¿De dónde vienen los libros que compramos?: del supermercado

Publicamos en este mismo blog, la semana pasada el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de libros de los españoles, dedicando especial atención a la lectura. Añadimos ahora la parte de compra, en un excelente trabajo de Xavi Ayén que publica hoy el periódico catalán La Vanguardia. y que tiene que ver con el lugar donde se compran los libros. Desde hace tiempo se viene anunciando que las librerías estaban perdiendo ventas con respecto a grandes superficies e hipermercados, que aparecen en segundo lugar y que se posicionan bien de cara al futuro. Estimados alumnos y lectores de este blog: ¿Son los supermercados, hipermercados y grandes superficies, el mejor lugar para comprar libros? ¿Quién asesora en la compra de un libro en estas tiendas? ¿Qué está pasando con las librerías tradicionales?… Pasen y lean. Pasen y comenten.

Ya está. Ya ha sucedido oficialmente. Por primera vez, los hipermercados – Carrefour, Alcampo…- aparecen segundo lugar en el compran libros (11,6%), muy por detrás de las librerías tradicionales (45,1%), pero superando a las cadenas (Fnac, Casa del Libro… con el 11,5%) y a los grandes almacenes (El Corte Inglés… con el 10,7%). Son los datos, referidos al primer trimestre del 2008, de la muestra de la Federación de Gremios de Editores. Toda una revolución en los hábitos de compra, pues hace tan sólo siete años suponían un escaso 4,6% del total. Y la cosa irá a más. Un portavoz de Carrefour afirma: «Somos la segunda librería de España – tras El Corte Inglés- pero en nuestro ADN está grabado el ser líder».

Las cadenas también han más que doblado su parte del pastel. Tan sólo en los últimos tres años, la Fnac ha abierto seis tiendas (ya tiene 16, que serán 19 a fin de año), la Casa del Libro ocho, ha llegado Bertrand (Random House Mondadori) con seis centros y Topbooks (especializada en superventas) ya tiene cuatro.

Cada vez leemos más. Jesús Badenes, director general de Librerías del grupo Planeta, contextualiza las cifras: «Los hípers crecen, cierto, pero a la vez las librerías aguantan, venden más libros que nunca». Por ejemplo, El juego del ángel de Carlos Ruiz Zafón distribuye sus 1.400.000 ejemplares a lo largo y ancho de 10.000 puntos de venta diferentes, «de los cuales el 55% son librerías y el 45% cadenas e hipermercados», aclara Pere Matesanz, director comercial de Planeta. Vendiendo más que nunca, ¿por qué las librerías pierden cuota de mercado? Eso se explicaría por la subida del índice de lectura. Badenes recuerda que «en los años noventa sólo leía el 40% de los españoles y ahora estamos en un 56,9%. Subir 15 puntos el índice de lectura de un país es espectacular». Las causas serían varias, «pero una de ellas es que el libro ha entrado en las grandes superficies y eso ha hecho que personas que antes no compraban libros ahora sí lo hacen». Para Jorge Herralde, dueño de Anagrama, «antes el mercado era minúsculo, en los setenta francamente decepcionante. Ahora, se da un crecimiento en todos los nichos de lectores, especialmente en el que yo llamo el grupo de lectores-no lectores, los que se compran el premio Planeta, Zafón, Boris Izaguirre o Polònia, actividades, justo es reconocerlo, perfectamente legales y que no atentan contra nuestro ordenamiento jurídico. Como dice Alessandro Baricco, esto es como un huevo frito que se va haciendo gigante: crece muchísimo la clara pero también, aunque menos, la yema de lectores exigentes». Badenes matiza que «hay lectores que entran en la lectura a través de ciertos libros y luego pasan a otros», lo que Herralde no ve tan claro: «El espectador de Aquí hay tomate,con el tiempo, no forzosamente deviene un entusiasta de los filmes de la nouvelle vague».

