DANDO DE SÍ UN POCO MÁS

En línea con la entrada anterior, las horas invertidas en la asistencia a clases y la preparación de la docencia de los últimos meses, junto con nuestras charlas de pasillo, nos han hecho reflexionar sobre un tema muy recurrente en lo mentideros fisioterápicos. 

En los encuentros con colegas, antiguos o recién incorporados a la profesión, también en los virtuales en la red, aparece con frecuencia las alusiones a la integración, o no, de determinados contenidos en el Grado. En el pasado año Ana de Groot, por ejemplo, manifestaba en las Jornadas Interhospitalarias de Fisioterapia del Hospital Universitario de Fuenlabrada, su opinión a favor de formar a los estudiantes en la ecografía básica, dentro de las competencias del fisioterapeuta. Hace unos días Orlando Mayoral, en las Jornadas Nacionales de Dolor Miofascial del Hospital Puerta de Hierro,  reconocía que la punción seca, al menos la modalidad superficial, también se podría incluir en los planes de Grado.

Sin ser tan innovadores, podemos pensar en otras formas de tratamiento o diagnóstico, como el vendaje (en todas sus variantes), el drenaje linfático, el abordaje de la esfera cráneomandibular o la fisioterapia pelviperineológica. Quizás nos llamen más la atención, por la importancia de su práctica para adquirir una habilidad mínima con garantías de eficacia.

Sabemos del crecimiento del arsenal terapéutico-diagnóstico de la Fisioterapia. Ello hace inabordable todo en el Grado. Además, ni siquiera es deseable, al menos en nuestro convencimiento ya expresado de la necesidad de especialidades en Fisioterapia. No obstante, es comprensible un debate serio sobre si se da de sí lo suficiente para afianzar unos conocimientos y destrezas que parecen imprescindibles en un simple graduado.

Conocemos de cerca y en propias carnes otras titulaciones que tratan temas como la estadística o la metodología de investigación desde el primer curso. Sabemos, por ejemplo, que en otros países estudios como Medicina se culminan también en cuatro cursos. Los curricula de Fisioterapia recogen un nutrido número de créditos destinados al Prácticum. En esta línea de pensamiento no deberíamos dudar que esas formas terapéuticas y diagnósticas que nos parecen tan habituales en los fisioterapeutas pueden ser abarcadas en el actual Grado. De hecho, fue una de las esperanzas de muchos profesionales y estudiantes cuando se amplió la carrera.

Nuestra opinión, con la debida humildad, es que se ha de hacer un esfuerzo para que cualquier fisioterapeuta conozca y sepa todos los procedimientos de uso normalizado, corriente u ordinario. El drenaje manual, los vendajes, las técnicas de manipulación, la exploración en problemas pelviproctoginecológicos de nuestra competencia, la detección de síntomas y signos de afecciones derivables, la punción elemental o la evaluación funcional mediante ciertas técnicas de imagen, por citar unos cuantos, parecen caber en unos estudios de cuatro cursos académicos y 240 créditos ETCS.

Evidentemente la incorporación de lo nuevo y «lo nada» nuevo lleva su tiempo. Requiere acomodación, asimilación en los planes de estudio y que los propios docentes estén formados y concienciados en la impartición de tales materias. No debe ser nada fácil. Más cuando, hemos de reconocerlo, hay carencias en algunos egresados, como nos recordaba también Orlando Mayoral, en cuestiones elementales como la palpación.

Desde lo básico, en lo teórico y práctico, el graduando ha de ir pasando por etapas de crecimiento exponencial en conocimiento, habilidades y actitudes. El tiempo para la consecución de ese objetivo está, aparentemente, cubierto con el disponible en el Grado. No es necesaria, creemos, una formación complementaria en muchos campos que actualmente se  imparten en cursos de posgrado. Sólo es cuestión de dar un poco, o un mucho, más de sí.

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