Una reflexión que convierta en oportunidad para cambiar el modelo de cuidados para mayores

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Ministro de Sanidad, Salvador Illa, comentaba semanas atrás que cuando haya pasado la pandemia del coronavirus tendrán que reflexionar y sacar «muchas lecciones» de todo lo que ha ocurrido, destacando que una de ellas, probablemente, sea la revisión de los modelos actuales del sector residencial de atención o de cuidados de larga duración de personas mayores.

Esta preocupación justificada, se produce porque estos centros son uno de los grandes focos de esta pandemia, que ha golpeado a las residencias de mayores de toda Europa, en una magnitud por ahora muy difícil de concretar con exactitud por la falta generalizada de test y por las diferencias en las formas de medir los datos en toda Europa, lo que dificulta comparar las cifras y determinar los factores que han influido en esta crisis.

Por ahora, las cifras que trascienden a cuentagotas muestran que no sólo España ha sufrido esta tragedia. Un informe del Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades muestra que un alto porcentaje de estos centros están afectados y que en algunos países como Noruega o Bélgica, los fallecimientos suponen casi la mitad de todos los casos.

Parece probable que esta reflexión deba pasar por estimar de una forma homogénea la incidencia de la pandemia en las residencias y centros para mayores y la mejor forma para estimar estas cifras será calcular la sobremortalidad y a partir de ahí estudiar variables como tamaño de los centros, edad y patologías de los fallecidos, número de trabajadores, medidas adoptadas, y poder así ver qué factores han influido en mayor medida.

En España, el goteo de casos es diario, sin tener una información clara del número de fallecimientos en estos centros, ya que es competencia de cada Comunidad Autónoma, lo que hace que la información este descentralizada y difícil de homogeneizar. Según recuentos no oficiales estiman que más de 19.000 personas han fallecido en residencias de servicios sociales con la confirmación de coronavirus o síntomas compatibles que es una parte importante de los fallecidos, ya que no fueron sometidos a ninguna prueba. En España hay muchos centros sin casos diagnosticados, pero es habitual que una vez que el virus se introduce en alguna residencia, se expanda muy fácilmente y afecte a una gran mayoría de los residentes.

Probablemente existen muchos factores que han tenido que ver con que la pandemia se haya cebado en estos centros, algunas de ellas pasan por las características propias de la población mayor altamente vulnerables, pero también por el tipo de modelo residencial generalizado en nuestro país:

  • Los usuarios de estos centros son en un gran porcentaje (cercano al 78%) población mayor de 80 años por tanto un grupo especialmente vulnerable para desarrollar cuadros graves de la enfermedad.
  • La mitad de los centros residenciales actuales (cerca del 52 %) disponen de más de 100 plazas, por tanto son espacios de alta concentración de personas especialmente vulnerables a los efectos de la pandemia.
  • España se encuentra por debajo de la proporción de plazas disponibles que recomiendan las organizaciones competentes. Tenemos un ratio de 4,1 plazas por cada 100 personas mayores de 65 años que supone estar por debajo del 5 que recomienda la OMS.
  • Escasez de plazas públicas (menos de un 16%) que ha sido compensada por una oferta privada muy fragmentada, cuya titularidad se reparten fondos de inversión de diferentes países (Francia, en especial), aseguradoras, constructoras, empresas sanitarias, y titulares de grandes fortunas, que han encontrado un interesante nicho de negocio.
  • En este modelo asistencial normalmente se convive de forma comunitaria, se comparten espacios como los comedores o zonas de ocio, se tiene contacto estrecho con cuidadores que rotan entre muchos residentes y existe un alto trasiego de visitantes y personal.
  • Un diseño arquitectónico de estos centros en el que las habitaciones suelen ser compartidas con dificultades para sectorizar adecuadamente distintas partes de los centros, lo que dificulta una rápida respuesta para un aislamiento organizado.
  • Otros factores adicionales que tiene que ver con los recursos como son la calidad de la atención que trabaja en base a un modelo asistencialista, alejado de la tan reivindicada “atención centrada en la persona”, el bajo ratio de profesionales, la baja formación o remuneración y recursos de protección individual insuficientes para los cuidadores que pudiera evitar la propagación una vez se inició la epidemia.

Probablemente estas características del sector hayan formado parte de la multitud de factores que han hecho el sistema más sensible a los efectos de esta pandemia pero aunque la crisis se hace patente ahora, el problema probablemente se ha sembrado hace tiempo.