¿Peligro en el súper? Las editoriales grandes sitúan en un 15% sus ventas en hipermercados, una cifra que seguirá creciendo (en Italia es el 30%). Ignacio Tolnado, de la Fnac, ve todo esto «de manera contradictoria. Por una parte, está bien que se vendan libros y, por otra, es necesario conservar la red de librerías. La venta de unas pocas docenas de títulos en otros comercios ofrece una visión muy estrecha de la cultura y pone en peligro la propia red de librerías al privarles de la venta más fácil y rentable». Y, si hasta ahora, libreros y editores coincidían en defender el precio fijo de los libros, Carrefour mantiene una postura diferente: «Creemos que el precio libre siempre beneficia al bolsillo del cliente».

Sólo los más vendidos. La cadena Topbooks abrió su primera tienda en Bilbao en 1995 y en el 2005 ha empezado a expandirse. Ahora ya tiene cuatro centros (tres de ellos en la comunidad de Madrid) y seguirá creciendo. Su filosofía: tiendas situadas en el centro de las ciudades que solamente venden aquellos títulos que tienen éxito. Ruth González, su directora de marketing, lo explica así: «Creamos unos espacios de venta distintos, donde el cliente pueda pasar un rato disfrutando del libro. Ofrecemos algo más: cafetería, tienda de chocolate… Nos diferenciamos de las librerías clásicas en dos cosas: el tipo de producto y en cómo lo exponemos. Seleccionamos muchísimo, así que compramos menos títulos que otras librerías. Así, los cuidamos más, los exponemos mejor y el cliente los encuentra fácilmente. Y el día que decidimos devolverlos o dejar de comprarlos es porque el público no los quiere».

Hacia el almacén único. En la actualidad, los almacenes en España tienen, según los cálculos del sector, alrededor de cien millones de libros. En Guadalajara está el más grande, el de Logista (Planeta), con 59.000 metros cuadrados y un movimiento de 40 millones de libros anuales. Si hasta hace poco España se dividía en zonas con un pequeño almacén en cada región, la tendencia clara es, según coinciden todos los consultados, hacia el almacén único. La gran mayoría está en el centro, «porque es más fácil repartir desde ahí», apunta Matesanz (Planeta). Jorge Herralde – que ya tiene sus libros en Guadalajara, con Logista- puntualiza que «una cosa es que haya un único almacén y otra que las distribuidoras mantengan su diversidad. La concentración logística debe ser neutral, como una vía férrea». Sin embargo, Daniel Fernández apunta maliciosamente: «No sé si a las editoriales pequeñas y medianas les gusta que Planeta, Santillana o Random House sepan exactamente cuántos ejemplares venden de cada uno de sus títulos, eso las hace más vulnerables». Los almacenes únicos tienen de bueno que «sabemos exactamente los libros que nos quedan y los envíos se simplifican» (Herralde) pero un efecto colateral negativo, que apunta Fernández: «Los libros llegan en 48 horas, pero si en una farmacia se considera un buen sistema que la medicina te llegue al día siguiente, no estoy seguro de que a la gente le parezca bien esperar un libro dos días, porque a lo mejor le apetece empezar a leer esa misma noche».

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265 comentarios

  1. A día de hoy, la gran mayoría de los ciudadanos, desde mi punto de vista, viven a contra reloj, donde existe un estrés constante, un ritmo de vida con apenas sosiego, donde la persona no disfruta de un sueño complaciente adecuado, por tanto el mero hecho de ir a realizar una compra del mes al supermercado, si te dan la opción de poder tener en tus manos, la posibilidad de comprarte ese libro que por diversas circunstancias no puedes desplazarte expresamente a una librería, es un pequeño regalo que te aportan a tu vida diaria, desde mi visión claro está, es solo una posibilidad del porque la gente compra más libros en estos sitios. También es porque son lugares donde se concentran muchas masas, por tanto es mayor el porcentaje de personas, que se acercan a los libros en estos lugares, porque es un sitio que se frecuenta por una necesidad básica el comprar ¨la comida¨ (por ejemplo)

    En parte creo que es un aprovechamiento para que haya un mayor consumismo en estos lugares y haya más beneficios en las grandes superficies.

