CONOCIMIENTO SOCIAL DE LA FISIOTERAPIA

En muchas ocasiones el conocimiento social de un tema dista mucho de acercarse a la realidad. Es curioso ver como hay creencias incrustadas en el tejido social, fácilmente desmontables si se someten a la información contrastada. Sin embargo, a veces es descorazonador comprobar cómo se persevera en opiniones o cómo no se cuestionan con un mínimo sentido crítico. Es eso lo que ocurre con muchos aspectos de la fisioterapia, incluso entre profesionales sanitarios, incluso entre estudiantes de fisioterapia, incluso entre muchos fisioterapeutas.

No pretendemos ser pesimistas, pero desconcierta ver como en un sector profano, pero importante, de la población se confunden los términos en cuanto a la capacitación de los profesionales a los que sometemos nuestra salud. No encontramos explicación a que, según la publicación «30 Días de Fisioterapia», publicada en noviembre de 2009, un porcentaje de alrededor del 75% de una muestra de madrileños piense que para ser «osteópata» es preciso haber cursado estudios universitarios. No sólo es falsa esa creencia, sino que tal titulación no existe en el catálogo de profesiones sanitarias. No hay ningún título oficial que habilite para ejercer la osteopatía en España. Esta es la verdad incuestionable. Lo que sí existen son centros autorizados para la formación en los que se imparten estudios de este tipo pero cuyos títulos no habilitan para ejercer ninguna profesión. La formación en cualquier materia es un derecho de cualquier ciudadano. El ejercicio de una profesión está reservado para el que tiene el título legalmente reconocido para ejercerla. Y esto es independiente de que el Ministerio de Hacienda tenga epígrafes con múltiples profesiones, muchas ciertamente variopintas, para recaudar impuestos por lo ingresos generados. No nos equivoquemos. También es otra cuestión que haya personas con destrezas y conocimientos que les provean de clientes deseosos de aliviar sus males. Nosotros seríamos los primeros en buscar ayuda en cualquiera que pensemos que nos la proporcionaría. Pero, tengámoslo claro: no hay garantía posible de la capacidad legal de esos «profesionales». Que cada uno acuda a quien le plazca o a quien confíe. Otros se ocuparán de la legalidad de las prácticas que se realizan sin tener la titulación requerida, oficial y aceptada en el Estado español. Pero, por favor, informado. Porque, ¿hay algo más importante que la salud?

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