Siendo esto más que suficiente para plantear una reflexión, quizás lo más duro no son las trágicas cifras, sino el escandaloso número de personas mayores que han fallecido en soledad y sin poder haber tenido acceso a una mínima atención sanitaria compatible con nuestro sistema de protección social y lo más doloroso, sin la posibilidad de tener la cercanía de sus seres queridos en sus últimos momentos.

Como sociedad nos vemos en la responsabilidad de reflexionar sobre la necesidad de un cambio en el modelo residencial actual, para que los centros se conviertan en “espacios de vida”, lugares para seguir teniendo un proyecto de vida con dignidad y con sentido y no para retirarse a esperar los últimos años de vida. Como referencia podemos ver modelos de otros países más avanzados que llevan tiempo intentando implantar esta filosofía en la evolución de sus modelos residenciales y de cuidados de largo plazo.

En España un grupo de investigadores, expertos y representantes de asociaciones del sector del envejecimiento y discapacidad, ya se han manifestado conjuntamente mediante una reflexión que abunda en esta idea de la necesidad de un cambio o evolución del modelo actual.

En este sentido, hacemos una revisión de los aspectos más generales que destacan los expertos o las experiencias de los países más avanzados en los que deberá ponerse el énfasis para implementar estos cambios o la evolución de nuestro modelo:

  • Aspecto sanitario

Sin duda el apoyo sanitario es un aspecto especialmente sensible que se ha visto comprometido en la crisis actual. Es indudable que las personas que necesitan estos servicios residenciales, en su mayoría presentan difíciles condiciones de salud (alta prevalencia de enfermedades crónicas, comorbilidad y deterioro cognitivo) y dependencia de cuidadores para realizar actividades básicas de la vida diaria, lo que hace indispensable un apoyo sanitario fácilmente accesible como cualquier otro ciudadano. Por tanto, habría que hacer compatibles estructuras que organicen espacios de vida (y por tanto no considerarlos servicios hospitalarios) con un apoyo seguramente externo pero cercano y proporcionado por los servicios nacionales de salud. En este sentido, los avances que hemos experimentado en comunicación virtual y que han demostrado su eficacia, deben desarrollarse más aún en el futuro como la videoconsulta que puedan agilizar la atención y comunicación entre hospital y residencias de una manera coordinada  y sin el perjuicio del traslado de los residentes más vulnerables.

Otro aspecto que se debería tener en cuenta es la importancia y la mayor flexibilización de la Atención Primaria, dotándola de más recursos y desarrollando programas específicos de atención y seguimiento de centros residenciales de manera coordinada. En este sentido, antes de la pandemia ya existían algunas experiencias en algunas Comunidades Autónomas pero que se encuentran dentro de lo anecdótico y que podrían ser la base de una generalización en los modelos del futuro, como son programas en los que el servicio de medicina interna de algunos hospitales trabajan con centros de mayores en los que se fomenta una comunicación directa y el internista se desplaza al centro para ver a los enfermos, les evalúa y en su caso el tratamiento es seguido y coordinado mediante videoconsultas.

  • Atención domiciliaria

Por supuesto, no sólo el desarrollo de estas tecnologías debe concentrarse en los centros residenciales, quizás el modelo tienda hacia el fomento del uso de los propios domicilios (mucho más fáciles de aislar en casos de pandemia y cómodos para las personas) como centros individuales de cuidados de largo plazo mediante nuevas tecnologías de apoyo a la atención domiciliaria como son los sensores o predictores mediante inteligencia artificial de caídas y potenciales enfermedades a través de diferentes variables como la frecuencia de visitas al baño, calidad del sueño o incluso por la frecuencia de apertura de la puerta de la nevera, etc. Otros servicios de acompañamiento y cuidado para permitir mantenerse en el domicilio particular a mayor largo plazo pueden ser a través de la robótica, los cuales ya existen muchas experiencias que ahora podrían tener una fase acelerada de implementación generalizada.

Los países nórdicos llevan bastante tiempo en los que han ido tomando protagonismo los modelos domiciliarios sobre el modelo residencial de grandes centros en los que se concentran muchos usuarios. En estos modelos domésticos prima un concepto de vivienda con asistencia domiciliaria y apoyo ambulatorio desde fuera. En los países nórdicos, no cuentan con asistencia sanitaria especializada dentro de los centros, pero la tienen muy accesible y coordinada desde fuera. Parece una tendencia en estos países más avanzados ir hacia modelos que se basan en grupos pequeños, no hospitalizados pero con una buena asistencia sanitaria desde el exterior.

