciendo bien?

Sin duda, vamos a otro modelo de negocio. Internet ha supuesto una revolución tan grande o incluso mayor que la propia imprenta. Cada vez la gente utiliza más las websites como medio de información. Entre otras cosas, porque es fácil de acceder a ellas y, además, es gratis.

Lo que ha ocurrido en los últimos 10 años es que los medios se han multiplicado y las audiencias se han diseminado. Además, se ha generado un efecto de exceso de información, que hace que los lectores crean estar informados por el simple hecho de haber leído un titular o haber escuchado una noticia en la radio o en la televisión durante 30 segundos.

Desde Unidad Editorial (empresa editora de EL MUNDO, Expansión, Marca, Telva, etcétera) vamos a hacer una apuesta arriesgada que tal vez sea la única salida para el mantenimiento y desarrollo de un grupo que ha defendido y practicado durante su azarosa historia los principios esenciales del buen periodismo: informar con rigor y con independencia.

Hemos hecho todo lo que se podía hacer por el lado de los costes (no se puede prescindir de más periodistas, a no ser que queramos degradar los medios hasta el punto de que no merezca la pena que nadie pague por leernos) y vamos a intentar generar nuevos ingresos, centrando nuestros esfuerzos en la red. La experiencia de Orbyt ha demostrado que hay un público, todavía minoritario, que está dispuesto a pagar un precio razonable por informarse.

La nueva forma de comunicarnos con el público va a requerir un cambio radical en nuestro modo de trabajar. Seguiremos dando exclusivas (la noticia, por definición, es lo nuevo), pero la diferencia cualitativa con otros medios (dado que nada impide, como se ha visto, que los scoop se copien de manera inmediata en otras webs) va a residir en la manera en la que demos la información.

Nadie puede copiar la calidad. Así que eso nos va a exigir dar mucho mejor que nadie noticias que tal vez todo el mundo tiene. Tendremos que hacer menos cosas, pero mejor.

Lo que parece claro es que el lector, el público, también es más selectivo y exigente y, por tanto, reclama especialización. Y, sobre todo, solvencia.

Las herramientas que nos ofrece la tecnología nos permiten ofrecer a los lectores gráficos, vídeos, todo tipo de apoyos y opiniones, sin límite.

La web ya no será el medio en el que me entero antes a través de un flash a modo de agencia. Sólo sobrevivirán los medios que apuesten por la calidad y la originalidad en la presentación de sus contenidos. Por supuesto, la opinión será la base sobre la que debe consolidarse un bloque de lectores que se identifique con nuestra visión del mundo.

Ése es ahora nuestro reto. No sólo sobrevivir, sino adaptarnos a los tiempos nuevos. Tiempos en los que tal vez ya no exista un cuarto poder como lo conocíamos. En los que tendremos que acostumbrarnos a ser más humildes y a poner a los ciudadanos en el centro de nuestras prioridades. No sabemos si The Day cerró, pero hizo lo correcto. Nosotros no tenemos otra opción»

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