    Referente a quien nos asesora sobre la compra de un libro, en los tiempos que estamos, tenemos a nuestra disposición diferentes medio de información, que diariamente nos informan sobre las novedades en libros o no novedades, en los diferentes campos de la lectura, como internet, revistas, periódicos, radio…

    Y también opino que somos muchos los que vamos a librerías a tiro hecho, sabiendo que queremos y que buscamos, sin la necesidad de información de un especialista en materia, no digo que no sea imprescindible dicha persona que nos informe, pero la gran mayoría si se requiere de esa persona es para que nos informe sobre la estructura de la librería, para poder ir a la sección que queremos, no que nos hable sobre el argumento o contenido del libro que deseamos, porque para eso ya estamos nosotros esperando leerlo . Creo que todo va un poco con la vida que llevamos y el ritmo que seguimos.

    Eso sí, siempre será encantador practicar algo de nuestro tiempo, en una típica librería donde allí, si que los libros huelen con un aroma especial al abrirlos, siempre que el tiempo se detenga aunque el reloj continúe su ritmo.

  2. Aún con la supuesta ventaja (para el cliente) de los descuentos en los libros, tanto los hipermercados como los grandes almacenes no son capaces de suplir necesidades específicas pertenecientes a ciertos campos a un nivel más profesional. Las cadenas como Fnac parecen superar ese problema pero carecen del trato cercano y personal que va unido a la idea de librería tradicional. Este aspecto supone más bien una opción en un mundo donde cada vez las relaciones cotidianas son frías e impersonales.

  3. Me parece que de toda esta noticia en vez de sacar a la luz todos los puntos positivos, se esta dando demasiada importancia a que los supermercados superen en ventas de libros a las cadenas y grandes almacenes ya que las solo estos lugares superan a las librerias tradicionales en el caso de hacer un supergrupo que les englobe. Sinceramente no creo que importe el lugar, dudo que un escritor al crear su novela piense en el lugar de venta, simplemente quiere vender y que la gente valore su obra.

    Creo que la magia del marketing es que nos hace accesibles los productos en cualquier lugar donde los necesitemos. El hecho de que los libros tambien podamos adquirirlos en un supermercado me parece algo maravilloso y no como dicen muchos por aqui, que debe ser que van poco a grandes almacenes o supermercados, en los cuales los productos se reparten por secciones y ya les digo que pueden estar tranquilos, no es necesario encontrar el libro junto al tomate, sino que igual que hay seccion de ropa y calzado, hay sección de libreria. Cuantas más facilidades demos al consumidor, mejor para todos.

  4. El evidente dilema está presente no sólo en el ámbito de la lectura sino también en el campo de la música, el cine y cualquier otra actividad que se pueda comercializar. Hay una clara diferencia en cuanto a la compra en lugares tradicionales, que exclusivamente se dedican a la venta especializada, frente a las grandes superficies. Es obvio que la atención personalizada, el asesoramiento recibido y la experiencia de años de venta no puede competir con las grandes ofertas del marketing del supermercado. Sin duda deben existir lugares de compra para todo tipo de lectores, pero el objetivo primordial es el aumento del índice de lectura.

  5. Bien, sobre este artículo apuntaría dos hechos:

    Me ha llamado la atención de lo bien nutrida que parece estar Guadalajara de títulos literarios, que en principio sería motivo de alegría si no fuera porque la última vez que pedí un libro fuera de lo que llamaríamos “habitual” tardaron más de 15 días en traerlo y la ocasión anterior ni siquiera llegó… así es que algo falla en el sistema. Y apunto también que cuando quieres un libro es cierto que lo quieres ya, que le vamos hacer… es cosa del consumismo, jeje.

    Por otro lado, el hecho de que se venda más en grandes superficies no especializadas que en las pequeñas o no tan pequeñas librerías, me parece de lo más lógico. Como bien recoge el artículo, hay un gran número de lectores que solo ronda aquellos libros que se encuentran en el candelero social, ya bien porque les gusta leer pero no tanto como para tener un género preferido definido, o bien porque les gusta estar enterados de las novedades literarias, que ya repercuten mucho en la actividad social.

    Este lector más bien conformista y poco especializado, gusta de tomos baratos y asequibles, por lo que no tiene inconveniente de echar libro, tomates, leche y patatas en la misma cesta.

