Materias residuales para la producción de Biodiésel

 

Autor: José Iglesias-Universidad Rey Juan Carlos

El biodiesel es probablemente, desde una perspectiva histórica, el biocarburante más antiguo que existe. El primer ejemplo del uso del biodiesel en motores de combustión interna fue llevado a cabo por el propio Rudolf Diesel, que empleó como combustible para las demostraciones de los primeros prototipos de su invención un aceite refinado de cacahuete. Así pues, lo que podría considerarse el primer ejemplo de uso de un biocarburante (biodiesel) de la historia se produjo hace ahora más de 100 años. Esta idea revolucionaria de Diesel, el uso de aceites vegetales como carburantes, se topó con una coyuntura económica muy desfavorable, puesto que el desarrollo de la industria petrolera en esos momentos, en fase de expansión exponencial, llenaba el mercado de destilados medios del petróleo a muy bajos precios. De este modo, el uso de biocarburantes en automoción no ha sido una prioridad hasta hace bien poco, que se ha renovado el interés por los métodos de fabricación y el uso de estos productos. Parte de este interés reside en un crudo petrolífero cada vez más escaso, costoso y de menor calidad, que obliga a procesos de refino y transformación cada vez más complejos, y que se traduce en un importante traslado de costes de fabricación hacia los productos finales, entre los que se encuentran los carburantes. Por otro lado, las normativas que fomentan, promueven y, en ocasiones, obligan al uso de biocarburantes, son también un importante incentivo para el estudio, la innovación y la investigación en el desarrollo de nuevos procesos, cada vez más eficientes y rentables, para la producción de biocarburantes.

El biodiesel se obtiene convencionalmente a partir de la reacción de los triglicéridos presentes en materias primas oleaginosas con alcoholes de cadena corta, dando lugar a esteres alquílicos lineales con estructuras moleculares ciertamente parecidas a la del diesel obtenido a partir del petróleo. De forma habitual, las materias primas oleaginosas empleadas para la producción de biodiesel suelen ser aceites vegetales mientras que, como alcohol de cadena corta, el más empleado es el metanol, dando lugar por tanto a ésteres metílicos de ácidos grasos (FAME, acrónimo de su denominación en inglés), que son los componentes fundamentales del biodiesel. Finalmente, el principal proceso de producción de biodiesel implantado a escala industrial hace uso de catalizadores homogéneos básicos, fundamentalmente sosa o potasa. Este método de producción, aunque es el más extendido, conlleva serias desventajas, siendo probablemente la más importante la necesidad de partir de un aceite de elevada calidad, con bajo índice de acidez e impurezas, para evitar la generación de productos indeseados y asegurar el buen progreso de la transformación química. Estas características demandadas para la materia prima hacen que, en muchas ocasiones, el aceite vegetal de partida para la fabricación de biodiesel sea en realidad un alimento, lo que ocasiona un grave problema de competencia entre dos sectores, el de la alimentación y el de los biocarburantes, por una misma materia prima, derivando en el incremento del precio de la misma.

Como alternativa a las materias primas tradicionales empleadas en la fabricación de biodiésel, numerosos trabajos de investigación se han centrado en la búsqueda de otras fuentes de material oleaginoso que no tengan aplicación en el sector de la alimentación. En este sentido, las más interesantes son probablemente aquellas que surgen como residuo de una primera utilización, y por lo tanto el proceso de producción del biodiesel se convierte a su vez en un proceso de revalorización de un residuo.  Quizás la materia prima representativa de este grupo de materiales oleaginosos es el aceite usado de cocina, cuya composición química es esencialmente la misma que el aceite vegetal de partida, pero que no tiene aplicación en el sector de la alimentación humana y, por lo tanto, su transformación en biocombustible constituye un excelente destino final. Sin embargo, el aceite usado de cocina, aun siendo el más renombrado, no es la única fuente alternativa de material oleaginoso para la producción de biodiesel. Otras materias primas son grasas animales sin valor alimenticio, grasas amarillas y marrones entre otras muchas. Respecto de las grasas animales, diversas investigaciones han confirmado la posibilidad de producir biodiesel a partir de un gran número de ellas como aceites de pescado, pollo, grasas de cerdo y sebo de ternera. Las grasas amarillas y marrones son mezclas de aceites vegetales usados y grasas animales con diferentes grados de acidez, mucho mayor en el caso de las grasas marrones. Ambas se obtienen como residuos del procesado industrial de alimentos, y por tanto no se emplean en el sector de la alimentación humana. Aparte de estos materiales, existen otros muchos que contienen una importante cantidad de lípidos y que podrían constituir un buen aporte de material oleaginoso con el que producir biodiesel. Ejemplos de ello son los lodos de depuradora, que llegan a contener un 10% de lípidos en base seca, o los posos de café usados, que como semilla vegetal originalmente, llegan a contener hasta un 20% de lípidos en base seca.

Respecto de la disponibilidad de todos estos materiales, muchas de estas sustancias se encuentran disponibles en una elevada cantidad. Sólo en Europa, 8,5 millones de toneladas de estos residuos oleaginosos se producen de forma anual, mientras que en Estados Unidos, la cantidad disponible es de 8,0 millones de toneladas anuales. La transformación de todos estos residuos, cuyo destino principal es el vertedero, en biodiesel, podría dar lugar a la duplicación de la producción europea de biodiesel, mientras que, en los Estados Unidos el incremento supondría cuadruplicar la producción actual de biodiésel.

El biodiesel resultante del empleo de estos materiales residuales no difiere significativamente de aquel que se obtiene a partir de materias primas más convencionales, pero exige el empleo de tecnologías de producción más avanzadas que las actualmente en uso (pretratamientos, esquemas de procesado, catalizadores,…), por lo que el esfuerzo de desarrollo para poder utilizar estas materias primas residuales en la fabricación de biodiesel es aún importante. Por el contrario, el beneficio resultante de obtener biodiesel a partir de una materia prima residual, tanto desde un punto de vista económico como medioambiental, parece compensar los esfuerzos necesarios.

 

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