El sueño del toreo eterno de Morante

Desde el día del adiós de Morante algo dentro de mi, como aficionado, se fue con él.


Nada desde entonces ha vuelto a ser lo mismo. Reapareció el hijo pródigo de Barcelona, el retorno del mito, pero paralelamente el duende La Puebla decidió fugarse: contrariado, mermado y dolido, quiere  darse un tiempo, pero su ausencia se antoja insostenible, es un vac´´io imposible de rellenar. El trono Morantista permanece vacío desde que se fue, y rezo, por si alguien me escucha, que un día se arrepienta y decida sentarse de nuevo en su pedestal privilegiado, que vuelva a recuperar la ilusión y decida reconciliarse con su duende. El toreo le necesita, el aficionado quiere volver a soñar verónicas como las del día de la Beneficencia, quiere volver a sentir esa emoción arrebatada de cuando torea el de La Puebla, volver a ilusionarse y hasta disfrazarse, si fuese necesario, imitando al genio sevillano. Morante decidió apagar la luz de su tauromaquia, el toreo vive desde entonces un acentuado tenebrismo, y solo él puede colorear y dar vida a un panorama triste y desolador que marca su ausencia.
Me gustaría decírselo en persona, pero mis palabras no fluirían de la misma manera. Me gustaría decirle, mirándole a la cara, que el toreo no es lo mismo sin él, que está huérfano, cojo y dolorido desde su marcha. Me encantaría pedirle e incluso rogarle, que vuelva a vestirse de luces lo más pronto posible, que recapacite y vuelva a cargarse de ilusión, que mira a la luz al final del túnel, que sus fieles siempre estaremos ahí para tenderle una mano cuando la necesite sólo a cambio de una cosa, verle de nuevo en el albero, en su terreno, donde él mejor se expresa y donde él consigue como nadie, que emocionar y estremecer con una sola verónica, un trincherazo o uno de sus naturales eternos.
Muchas noches sueño que regresa como si nada, sueño que el duende morantista despierta de su letargo con más entusiasmo que nunca. En mis sueños nunca ha dejado de torear, porque el toreo eterno nunca se ausenta, y el toreo de Morante se sueña, y ese duende vive en mis sueños más profundos, hasta el día que decida volver, entonces… todo volverá a ser real y perfecto.

Javier López

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