El metano (CH4), con un efecto invernadero muy superior al CO2 (22 veces), se emite a la atmósfera en grandes cantidades de forma incontrolada durante el deshielo que experimenta el subsuelo de las regiones árticas. En este proceso de deshielo se liberan cantidades masivas de metano cuyo equivalente, en términos de efecto invernadero, corresponde a un siglo de emisiones de CO2 generadas en la combustión de combustibles fósiles. El umbral es tan  sensible que un ligero aumento de la temperatura media de la Tierra puede causar un cambio dramático en el ambiente como consecuencia del incremento instantáneo e inducido de la temperatura global. Esta es una vía de aceleración del Cambio Climático sobre la que apenas disponemos de  posibilidades de actuación por nuestra parte.

 

 [José Luis García Fierro-Instituto de Catálisis y Petroleoquímica-CSIC]

En los procesos de combustión de combustibles de origen fósil se liberan cantidades ingentes de CO2 que se emiten directamente a la atmósfera. Para tener idea de la magnitud de estas emisiones basta un cálculo muy sencillo: 1 tonelada de carbón emite aproximadamente 4 toneladas de CO2. La mayor parte del CO2 emitido a la atmósfera se absorbe después en los océanos, otra parte más pequeña la convierten las planta mediante la función clorofílica en carbohidratos y otra parte mucho más pequeña (aproximadamente 1 tonelada de cada 400 toneladas emitidas) la transforma la industria en productos químicos. Si bien la cinética de emisión y de fijación de CO2 se ha mantenido equilibrada hasta la era industrial, la concentración de CO2 en la atmósfera aumentó de forma sustancial en los últimos 150 años como consecuencia de la actividad antropogénica. Y aún más, este crecimiento no es lineal sino que sigue una ley aproximadamente exponencial.

Uno de los principales efectos negativos del CO2 es el denominado efecto invernadero, cuya causa directa es el calentamiento global. Además, hay otros gases que producen efecto invernadero, incluso con efectos muchos más drásticos que el propio CO2. Así, el metano (CH4) tiene un efecto invernadero 22 veces superior al CO2. El metano, componente mayoritario del gas natural, se encuentra en bolsas en los estratos sedimentarios de la corteza terrestre, asociado en general a yacimientos de petróleo y carbón. Este metano se extrae, se distribuye y se usa después en la industria, en plantas de producción de electricidad, en la industria química y refino del petróleo, y también para uso doméstico. Pero hay otra parte de metano muy importante e incontrolada que se genera como consecuencia del calentamiento global paulatino que experimenta la corteza terrestre. Se trata del metano que ha permanecido durante más de 15.000 años atrapado en el subsuelo congelado de las zonas polares (“permafrost”).

Como consecuencia de la subida de la temperatura del Océano Ártico, están aumentando las emisiones de metano procedentes del deshielo y de los depósitos marinos de áreas de Groenlandia, Alaska y principalmente de las zonas costeras de la tundra Siberiana. En estas regiones, la disminución de la reflectividad como resultado de la disminución de la capa de hielo y el avance de la vegetación está produciendo un aumento del deshielo del “permafrost” y, por lo tanto, de las emisiones de metano. Incluso, tal como se ha demostrado en un estudio reciente (Nature 456, 628-630 (2008), las emisiones de metano al comienzo del invierno en las regiones árticas alcanzaron niveles 0.11 gramos por cada metro cuadrado y hora, lo que representa una velocidad muy superior a las velocidades observadas en los ecosistemas de tundra siberiana en los que se suponía un nivel despreciable en el invierno ártico cuando la temperatura es relativamente baja.

Las emisiones anuales netas de metano a final del siglo pasado en la región ártica se estimaron en 50 millones de toneladas. Estas emisiones de metano procedían del “permafrost” de las regiones situadas al norte del paralelo 45°N  y su distribución era de la siguiente manera: 64% procedía de Rusia, 11% de Canadá, y 7% de Alaska. El resto procedía del norte de Europa y de Groenlandia. En la actualidad, las emisiones  de metano a la atmósfera han aumentando fuertemente, lo que ha fomentado el análisis del papel que juegan los lagos árticos en lo que se refiere a las emisiones de metano.

 

Cuando se deshiela el subsuelo del “permafrost” se crean los denominados lagos “thermokarst”. Se trata de zonas pantanosas en las que aparecen lagos, humedales y cráteres en la superficie. En la actualidad, grandes extensiones de las regiones boreales y sub-árticas son restos de este tipo de lagos formados en el pasado. Se estima que los lagos árticos emiten en la actualidad 10-30 millones de toneladas de metano al año y se estima que esta cantidad vaya aumentando en el futuro. En  Siberia, como resultado del deshielo del “permafrost” cubierto de hielo, se  están creando lagos “thermokarst” que emiten  burbujas de metano y se emiten a la atmósfera. Si tal como indican las previsiones se sigue calentando una cantidad significativa de “permafrost” para formar este tipo de lagos se podría emitir a la atmósfera una cantidad de metano aproximadamente el doble de la que existe actualmente.

El Cambio Climático se acelera y esta vez sin posibilidades de actuación por nuestra parte. Contra el deshielo del “permafrost” no se puede luchar porque es un fenómeno inducido por el propio calentamiento global. El deshielo del “permafrost” representa una amenaza seria para nuestro planeta en cuanto que el metano que desprende va a contribuir de forma decisiva al calentamiento global. La cuestión que subyace es si tenemos alguna posibilidad de frenarlo o remediarlo. El remedio no es fácil, pero todos los esfuerzos que puedan realizarse para minimizar el avance del calentamiento van a redundar en un retardo de este proceso.

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3 comentarios

  1. La teoría es muy bonita. Lástima que en realidad no esté subiendo la temperatura de la Tierra, sino todo lo contrario, tal y como lo confirman los satélites.

  2. esta muy bueno el contenido, me alludo mucho con esta informacion… gracias

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