El siglo XX tiene en Marc Chagall uno de los genios del arte. Su obra es una gran fábula ilustrada, un cuento plagado de sueños e ilusiones, pintado en colores, rico y expresivo y al mismo tiempo desconcertante (como la mayoría de los misterios). Su infancia en Rusia y las vivencias posteriores en París están en los circos, en los bodegones, en los animales fabulosos, y por supuesto en las esculturas y cerámicas.
La sala que la Fundación Caja Madrid dedica al Circo está plagada de payasos listos y tontos, de malabares, de mujeres desnudas, de focos, pero sobre todo de colores, de esa intensidad que brota de los primarios y que caracteriza la exposición. Esos colores puros de Chagall saturan el espacio y hacen de puente para que la mirada pase de un óleo a otro aunque el tema cambie radicalmente. Y luego los libros, las litografías para Las mil y una noches y Longo Dafnis y Cloe, y los aguafuertes Et sur la terre… escrito por André Malraux.
Preside la sala de la Fundación el óleo dedicado a la guerra, una alegoría pintada entre 1964 y 1966, años en que los vietnamitas vivieron el Apocalipsis. Allí están reflejadas la destrucción, la huída, la muerte, pero ni siquiera en este caso aparecen los colores negros. Chagall vivió casi un siglo entre 1887 y 1985, por lo que tuvo tiempo para asistir a muchos circos. Sin embargo optó por pintar el de verdad, el denominado “mayor espectáculo del mundo”.

Fundación Caja Madrid
Museo Thyssen-Bornemisza
14 de febrero-20 de mayo 2012

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