La ilusión de un hombre de bien.
A Luis Durán, mi amigo
De la miseria se ha escrito mucho, de los miserables poco.
Vivir en la miseria viene adjunto al punto de partida, ser miserable se gana a pulso todos los días.
Repasaba yo mis cosas a eso de la medianoche y recibí un mensaje en el teléfono que antes odiaba y que ahora llevo conmigo
como un apéndice porque siempre espero la llamada del Dios que no existe (es imposible que exista Dios si cuando miro a mi alrededor me espanto).
Claro que, como me dijo mi sabio amigo ya muerto (porque siempre se mueren los mismos): «Si esto que ves y soportas no existiera, no habría gente como nosotros». Y en este nosotros no hay mas contenidos que el respeto, pero el respeto hacia uno mismo para llegar al respeto hacia los demás.
En ese mensaje al que me refiero me invitaban a ver lo que acababa de escribir un miserable.
Entré en la página web y leí. Después releí.
Y como de costumbre conté hasta diez. Pero la cifra no fue suficiente y volví a contar.
Alguien había escrito sobre la ilusión de un hombre de bien… y para colmo mi amigo.
Alguien se había atrevido a insultar a Luis Durán Blázquez, con nombre y apellidos, monosabio de la plaza de toros de Las Ventas,
que unas horas se había jugado la vida, primero para recoger a un picador aturdido entre los pitones del
toro, ya que el caballo había sido derribado, y luego para proteger, como es su tarea, a los caballos que adora.
Y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Se entusiasmó el público y le ovacionó hasta reventar las palmas de las manos.
Luis Durán Blázquez es todo ternura, un hombre de bien al que le sangran por los cuatro costados la nobleza y el sentimiento.
Dentro de ese cuerpo hinchado, destrozado por golpes por dentro y por fuera, un cuerpo tallado en trabajo y entrega, hay un alma…
Luis Durán quedo desconcertado ante la reacción del público, porque cada tarde, cada segundo de cada tarde en Las Ventas ha estado
haciendo lo mismo que ayer. El público soberano le aclamó como a un héroe, le vitoreó, le  obligó a saludar… le  despertó la ilusión del niño torero.
Y él, en la emoción y la sopresa, en el encanto y la algarabía, levantó su mano y se descubrió en señal de respeto, en un signo de verguenza.
Luis Durán levantó la mano y recogió en su gorrilla roja el reconocimiento que se merece desde hace años, por ser torero, mosonabio y buena persona,
por ser noble, leal, amigo y compañero.
El 15 de agosto de 2006 hice el paseíllo vestido de monosabio tras Luis Durán. Durante los minutos que estuve en el ruedo imité
todos y cada uno de sus movimientos… seguí no ya sus pasos, sino sus huellas…
Por eso, a quien se ha atrevido a insultar a mi amigo le digo que es un miserable.
Cuando Luis Durán pasea su cuerpo (el cuerpo en el que lleva el alma grande) le respeta  hasta el último de los ratones que se esconde
en los alcantarillas. A los miserables no los quiere ni Dios, ese Dios que si existiera pondría a cada cual en su sitio.
Y ayer, el público soberano puso a Luis Durán en su sitio… y cuando saludó le hice la mejor de mis fotografías de la tarde,
y luego dejé la cámara y aplaudí rabiosamente, con tanta rabia como ahora escribo, y como escribiré contra quien insulte a mis amigos.

Juan Miguel Sánchez Vigil

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5 comentarios

  1. Me emocionó la valentía de Luis Durán ayer en la plaza y me conmovió; los mismos sentimientos me produce lo que aqú escribe Juan Miguel Sánchez Vigil… No lo digo porque, casualmente, los dos son muy queridos amigos míos… sino porque es de justicia. La justicia de Dios. No acostumbro a enviar comentarios de este tipo, pero hoy es una excepción.

    Abrazos a los dos,

    Muriel Feiner

  2. Ya quisiera el miserable escribir como tú escribes, Juan Miguel.

  3. Ya te envié a tu email un texto que creo que define muy bien lo que he sentido al leer tu texto y el que se ha publicado por ahi. Pero para resumir… totalmente de acuerdo contigo Isra.

  4. Mal vamos si el valor, la vergüenza torera, el respeto y la bonhomía dejan de ser cualidades plausibles… en la torería como en la vida misma…

    El mundo al revés, amigos.

    Un abrazo.

  5. Yo estuve allí aplaudiendo a un torero haciendo lidia con pureza en la suerte, lo mismo que aplaudo un buen par de banderillas o una buena estocada. Creo que el juntapalabras que le criticó está en otro momento y en otro lugar, es decir, el ve otro espectáculo. Por eso no coincide conmigo pero yo si que coincido con Burbuja y tantos otros.

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