Una mañana de domingo en el Museo del Prado

Con las calles semidesiertas, tan solo frecuentas por algún corredor de fondo, descubro un Madrid muy diferente al que habito cada día. Hasta la parada del bus está solitaria. Y en el tiempo de esperar, casi no pasan coches. Domingo por la mañana, cerca de las 8 y sin gente en los bares para desayunar. Camino por el Paseo de la Castellana y pronto me identifico en uno de los territorios del arte, porque mirándose uno al otro están dos…