    ¿Y quién puede culparle?, desde mi punto de vista es un avance que aunque sea en estas cosas el nivel de lectores aumente, y por otro lado se debería tener en cuenta que, pese a que el libro es un fruto muy costoso, los precios son más bien caros, cosa que no ayuda tampoco a una afición demasiado apasionada.

  6. Es lógico que las grandes superficies hayan aprovechado la oportunidad que se les presentaba de una sociedad cada vez más interesada en la lectura para dedicarse a este sector, y es lógico pensar que lo seguirán haciendo. Pero un lector exigente, a la hora de buscar el tipo de libro que busca no irá en cualquier caso a pedir ayuda a los trabajadores del “súper”. Las librerías te ofrecen un trato profesional, cercano y personal. Realmente no es un mero punto de venta sino un centro de asesoramiento.

    Sobretodo, las librerías suelen ubicarse en el centro de las ciudades, porque se establecieron allí años atrás, con lo cual los espacios de la periferia, que es donde se encuentran casi todos los grandes centros comerciales donde están los supermercados tienen una gran cobertura para satisfacer las necesidades de los lectores que viven en esas zonas, que no tienen tiempo de desplazarse al centro exclusivamente para ir a la librería y aprovechan a comprar el libro mientras hacen la compra.

    Creo que el hecho de que los supermercados abarquen buena parte del mercado actual no significará la total desaparición de las librerías tradicionales, o al menos eso espero.

  7. Es una realidad que el libro se ha convertido en uno de los principales objetos de comercio, y que no hace muchos años incluso han nacido grandes tiendas dedicadas exclusivamente a la venta de libros, a pesar de que nos encontramos en una época en la que comienzan a desmarcarse los soportes informáticos.

    El supermercado, aquel lugar en el que encontramos toda una gran variedad de cosas, es otro de los sitios donde el libro es comercializado. Esto es algo que consideramos normal, habitual, encontrar una sección dedicada a los libros como si de comestibles se tratase. Encontramos una mayor cantidad de best sellers que de otros libros menos populares o de mayor tiempo en venta. Es una forma de crear una especie de “moda” de los libros: los más vendidos, los más polémicos o simplemente los últimos en ver la luz son los prioritarios. La gente comienza a ver en el libro un objeto más de consumo, sin verdaderamente centrarse en la calidad de su contenido, sino que simplemente lo comprará porque la gente así lo hace. El libro pierde en gran medida la especialidad que lo envuelve, va a conformar un sector del negocio en general.

  8. Este tema me queda muy próximo, mi padre tiene un pequeño comercio de libros. Los supermercados venden más libros porque no tienen que arriesgarse al comprarlos, ellos pueden comprar todos los que quieran que como lo hacen en grandes cantidades si no se venden pueden devolverlos, sin embargo en el pequeño comercio tienes que arriesgar al comprar puesto que lo que no vendas te lo quedas. De ahi que los libros cada vez aparezcan más en los grandes comercios como los supermercados.

  9. Aún con la supuesta ventaja (para el cliente) de los descuentos en los libros, tanto los hipermercados como los grandes almacenes no son capaces de suplir necesidades específicas pertenecientes a ciertos campos a un nivel más profesional. Las cadenas como Fnac parecen superar ese problema pero carecen del trato cercano y personal que va unido a la idea de librería tradicional. Este aspecto supone más bien una opción en un mundo donde cada vez las relaciones cotidianas son frías e impersonales.

  10. ¿Libros en los supermercados? Es posible que yo misma haya comprado alguna vez en uno, pero no creo que se les dé el valor que tienen al tenerlos ahí, entre la carniceria y la seccion de limpieza…A mi entender, un libro debe ser tratado con cierto cariño, ya que guarda algo grande en su interior…Aprendamos a valorar todo lo bueno que tiene la librería de siempre y dejemos a un lado los grandes supermercados…

  11. Es curioso ese temor que se ha creado entorno a las bibliotecas para coger un libro, ¡o quizás es mejor decirlo de otra forma!, que curios es que la gente cada vez compren más libros en los supermercados. Desde el punto de vista del fomento de la lectura es un punto a favor, ya que cada vez más gente se pone a leer, pero este no es el tema, de lo que se trata es de ese aumento de los libros en los supermercado.

