CURRO ROMERO, NOMBRADO ACADEMICO DE BELLAS ARTES EN SEVILLA

Todo un profeta en su tierra, el diestro es nombrado miembro de Honor de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, rodeado de una inusitada expectación y acompañado por numerosos representantes de la torería, la nobleza, el empresariado y las artes en general. El solemne acto lo abrió la presidenta Isabel León, quien señaló que «por primera vez en la historia, esta real corporación abre sus puertas a un gran artista».

Curro Romero, académico en Sevilla
Curro Romero, con la duquesa de Alba
y otros asistentes a su nombramiento

‘Inspiración, arte y armonía’

Con estas tres palabras definía el ‘Faraón de Camas’ lo que para él supone el noble oficio del toreo. Lo que para Curro ha significado una forma de vida, «una forma de crear belleza sin otro instrumento que el capote y la muleta», como él mismo explicaba. En su discurso de investidura, el nuevo académico, ataviado elegantemente con el preceptivo frac, emocionó a los amantes de los ruedos.

Elegantemente vestido con el reglamentario chaqué, sentado junto al traje de luces, corinto y oro, que usó en su última comparecencia en la plaza de la Maestranza, y que ha donado a la institución académica, el diestro sevillano desgranó unas breves y emocionadas palabras sobre su sentido del toreo. Agradeció, en primer lugar, que se haya concedido a la tauromaquia la categoría de una de las bellas artes, y el honor lo compartió con los toreros que se fueron, Belmonte, El Gallo, Chicuelo y Ordóñez, entre ellos, «y con los que han venido a engrandecer este acto». Y nombró a todos los toreros presentes, entre los que se encontraban Antoñete, Ortega Cano, José Tomás, Cayetano y Emilio Muñoz, junto a reconocidos ganaderos; su apoderado, Manolo Cisneros, y su mozo de espadas, Gonzalito.

Dejó claro que la distinción no era a su persona, sino a la fiesta de los toros, que entiende, según dijo, «como una armonía, una inspiración, una forma de expresar el sentimiento, como lo muestran el compositor con sus notas o el pintor con sus pinceles». «Los toreros, no somos matarifes; nuestro destino y nuestra voluntad es crear belleza».

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3 comentarios

  1. Parece mentira señores mios; que a un analfabeto lo nombren académico de las Bellas artes sin haber estudiado ni la cerámica, la escultura ni la pintura. Si señor solo por tener mas miedo que once viejas, por salir a los ruedos, el vecino y recoger almohadillas; vais a acabar con la cultura.

  2. ¿Curro Romero académico de Bellas Artes? Pues sí que están mal los tiempos que corren. Sabía que las cosas estaban mal, ¿pero tanto? No me gustaría entrar en debate con el discutido tema de los toros y si el toreo es arte o no, pero no creo que Curro Romero sea el más apto para dicho cargo. Quizás me equivoque y sea un gran devorador de libros, pero no me pega.

    Me gustaría contar una anécdota de uno de esos toreros que cita: el Gallo. Pues bien, coincidiendo el Gallo con Ortega y Gasset en una fiesta, el Gallo se puso a hablar con éste. Al tiempo de haber entablado conversación, el Gallo le preguntó a Ortega a qué se dedicaba. El filósofo respondió que a pensar. El Gallo extrañado se quedó mirándole fijamente y dijo: “De verdá, que ahí gente pa tó…”. Esta es la historia de la famosa frase. Creo que todo está dicho…

  3. Y no hubo en el mundo entero

    capote menos sangriento,

    que la mano adelantada

    del Maestro Curro Romero.

    En una tarde de hierbas,

    de una plaza “cualquiera”,

    dijo Curro; Aquí se quedan

    veinte capotes de arena,

    ocho espadas dolorosas,

    y cuatro fandangos de Huelva.

    Aquí duermen y descansan

    de mi Sevilla serrana,

    las gitanas costureras.

    Aquí, llorando de pena se quedan,

    mil silencios de gargantas.

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