  • Recursos

Sin duda otro aspecto que debe tenerse en cuenta es el incremento de recursos en los centros residenciales, tanto materiales como humanos, aumentando las ratios de personas cuidadoras y mejorando su formación tanto desde los aspectos éticos hasta la especialización y actualización asistencial, tratando de sustituir el modelo institucionalizado y apostando por modelos alternativos más parecidos a un hogar. Es previsible que este cambio deba ser liderado por las propias administraciones públicas.

  • Diseño arquitectónico

En los países más avanzados se ha evolucionado, ya desde la década pasada, desde los modelos denominados de tercera generación o modelo residencial implantados de forma generalizada en España, hacia los modelos de cuarta generación o modelos de familia que han evolucionado en “unidades de convivencia” mediante agrupaciones de 8-12 personas cuya estructura da protagonismo a la propia persona y fomenta un proyecto de vida con una atención integral mediante personal especializado con presencia continua, sin que exista una separación de funciones entre cuidados, tareas domésticas y asistencia social. Esto se materializa en diseños arquitectónicos que se estructuran en pisos compartidos normalmente concebidos como proyectos de barrio en los que se fomenta una relación de inclusión en una comunidad más amplia, con propuestas de participación ciudadana, de mejora de los entornos de barrio y ciudad (ej. proyecto de Ciudades Amigables con las Personas Mayores…), que se completa con una mejora y coordinación de los sistemas de atención a domicilio.

En España es necesario mencionar el esfuerzo que están haciendo en este sentido algunas administraciones como la Junta de Castilla y León y el Gobierno Vasco, y organizaciones como la Fundación Matia y la Fundación Pilares para la Autonomía Personal, para desarrollar este tipo de modelos de cuarta generación.

La Unión Europea lleva un tiempo apostando por una transición común que vaya desde los modelos de atención institucional a los cuidados basados en la comunidad dando cobertura a la idea generalizada de que el deseo principal de los actuales usuarios de residencias sería permanecer en el hogar por lo que se apoyan proyectos que ayuden a evolucionar desde el concepto de centros residenciales a comunidades de barrio con entornos donde se pueda envejecer en casa sin perder la conexión con la comunidad. En este sentido, algunos proyectos europeos ya se encuentran en marcha desde hace tiempo, explorando estas ideas y puede ser el momento, más que nunca, de tomar todas esas conclusiones para enriquecer las reflexiones que quedan por venir. Por ejemplo el proyecto piloto MYSPHERA en 525 hogares de personas mayores para el monitoreo continuo mediante sensores tanto en el hogar como en el barrio para promover la vida autónoma. Los sensores desplegados permiten modelar patrones de comportamiento habituales en una persona e identificar desviaciones significativas que pueden representar una oportunidad para una intervención temprana. Dentro del hogar, las desviaciones se informan al dispositivo móvil del cuidador a través de una aplicación. Otro ejemplo es el proyecto europeo “Hogar dulce hogar” como una experiencia para aplicar un nuevo conjunto integral de servicios de asistencia domiciliaria económicamente sostenible para fomentar una vida independiente.

Todas estas estrategias parecen muy compatibles con una respuesta rápida de aislamiento y cuidados ante nuevas crisis de pandemias que puedan surgir. Quizás muchas de estas ideas de los expertos y proyectos innovadores o la evolución que han experimentado en otros países más avanzados, tengan que ser parte de las reflexiones a las que hacía mención el Ministro de Sanidad como parte de la revisión de los modelos actuales que sin duda debería ser profunda.´

Referencias:

  • Innovaciones en Residencias para personas en situación de dependencia. Pilar Rodríguez (Presidenta y fundadora de Fundación Pilares)
  • Nuevo enfoque e innovaciones para el cuidado de personas mayores. Peter Michell-Auli & Christine Sowinski. Kuratorium Deutsche Altershilfe
  • Informe 2016: Las personas mayores en España. Coordinador: Jesús Norberto Fernández Muñoz. IMSERSO
  • The Coronavirus and the Risks to the Elderly in Long-Term Care. William Gardner, David States & Nicholas Bagley (2020). Journal of Aging & Social Policy
  • La epidemia de COVID-19 en las residencias para personas mayores. Elena Gonzalo Jiménez, Eva Martín Ruiz y Antonio Olry de Labry Lima. Escuela Andaluza de Salud Pública
  • Otro modelo de residencias de mayores es posible. Pablo Recio. www.65ymas.com
  • Peligros y desviaciones de la política social durante el Coronavirus. Frank Schulz-Nieswandt. Kuratorium Deutsche Altershilfe
  • 9 propuestas covid-19 de la geriatría y gerontología. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG)
  • La telemedicina, una asignatura pendienteNicole Hass, especialista en Patient Advocacy & Stakeholder Engagementwww.redaccionmedica.com
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