Adiós a un gran periodista y mejor novelista

Deberíamos decir primero periodista y luego novelista. O quizás, al revés. No importa que fuera, lo que ahora se recordrá de él son sus escritos, plasmados como novelas o con el marchamo del «Nuevo periodismo» que luego imitaron muchos de los actuales escritores y periodistas. Ayer fallecía el padre del periodismo literario y dos veces premio Pulitzer que se encontraba desde hace algún tiempo delicado de salud. Norman Mailer fue un provocador, pero sobre todo un excelente escritor. Ahora nos quedan sus obras. Descanse en paz.

Norman Mailer, el novelista y periodista que marcó la escena literaria estadounidense en la segunda mitad del siglo XX con obras repletas de violencia, sexo y provocación, falleció hoy en Nueva York a los 84 años de edad tras sufrir un fallo renal. Mailer murió en el Hospital Monte Sinaí después de un período en el que estuvo delicado de salud y tras ser operado del pulmón en octubre, informó su familia en un comunicado. Con ello terminó la vida de un hombre que se definió siempre como «antisistema» pero llegó a ser entronizado como uno de los grandes autores estadounidenses.

Mailer escribió 39 libros, once de ellos novelas, y tocó todo tipo de géneros artísticos, incluido el teatro, la poesía, el cine y el «nuevo periodismo», en el que mezcló su experiencia personal con la información de los hechos mediante técnicas de narrativa de ficción. Sus obras fueron alabadas por su originalidad, la crudeza del lenguaje y el poder hipnótico de sus personajes.

Al mismo tiempo, fueron hechas jirones por feministas que rechazaban su representación de la mujer y por los que repudiaban sus posiciones políticas de izquierda. Algunas de sus obras eran simplemente malas, según la crítica. La urgencia por escribir le corría por las arterias a Mailer, quien a los nueve años completó una historia de 250 páginas titulada ‘Invasión de Marte’.

Había nacido en 1923 en New Jersey, hijo de un contable judío oriundo de Suráfrica y una mujer incansable, como él mismo la describió. Se crió en un barrio de clase trabajadora en Brooklyn. Además de la literatura, su gran interés eran los aviones y estudió ingeniería aeronáutica en la Universidad de Harvard. Pero aparcó para siempre las leyes de la dinámica tras la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, en la que participó en el frente del Pacífico. A su vuelta escribió ‘Los desnudos y los muertos’, una novela con la que irrumpió en la escena literaria estadounidense en 1948, a los 25 años.

Un éxito tan temprano se tornó un gran peso, según reconoció Mailer en una entrevista en 1991. «Era joven y sabía poco. Una vez que escribí ese libro, no tenía nada más sobre lo que escribir», dijo. Probó suerte como guionista de Hollywood, pero se topó con un recibimiento gélido, y sus dos obras siguientes, ‘Barbary Shore'(La costa Berbería, 1951) y ‘The Deer Park’ (El parque de los ciervos, 1955), fueron consideradas un fracaso.

Sin embargo, el resto de su carrera estaría jalonada de éxitos, que le hicieron ganar el Premio Pulitzer dos veces y en una ocasión el Premio Nacional del Libro, y también de empresas fallidas. Mailer escribió como vivió. Se casó seis veces, tuvo nueve hijos y acuchilló con un cortaplumas a su segunda esposa, Adele Morales, durante una fiesta. Ella no presentó cargos contra él y se recuperó totalmente, aunque estuvo al borde de la muerte.

Mailer protestaba, bebía, fumaba marihuana y recorría los garitos de Nueva York. En ‘Un sueño americano’ (1966) reflejó esa vida a través de la lente de Stephen Rojack, un personaje semiautobiográfico que mata a su esposa. Para él, el otro sueño americano, el de la casa en los suburbios, los niños, el perro y los domingos en la iglesia, no funcionaba. Mailer escribió ese libro por entregas para la revista ‘Esquire’, dejándose llevar por Rojack a un agujero de alcohol, sexo y violencia.

«No me gusta escribir un libro cuando sé cuál va a ser el final, porque quiero que mis personajes tomen el control», dijo el autor. «Es muy peligroso para mí saber a dónde va un libro, porque una vez que lo sé me emociono tanto que se lo cuento a otras personas, salgo y me emborracho para celebrarlo y luego no trabajo», confesó.

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