SOBRE LAS DOBLES TITULACIONES

¿CON QUÉ SENTIRSE IDENTIFICADO?

Hace años conocimos la existencia de las dobles titulaciones en el ámbito de la educación universitaria. Se daba en la universidades privadas. Visto desde fuera resultaba atractivo.

En seis años obtenías dos títulos con una inversión monetaria y de tiempo que no equivaldría con mucho a la obtención de los dos títulos de forma independiente. Seguro que era un reclamo eficaz. La cuestión que nos planteábamos entonces era si se adquiría un nivel de competencia similar al que había concentrado sus esfuerzos en la obtención de una sola de las titulaciones. La equivalencia, el solapamiento de conocimientos en carreras cercanas en su contenido favorecería que este proceso se pudiera dar.

Con el paso del tiempo estas dobles titulaciones se han ido prodigando por el panorama universitario, en las nuevas universidades, incluso se ha extendido a las públicas. Los argumentos para su implantación serían los mismos: similitud de contenidos, atractivo para el estudiante y, siendo benévolo, un profesional «doblemente» preparado.

Pero, ¿es esto realmente así? Las universidades atraen a un sector de la población estudiantil y a sus familias con el incentivo de obtener más con un esfuerzo añadido no equiparable a los beneficios. No deja de ser cautivador ser poseedor de dos títulos universitarios en cuatro, cinco o seis años.

Esta corriente ha llegado también a las carreras sanitarias pudiendo encontrar en el mercado títulos de enfermero y fisioterapeuta, podólogo y enfermero, fisioterapeuta y podólogo, fisioterapeuta y terapeuta ocupacional, fisioterapeuta y licenciado en educación física. De modo que profesiones que buscaron su autonomía en razón a sus contenidos propios se ven unidas por mor del afán de conocimiento o por la avidez de títulos.

Los profesionales que llevamos años en ejercicio somos conscientes del esfuerzo necesario para mantenerse actualizado en un nivel mínimo de conocimientos que garantice, en el caso de las disciplinas sanitarias, una atención adecuada. En muchas ocasiones nos podemos sentir frustrados al reconocer nuestra falta de puesta al día, nuestros vacíos de formación, y la escasez de tiempo para remediar la situación. Los fisioterapeutas no solemos enfrentarnos a situaciones de riesgo vital pero el futuro de muchos de nuestros pacientes sí puede verse comprometido si nuestra práctica se orienta de una u otra manera. Y es aquí, en este escenario de necesidad de formación y actualización continuas, donde no parece encajar el hecho de pretender ser un buen doble profesional. Más en un marco en el que se hace cada vez más necesaria la especialización, que en el caso de la fisioterapia puede existir de hecho pero no tiene un respaldo normativo, como en Medicina o Enfermería. No obstante, esto no sería óbice para que cada cual en el ejercicio de sus capacidades estudiara una, dos o cinco carreras.

La cuestion que añadimos para mostrar nuestras reservas es el de la identificación con un grupo profesional. Cuando obtenemos nuestro título, que en el caso de las profesiones sanitarias es muchas veces vocacional, pasamos a formar parte de un colectivo. Nos sentimos en nuestra esencia como personas que somos algo más, en nuestro caso fisioterapeuta. Mucho de lo que haremos a partir de entonces estará condicionado por lo que somos. Ese sentimiento se pertenencia suele ser marcado, se incrusta en nuestra orientación vital. Pues bien, nos parece poco probable duplicar ese tipo de sentimientos. Llegado el momento tendré que decidir qué me gusta más, dónde me ubico, en qué seguiré profundizando. Y surgirán cuestiones prácticas como qué tiene más futuro profesional, a qué colegio profesional me adscribiré.

En el caso de la fisioterapia la presencia de titulaciones dobles puede originar, además, roces profesionales. En el sector sanitario se comparten pacientes con otras profesiones. Siempre cabe la posibilidad que alguien con doble titulación pueda pretender extender su atención fuera de sus competencias dentro del ámbito del equipo, dado que sabe de lo que otros hacen, e incluso está titulado.Estas situaciones también son posibles en otros entornos como el deporte o la educación, donde puede haber licenciados en educación física que son también fisioterapeutas.

Por ello, sin desdeñar, sino admirando a los dobles titulados, consideramos que se deben tener en cuenta estas inquietudes entre los profesionales y sus organizaciones. Porque la política educativa se puede equivocar guiada muchas veces por otros intereses anejos a los formativos.

LEER MÁS FISIOTERAPIA.

 

Compartir:

Deja un comentario