    En mi opinión el supermercado es uno de los lugares done la gente pasa más el tiempo y que mejor sitio para que las editoriales expongas sus libros a toda clase de personas que por allí transcurren. Personas que por alguna razón son incapaces de entrar en una biblioteca, ya sea bien por que se sienten mayores, o en desacordes con las personas que se encuentran en las bibliotecas o quizás por falta de tiempo.

    Quizás no sea tan mala la idea de mezclarte los libros con la comida.

  12. Claro que ha aumentado la variedad de productos en las cadenas de supermercados entre ellos los libros, es lógico ya que el gran objetivo de estas grandes superficies es brindar al consumidor una mayor comodidad a la hora de la compra en cuanto a diversidad de productos se refiere, van dirigidos a un público que va siempre con prisa, madres trabajadoras con tres niños que les tienen que llevar traer y eso si no se ponen enfermos y tienen que dejarles en casa solos o con una chica mientras ellas hacen la compra, o personas empresarias, trabajadoras a jornada completa que no tienen tiempo ni de tomarse un café.

    Hay muchas tiendas que han seguido este camino, los denominados “CHINOS” por ejemplo, tienen de todo comida, material escolar, productos de limpieza, pero por ellos ¿Dejamos de comprar en nuestra papelería o frutería de confianza? Yo no, la tradición marca nuestras costumbres al igual que pasa con los libros. Compramos un libro en el supermercado o grandes superficies cuando no tenemos tiempo o cuando queremos hacernos con un superventas, pero cuando queremos buscar un libro para disfrutar, nos vamos a la librería de siempre donde te conocen y te miman, porque eso también forma parte del disfrute del libro.

  13. Con las prisas con las que se anda hoy en día no me extraña que acabemos comprando de todo en un supermercado. Alguna que otra vez, mientras iba al Carrefour, me he parado a mirar los libros y como siempre hay alguna oferta, la aprovecho. Pero nadie me quita la ilusión de entrar a una librería de toda la vida; un sitio en el que a donde quiera que dirijas la vista hay libros y más libros.

    Sin embargo me resulta más cómodo comprar un libro concreto en un supermercado, a pesar de que no tienen muchos títulos, porque hay librerías que están muy mal organizadas o que son tan grandes que puedes estar toda una tarde buscando el que querías.

  14. La lectura influye en las personas de una forma muy diferente, son aquellas que ven la lectura como algo más que una obligación en las que las librerías son algo irremplazable; por la misma razón por la que no vamos a comprar pan a una pescadería.

    El problema surge en aquellas personas para las cuales leer no representa un hábito ,y por tanto, mucho menos el hecho de visitar las librerías. Son éstas, las que han descubierto un mundo con el nuevo posicionamiento de los libros.

    Ahora, el lector "aficionado" puede pasear entre best-seller e historias de gran enganche en los grandes centros comerciales. Sin embargo, el verdadero lector ve un mundo más allá, consciente que este solo es un principio, una mecha que se prende, la cual tarde o temprano desemboca en las grandes redes de libros, que son las librerias.

    En definitiva, el supermercado es una buena forma de captar a nuevos clientes, pero el verdadero lector sabe que el sitio más apropiado para buscar un buen libro es la librería.

  15. ¿Que vas al supermercado a por frutas, verduras y veinte yogures? ¿Por qué no aprobechar para adquirir ese libro que querías y todavía no has comprado? Nada impide a los supermercados e hipermercados vender otras cosas que no sean alimentos, así como tampoco nada nos impide a nosotros comprar algún que otro libro en este tipo de superficies. La lectura es una afición poco extendida pero en proceso de expasión, las grandes superficies acercan los libros a muchas personas que quizás no tengan como hábito coger un libro cada noche, pero lo importante es que éstas se lleguen a interesar por el mundo de los libros. En este sentido el papel de los supermercados es mas que positivo, sin embargo no hay nada como una buena librería. Las pequeñas librerías miman al cliente y al propio libro, el trato personal es infinitamente mejor…etc. Los grandes supermercados son un gran depredador para el pequeño comercio, pero el pequeño comercio sabe los puntos débiles de sus rivales. Sería ideal que todo el mundo supiera apreciar el encanto de adquirir libros en la librería de siempre.

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